En el albergue Pro Amore Dei, un grupo de 27 niños desplazados por la violencia en sus lugares de origen están encontrando una nueva forma de expresión a través de un taller de canto y bailables folclóricos. Los administradores del albergue tienen la esperanza de presentar un festival el próximo mes de septiembre para mostrar los talentos recién descubiertos de estos jóvenes.
Los talleres, que comenzaron el pasado lunes, se llevan a cabo todas las mañanas en el Cine Libertad. Los niños, que ensayan con dedicación, comparten una característica en común: reflejan el estrés que sienten al estar lejos de sus hogares y del mundo que solían conocer.
Leticia Herrera, coordinadora del albergue ubicado en el Cañón K de la colonia Altamira, expresó su convicción de que al brindar a los niños la oportunidad de expresarse, se descubrirá la belleza que yace en sus almas. El festival es un sueño que espera convertir en realidad, ya que en apenas una semana los niños han mostrado un gran avance. “Quiero que los gobiernos de México y Estados Unidos vean lo que estamos enviando y recibiendo, lo mejor de nosotros”, añadió Herrera.
Julia Ramírez, migrante que huía de la violencia familiar en su natal Guadalajara, Jalisco, compartió su experiencia con sus tres nietos en el albergue. El proceso de adaptación ha sido difícil para ellos, sobre todo porque han perdido su privacidad y sentido de pertenencia. Al principio, los niños expresaban temor ante la posibilidad de regresar a su ciudad natal, pero después de dos meses en el albergue, ahora expresan el deseo de ir a cualquier lugar debido al estrés que experimentan.
Ramírez afirma que desde que los niños se inscribieron en las clases de canto y baile, ha notado un mejor ánimo en ellos. Además, esto ha permitido a ella y a su hija liberar el estrés que conlleva su estancia en el albergue.
El taller de canto y bailables folclóricos se ha convertido en una válvula de escape para estos niños desplazados, brindándoles una oportunidad para expresarse y sanar emocionalmente. A medida que ensayan y trabajan juntos, se evidencia el talento y la resiliencia de estos jóvenes, dejando ver la importancia de tales programas en el proceso de recuperación y adaptación. N
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