Las autoridades estatales estiman que son más de 2 mil los migrantes, en su mayoría venezolanos, los que se quedaron varados en los vagones de Ferromex, al sur de la ciudad. En un terreno aislado de la estación Peñuelas, el tren dejó de avanzar y está ahí desde el martes.
Cuando el hambre y la sed eran demasiadas, solo un puñado de ellos se animaron a salir de los vagones. Ahí viajan también cientos de niños, muchos de ellos enfermos, con diarrea y enfermedades respiratorias. Tras casi dos meses viajando, su salud se está deteriorando.
El doctor Luis Miguel Martinez, director de Emergencias en Salud, de la Secretaría de Salud Estatal, explica que se encontraron con familias enteras enfermas y deshidratadas.
“Nos habían comentado una cifra de 800, posteriormente de 2 mil 500 migrantes”, explica. “Ellos vienen de paso. Es una situación continua, debido a que cuando el ferrocarril realiza ciertas maniobras, los trenes duran más. Lo que ellos hacen, con miedo, es que se aproximan y descienden, han tenido la confianza de solicitar ayuda. Deshidratados, con enfermedades diarreicas, respiratorias” reporta, tras una jornada de revisiones médicas liderada por la Cruz Roja.
En el terreno hay niños descalzos y familias a las que ya no les queda nada. Los migrantes coinciden en que en Guatemala se vivieron las situaciones más peligrosas, pues los policías les robaban su dinero y les quitaban sus papeles. Todos están ansiosos por contar sus historias. Les emociona que alguien los escuche.
Sin embargo, poco antes de que el tren llegara a Aguascalientes, en el tramo de Jalisco, señalan que hubo hombres que trataron de trepar a los vagones. Por ello, ahora viajan armados de palos y piedras, y se turnan para dormir. Su miedo por descender se hizo más intenso.
Alexander, un exmilitar venezolano de 35 años, se ha asumido como uno de los coordinadores de este grupo. Y no es el único: hay otros militares en el grupo, que aseguran que incluso con su profesión pasaban hambre constantemente en su país. Ahora, llevan la voz cantante de este grupo, y procuran que todos tengan comida y agua. El resalta especialmente su agradecimiento, en particular, para Aguascalientes.
“Es un secreto a voces lo que sucede en Venezuela. Todos tenemos diferentes profesiones, pero la inflación, la corrupción y la persecución está desbordada” asegura. “Tenemos hambre. Es una calidad infrahumana. Muchos dejamos nuestras familias atrás y emprendimos el viaje. A través del trayecto hemos visto tantos muertos. Mujeres y niños que mueren de sed y hambre. A pesar de ello, vimos una bendición en Aguascalientes” señala, poco antes de que uno de los voluntarios, el dueño de un restaurante, se lo lleve para que pueda comer algo.
Si bien solo hay una patrulla presente en el lugar durante el turno de la noche, y tanto la Cruz Roja como el personal de Protección Civil y del ISSEA se retiraron cuando se ocultó el sol, los migrantes señalan que los dejaron bien abastecidos. Tienen agua, cobijas, alimento y medicamentos.
Quien también se hizo presente durante la noche de este miércoles fue la senadora Martha Márquez, que destaca el trabajo, en especial, de las organizaciones civiles. Sin embargo, cuestiona los recursos que se han otorgado al recién conformado Instituto del Migrante.
“Concretamente aquí ya existe un Instituto del Migrante, con un presupuesto de 35 millones de pesos que no se ve, esa actuación. No tiene un sustento jurídico, realmente es un tema federal, pero se puede coadyuvar” explica. “Quien realmente ha estado al pendiente de estos migrantes son las asociaciones civiles.. No somos senadores ni los diputados” asegura.
Los migrantes pidieron a las autoridades estatales más patrullas, y muchos se debaten entre seguir avanzando a pie a Zacatecas, o esperar que el tren avance. Pero no saben cuándo lo hará. Por lo pronto, encienden fogatas para resguardarse del frío.