Hace unos meses Martin Seligman escritor y psicólogo estadounidense denominado como el padre de la psicología positiva, además de máximo referente de la psicología moderna, comentó en su visita a nuestro país:
“Hay una epidemia de depresión. Hay más gente infeliz que hace 10 o 15 años. Y es que muchas encuestas se enfocan en el bienestar material. Pero las estadísticas son claras. La educación es clave. Los jóvenes son gran parte de problema, pues los jóvenes no saben de historia y de lo que ha mejorado en el planeta. No saben que el PIB per cápita ha aumentado, que la esperanza de vida se ha duplicado en 100 años, que la mortalidad infantil ha mejorado, que la alfabetización es universal, que los derechos de las mujeres y las minorías han aumentado, que la contaminación ambiental se ha estado controlando. Pero a los niños y jóvenes se les enseña que el mundo en una cosa mala… pero la verdad es que hoy hay mucho menos sufrimiento que hace 100 años, hay más derechos humanos, en definitiva, hay más gente viviendo en democracias que hace 100 años. Así que la educación es parte de la solución. Ahí es donde se debe actuar… pero el problema de la depresión es por una forma de pensar que antepone el gran YO a un pequeño nosotros. Hace 100 años nuestros abuelos cuando fracasaban en sus aspiraciones individuales tenían muchas fuentes de consuelo. Tenían un mobiliario espiritual en el que apoyarse, creían en Dios, tenían familias numerosas, creían en la comunidad. Todas esas cosas ayudan a obtener recompensas en la vida individual. Es muy importante que nuestros jóvenes tengan un mobiliario espiritual que les ayude en el fracaso para apoyarse. Pero está desgastado, no creen en Dios, no creen en sus países, tienen familias pequeñas o disfuncionales, no tiene fuentes de consuelo y eso es un gran problema”.
Coincido plenamente con el maestro Seligman en lo referente a que el planeta ha mejorado de 100 años para acá, así la percepción sea diferente. Lo que sí es muy cierto, es que la distribución de la riqueza es algo que nos afecta terriblemente, pues en países como el nuestro esas desigualdades entre riqueza y pobreza son tremendamente dolorosas. Y no se trata de que todos tengan lo mismo, o de tener esos discursos socialistas que están tan de moda. Se trata de poner la mesa pareja para todos a fin de lograr que tengamos mejores oportunidades para crecer y desarrollarnos. No es posible que, en un país como el nuestro, la gente del sur nazca pobre y muera pobre (89% de las personas del sur de México están en esa condición); y las salidas que nuestro país les ofrece son la de irse a buscar trabajo en Estados Unidos, o entrar a un grupo al margen de la ley; insólito.
También creo, como bien lo señala Seligman, que la educación debe ser mejorada, pues ahí está la clave de todo. En México tristemente seguimos formando a nuestros alumnos con herramientas que funcionaron en el siglo XX, pero que para la actualidad sirven de poco. Debemos pasar de la memoria a la innovación y la disrupción. Tenemos que enseñar habilidades blandas, que hoy son las “más fuertes” para un ser humano. Tenemos que enseñar a ser empáticos, a sentir el dolor del otro. Tenemos que desarrollar el pensamiento crítico y analítico como base de la innovación y la transformación. Hoy tenemos que educar en el positivismo, que los alumnos vean el privilegio de poder desarrollarse, y darles alas para poder crecer y mejorar lo que no funciona. México necesita nuevos educandos, unos que sueñen con construir un México mejor, dejando atrás lo que nos ha destruido como sociedad, la corrupción, el individualismo, la indiferencia. Hoy necesitamos impulsar una nueva manera de formarnos, una que dure para siempre, que invite a la evaluación para mejorar, al autoestudio durante toda la vida, a aprender para construir nuevas cosas. El mundo necesita más y mejores innovadores y en México tenemos todo para lograrlo, solo necesitamos la voluntad para impulsarlo.
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Juan Camilo Mesa Jaramillo es rector de Global University. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.