Después de años de buscar a tu “media naranja” imagina que, de pronto, puedes tener un bebé sin necesidad de pareja sexual ni de un banco de esperma. Bienvenido al mundo de la partenogénesis. Aunque los humanos somos incapaces de reproducirnos mediante lo que se conoce como un “parto virginal”, muchos otros animales pueden tener descendencia de esa manera.
Bien, pues ahora, por primera vez, un equipo de científicos ha identificado los genes necesarios para la “reproducción en solitario”. Y no solo eso: el grupo de expertos activó esos mismos genes en una especie que se reproduce sexualmente: la mosca de la fruta.
“La partenogénesis [es decir, el parto virginal] es un fenómeno biológico fundamental para muchos animales y del cual sabemos muy poco”, explica a Newsweek la Dra. Alexis Sperling, investigadora de la Universidad de Cambridge y lideresa del reciente estudio. “El parto virginal resulta de utilidad cuando el animal se encuentra aislado y no consigue pareja aun cuando el cambio ocurra solo una generación, para ‘ganar tiempo’”, prosigue Sperling.
Hay cepas de moscas de la fruta capaces de reproducirse sin asistencia de un macho, pero otras necesitan procrear en pareja. Tras analizar el ADN de las distintas cepas, Sperling y su equipo lograron identificar los genes que se activan en las hembras que no se aparean y que les permiten reproducirse por partenogénesis.
A continuación, identificaron los genes correspondientes en una mosca de la fruta estrechamente emparentada —un organismo “modelo” denominado Drosophila melanogaster—, y los activaron para que coincidieran con la expresión genética de las madres vírgenes.
Gracias a esa manipulación genética, el equipo de investigadores transformó moscas que se reproducen sexualmente en madres “solteras” capaces de procrear sin pareja.
PARTO VIRGINAL PROVOCADO EN LOS ANIMALES
“Somos los primeros en demostrar que es posible aplicar la ingeniería genética para hacer que un animal se reproduzca por parto virginal”, asegura Sperling. “Las hembras de nuestra población manipulada aguardaron por un macho la mitad de sus vidas —alrededor de 40 días—, pero al fin se dieron por vencidas y procedieron a reproducirse mediante partenogénesis”.
Más aun, todo apunta a que las madres vírgenes heredaron esa nueva capacidad a sus hijas. “Fue muy interesante observar moscas vírgenes que produjeron embriones capaces de alcanzar la madurez y repetir el proceso”, añade la investigadora.
El viernes 28 de julio, la revista Current Biology dio a conocer los hallazgos del estudio. Además de esclarecer un poco este mecanismo reproductivo, Sperling —quien trabaja actualmente en el Centro para Ciencias de Cultivo en la Universidad de Cambridge— pretende utilizar su investigación para entender cómo algunas plagas de insectos que se alimentan de los cultivos han asimilado esta estrategia para reproducirse con más rapidez.
“Esto podría convertirse en un problema muy grave para la agricultura… debido a que se duplica la capacidad de propagación”, puntualiza. “Cualquier estudio que ayude a esclarecer el mecanismo podría orientar a quienes investigan cómo las plagas de los cultivos empiezan a volverse partenogenéticas, o cómo los animales partenogenéticos están aprovechando los cultivos. Y, de esa manera, encontrar la manera de evitarlo”.
EL ASOMBROSO CAMPO DE LA PARTENOGÉNESIS
De acuerdo con Andrés Cota Hiriart, zoólogo, naturalista y escritor, la partenogénesis es el “virtuoso mecanismo de engendrar descendencia sin la intervención de espermatozoides”. Se trata de “una variante de alumbramiento uniparental que ha sido observado en estrellas de mar, medusas, insectos, anfibios, tiburones, aves y reptiles. Y quizás en humanos, si es que la historia de la Virgen María quisiese tomarse como verídica”.
El experto explica que, probablemente, dicho mecanismo alcance su grado más asombroso en el caso de las lagartijas cola de látigo mexicanas, ya que los híbridos entre distintos tipos del género Aspidocelis conforman especies nuevas.
“Especies unisexuales, compuestas solo por hembras, que gracias al artificio de poder recombinar los cromosomas hermanos del óvulo, como si fuesen homólogos, cuentan con la clave para mantener una población sana y con buenas posibilidades de trascendencia hacia la posteridad: la variabilidad genética”, indica. N