Como consecuencia de dos décadas de imprimir de manera irresponsable grandes cantidades de dólares y euros, la economía internacional, en especial, las naciones desarrolladas, se acostumbraron a sostenerse con base en fuertes cantidades de dinero a un precio excesivamente bajo. El abundante flujo de dinero se esparció al resto de las economías cuyos bancos centrales disminuyeron las tasas de interés trasladando el relajamiento monetario a la economía real, lo que provocó que personas, empresas y gobiernos aumentaran notablemente su nivel de endeudamiento.
Con los estadounidenses debiendo 11.9 trillones en hipotecas, 1.6 trillones en créditos para automóviles y 989 billones en tarjetas de crédito, llegaron la pandemia, el inicio de la guerra comercial entre los bloques oriental y occidental y la fabricación sin freno de dinero continuo, al grado de aumentarse en 24 por ciento la fabricación de dólares en circulación entre los años 2019 y 2020.
A eso se agregaron fuertes apoyos fiscales a la población, y las empresas generaron todavía más circulante. Como todos los excesos, las consecuencias son inevitables. Había grandes porciones de dinero para, por ejemplo, valuar excesivamente empresas de aplicaciones para teléfonos inteligentes que en cuestión de meses llegaban a valer miles de millones de dólares.
Lo mismo ocurrió con la multiplicación de múltiplos de empresas sin los fundamentos suficientes para esos valores. Y todavía alcanzó para invertir en instrumentos tan irracionales, endebles y sospechosos como las criptomonedas.
EXCESO DE DINERO
Así, las acciones de empresas relativamente nuevas para la historia empresarial mundial duplicaron o triplicaron su valor frente a compañías con décadas de existencia. Las firmas con muchos años como Nokia (157), Nintendo (133), Coca Cola (131), IBM (111), Disney (99), Samsung y HP (85), Microsoft (47) y Apple (46) enfrentaron la realidad de verse fácilmente superadas en su valor tanto accionario como de marca por otras con menos tiempo de existencia como los casos de OpenAI (7), Twitter (17), Facebook y Tesla (19) o Google y Netflix (25).
Es altamente probable que estas últimas no hubieran alcanzado tales valores en un contexto de escasa liquidez. Lo mismo podemos ver con el bitcóin, que alcanzó la increíble cifra de 60,000 dólares en semanas.
A la par del exceso de dinero se crearon burbujas de precios, particularmente en el sector tecnológico, en especial con el surgimiento de cientos de las denominadas tecnologías financieras (fintech), cuya involución ha comenzado a ocurrir con efectos hasta ahora desconocidos. El dinero fácil genera la noción de que la riqueza es fácil, cuando el generar dinero jamás ha sido ni será sencillo.
Los altos niveles de inflación representan más el reflejo de las consecuencias de la expansión monetaria que la interrupción de las cadenas de suministro globales y la invasión de Rusia a Ucrania. Los pasados 20 años hemos sido testigos de cómo nos inundamos de dólares, lo que nos ha llevado a padecer una inflación no vista en 40 años. En la actualidad este efecto está obligando a detener la acelerada fabricación de dinero.
BANCOS GLOBALES CON SERIOS PROBLEMAS
Las tasas de interés para la divisa estadounidense han subido continuamente en nueve ocasiones, y de 32 de los principales bancos centrales, 28 las están subiendo. Aun así, en 24 casos las tasas de interés pasivas siguen siendo negativas. Actualmente, en Estados Unidos los intereses oscilan en 24.1 por ciento para las tarjetas de crédito, 8.7 por ciento para automóviles y 7.1 por ciento para hipotecas, por lo que cada día será más y más difícil para las personas hacer frente a sus deudas bancarias.
En este momento hablamos de un muy abultado endeudamiento de los agentes económicos camino al encarecimiento del crédito, y todavía con una endeble economía global. En este ajuste estamos cuando, por obvias razones, comienzan a surgir serios problemas nada menos que en bancos de Alemania, Suiza y Estados Unidos. Nos debe quedar claro, entonces, que bancos con problemas de liquidez y minusvalías en su valor seguirán apareciendo cada vez más cerca de lo que podría ser un nuevo colapso del sistema financiero internacional de proporciones bíblicas.
En adelante observaremos una buena cantidad de empresas que fueron excesivamente valuadas enfrentando la realidad que no quisieron ver en los tiempos de bonanza. La coyuntura exige establecer, por tanto, una siguiente derivada que impulse de forma acelerada una profunda consolidación bancaria para evitar una crisis en los sistemas de pago internacionales.
¿UNA SALIDA FÁCIL?
La compra de bancos por otros bancos aún más grandes estará siendo la salida al menos por el momento. Por su parte, el Sistema de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo e incluso el Banco de México tendrán que seguir aumentando las tasas para atajar el incremento sostenido del nivel de precios de bienes y servicios.
En este sentido, continuaremos presenciando fuertes presiones a los bancos para fusionarse. De momento, esta es la mejor estrategia antes que pensar en un reguero de créditos entre bancos para protegerse mutuamente en un peligroso contexto de alto costo del dinero.
La historia de consolidación de bancos está comenzando, esperemos que sea la solución a los serios desafíos frente a la banca, caracterizados por una recesión en ciernes y altísimos costos del dinero. En el caso de que esta consolidación bancaria no fuera suficiente, el siguiente paso será el colapso del sistema financiero global o, lo que es igual, la pérdida del capital de cientos de millones de personas. N
—∞—
Carlos Alberto Martínez Castillo es doctor en Desarrollo Económico, Derecho y Filosofía y profesor en la UP e Ibero. Ha colaborado en el Banco de México, Washington, Secretaría de Hacienda y Presidencia de la República. Correo: drcamartí[email protected] Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.