En el reino animal se ocultan algunos seres de aspecto muy extraño y extravagante: desde medusas inmortales hasta los ácaros que viven en nuestras pestañas. Sin embargo, es posible que no exista una especie de aspecto tan severo e intimidante como el picozapato.
Hace poco, estas aves captaron la atención de los internautas debido a la expresión aterradora de unos ojos que, situados al frente de la cabeza, parecen mirar fijamente desde la base de unos picos enormes de casi 13 centímetros de ancho.
DIMENSIONES CORPORALES DEL PICOZAPATO
El Balaeniceps rex, mejor conocido como picozapato, es un ave acuática cuyo pico recuerda la forma de un zueco de madera holandés, el cual abre completamente para revelar unas fauces inmensas.
Habitante de los pantanos tropicales de África oriental, con un territorio que se extiende desde Sudán del Sur hasta Zambia, el picozapato alcanza una talla de hasta 1.5 metros. Tiene un peso que oscila entre los 4 y 7 kilogramos y, cuando extiende las alas, su envergadura puede ser de entre 2.3 y 2.6 metros.
“Sus patas son largas porque, igual que las cigüeñas y las garzas, tienen que caminar en el agua para capturar presas”, explica a Newsweek el Dr. Ralf Mullers, profesor de ecología en la Universidad de Ciencias Aplicadas Van Hall Larenstein, en la ciudad de Leeuwarden, Holanda.
“Gracias a sus largas patas, los picozapatos pueden adentrarse en aguas profundas y evitar la competencia de otras especies. Por otra parte, debido a que sus piernas son delgadas y semejan juncos, esta ave las utiliza como estrategia para engañar a sus presas, haciendo que se acerquen cuando se desplaza entre la vegetación alta o entre juncos y papiros.
“El picozapato se especializa en presas de gran tamaño, por lo que ha evolucionado en consecuencia haciéndose cada vez más grande. Y es lógico: las aves más grandes pueden capturar presas más grandes”, añade Mullers.
UN CAZADOR MUY VIVAZ
Cuando caza, el picozapato permanece casi inmóvil, con la mirada siempre atenta a la presencia de una presa. Una vez que detecta su desprevenida víctima, lanza su ataque con una técnica que National Geographic describe como “colapso”, con una velocidad que impide todo intento de fuga.
Las presas más comunes incluyen diversas especies de dipnoos (peces pulmonados), tilapias y bagres. Y de vez en cuando también engulle ranas, lagartijas, serpientes de agua, crías de cocodrilo y hasta roedores y aves acuáticas pequeñas.
“Durante muchos años tuvimos un ejemplar que permanecía parado, erguido e inmóvil en un islote próximo a un restaurante que permitía visitas a los asistentes al parque de animales salvajes del Zoológico de San Diego. Aunque son aves solitarias, también son muy territoriales; y ya que a nuestro picozapato no le gustaba que cuidadores desconocidos fueran a llevarle la comida —solo aceptaba a su cuidador favorito—, los perseguía con el pico abierto y batiendo las alas”, recuerda el Dr. Lee Hagey, especialista en biología molecular animal de la Universidad de California, en San Diego.
¿CUÁNDO EVOLUCIONÓ ESTA AVE?
A pesar de que a menudo se les llama cigüeñas picozapatos, el Balaeniceps rex no es, ni por asomo, pariente de las cigüeñas. Los picozapatos son una familia evolutiva independiente, y sus parientes vivos más cercanos pertenecen al orden de los Pelecaniformes, de donde emergieron hacia el final del periodo Cretácico, hace alrededor de 65 millones de años. Además del picozapato, el orden de Pelecaniformes incluye especies como el pelícano, el avemartillo, el ibis, la subfamilia de los plateínos, las garzas, las garcetas y los avetoros.
“Como sucede en cualquier especie, el picozapato surgió como consecuencia de la selección natural y la evolución”, prosigue Mullers. “Es una de las pocas especies que se ha adaptado a cazar presas más grandes. En contraste, tenemos el caso de las garzas, garcetas y cigüeñas, que se alimentan de peces y otras presas más pequeñas, para lo cual utilizan técnicas de caza distintas”.
