Sin duda, el sistema electoral tiene una deuda muy seria con la demoscopía, con la probabilidad, con la estadística, que se han utilizado con engaños como argumento fáctico y plataformas de las encuestas electorales, lo cual es un insulto. En primero lugar, las encuestas son instrumentos que integran las ciencias de las decisiones, son imprescindibles para los análisis de riesgos institucionales públicos y privados. Son un importante apoyo para los proyectos. Constituyen un crisol esencial de los comportamientos de propósitos, planes, programas, políticas públicas. En las campañas electorales son una brújula que señala los caminos adecuados para las deficiencias que presenten. ¡Pero no son horóscopos! ¡No son predictor electoral! ¡No encarnan la precognición del porvenir!
Las encuestas desarrollan métodos para la integración y análisis de datos para apoyar las decisiones en torno a informes y procedimientos de un plan en su propio desarrollo. Se constituyen en subprocesos. La comunicación en esta época se ha incrementado a tal grado que las encuestas aumentan como algas marinas en el escenario electoral. Destacan sus resultados para la propaganda de ideologías que las contratan y, presentan un producto electoral para la publicidad de candidatos. Sin rubor, se publicitan, solo requieren el sello de recibido de las secretarías ejecutivas de los organismos electorales. Se muestran en sus aparadores sin recato, sin ética, para que quien las compre ponga su foto y su triunfo ¡sin precedentes…! En Aguascalientes el PRI perdió una gobernatura por creer ciegamente en sus encuestas, de las mismas casas encuestadoras que siguen en el mercado.
Existen razones probadas de manera científica por las que una encuesta está imposibilitada para predecir el futuro, no tiene alcances en el tiempo que aún no llega. Existe sesgo en la contestación, el lenguaje es la herramienta más robusta para demoler las ideologías que impiden la comunicación de manera libre y sin manipulaciones. Es así como preguntas mal elaboradas, confusas, sin las reglas gramaticales, que no armonice los significados, con un conjunto de respuestas mal diseñadas, amañadas…, evidente conllevan sesgos en las respuestas; aquí actúa la astucia inmoral, la manipulación de las respuestas. La no respuesta, el mal uso del lenguaje, empleo de verbos imperativos para lograr respuestas esperadas por el contratante, las trampas, los distractores…, irritan a las personas encuestadas y no responden. Son razones suficientes para comprobar que tienen un pésimo arqueo de vaticinio.
Tiempo, espacio, circunstancia, modo, posibilitan cambios de opinión, las personas cambiamos de comportamiento sin anunciarlo. La captura de sentires y comportamientos, reitero, en tiempo, modo y lugar, más circunstancias en instantes específicos, desvelan que las personas cambian sus sentires y comportamientos, en la posmodernidad es fácil cambiar de respuesta por el solo hecho de sentirse libre o tener información más amplia ante nuevas circunstancias, la gran lección de Ortega y Gasset.
La ciencia acepta el concepto de la incertidumbre, ésta acompaña los acontecimientos del “mundo de la vida”; supongamos una buena encuesta que “no adivine el mañana” tendrá en si misma un grado de incertidumbre inherente, “la lámpara de Aladino” no se activará para predecir el futuro de quién ganará un cargo de elección popular.
La razón es simple, el “ahora todavía no”, es parte de la segmentación del tiempo como eternidad, para diferenciarlo del pasado y separarlo del presente, con ello el futuro estará determinado por un abanico de componentes que influyen en su incertidumbre, algunos intempestivos, otros impredecibles… La incertidumbre se integra con la falta de certeza y también por carencia de conocimiento. De manera contundente es la imposibilidad para predecir el futuro, decir lo que va a ocurrir, viene del latín “incertitudine”, “in”, un prefijo de negación, “certus”, cierto y, “tud”, sufijo usual de cualidad. Es decir, las encuestas no se pueden comprobar a ciencia cierta. (https://concepto.de/incertidumbre/). Recomiendo revisar a la extraordinaria filósofa Victoria Camps que nos enseña cómo actuar contra la incertidumbre: “hagámonos las preguntas, planemos correctamente los problemas, demos razones de las decisiones que hay que tomar”.
Las encuestadoras no pueden partir de sus supuestos de similitud, el futuro no se parecerá al pasado. Las muestras probabilísticas nos revelan una raquítica manera de entender un universo, no muestran representatividad de la población en su conjunto, “ergo”, siempre contienen inexactitud. Las encuestas, bien elaboradas, proveen información valiosa, empero, no pueden éticamente predecir el futuro.
La demoscopía estudia comportamientos y opinión pública. Independiente de su certeza científica está sujeta a una ética profesional estricta y virtuosa, comprometida y auténtica. (https://economipedia.com/definiciones/demoscopia.html). El tan sobaqueado concepto de Transparencia vía sus alcances, para la recolección de datos y divulgación. La confidencialidad, privacidad de los encuestados. Ética contundente imparcialidad, no sesgar sus descubrimientos para favorecer a un candidato o partido político. No menos importante es el ejercicio de responsabilidad, informar con precisión sus hallazgos, no exagerar, ni tergiversar resultados. Ofrecer respeto a los encuestados, no presionarlos.
¡Demandemos una demoscopía ÉTICA!