MIRADA SEVERA Y SINIESTRA
A fin de capturar y engullir peces grandes, el picozapato requiere de unas fauces muy amplias, lo que explica el impresionante ensanchamiento en la base de su pico. Esta peculiaridad le permite deglutir presas enteras y sin masticarlas.
“Son pocas las especies que logran alimentarse con bagres. Un par de ejemplos son los cocodrilos y las águilas pescadoras. Por otra parte, tienen que procesar las resbalosas presas, de modo que, igual que otras aves que se alimentan de peces —como alcatraces y albatros—, la mitad superior del pico de los picozapatos remata en una especie de garfio”, añade Mullers.
La severidad de su expresión está exacerbada por la particularidad de que los ojos del picozapato están situados al frente de la cabeza, en vez de a los lados, como sucede en la mayoría de las aves.
“Esto les confiere una visión que llamamos binocular, la cual permite percibir mejor la profundidad y es una adaptación que utilizan para cazar su comida. La mayor parte de los depredadores tiene visión binocular (por ejemplo, las aves de presa, los mamíferos carnívoros), y esto permite que el animal calcule mejor la distancia. Algunos asocian la severidad de la mirada del picozapato con la ubicación frontal de los ojos”, explica Mullers.
EL AVE Y LA CRIANZA
Los picozapatos también son famosos por lo que algunos consideran unos “hábitos parentales brutales”. Y es que, pese a poner varios huevos, solo crían un polluelo, mientras que reservan los demás como una especie de “respaldo” para la eventualidad de que muera el elegido.
“No creo que los hábitos de crianza del picozapato tengan nada de brutal”, sentencia Mullers, y añade que sus conductas de crianza fueron “una estrategia evolutiva muy generalizada que tuvo la finalidad de incrementar la eficacia biológica del individuo.
“Muchas especies producen más hijos de los que pueden proteger. Por ejemplo, porque los depredadores ejercen una gran presión en las crías (piensa en todas las tortuguitas que eclosionan en la playa y solo tienen una oportunidad para llegar al mar. ¿Lo considerarías un ejemplo de la brutalidad de la madre?). Los picozapatos viven en un medioambiente muy hostil, así que el segundo polluelo es, en esencia, un ‘plan de respaldo’ por si algo le pasa al polluelo elegido”, precisa Mullers.
UNA ESTRATEGIA REPRODUCTIVA
Aunque parezca una conducta inusitada, en realidad se trata de una estrategia reproductiva que utilizan muchas otras especies, y cuya finalidad es priorizar los recursos limitados para que las crías elegidas tengan la mejor oportunidad de alcanzar la edad adulta.
“Muchas especies de aves tienen estrategias parecidas. Por ejemplo, algunas especies de cálaos devoran sus propios polluelos. Sucede que, en periodos de escasez de alimentos, la madre se come (algunos de) sus polluelos en una suerte de reciclado de nutrientes. De esa manera, el progenitor puede sobrevivir para producir más crías en el futuro, lo cual incrementa su eficacia biológica a largo plazo”, explica Mullers.
“Lo mismo sucede con el picozapato: si las condiciones son adecuadas, pueden criar hasta dos polluelos, como fue el caso que observé cuando estudiaba la especie. Sin embargo, es común que los progenitores no puedan criar ambos polluelos; y, por eso, en vez de correr el riesgo de que ambas crías mueran de hambre, concentran su atención en el cuidado de uno solo. Bien visto, la supuesta ‘brutalidad’ de la crianza del picozapato es, en realidad, una estrategia evolutiva para aumentar su eficacia biológica”, sentencia el profesor de ecología.
AMENAZA POBLACIONAL
Estas extrañas aves viven amenazadas, así que figuran entre las “especies vulnerables” incluidas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“No hemos podido precisar el tamaño de sus poblaciones, pues algunas se encuentran en países donde es difícil estudiarlas y darles seguimiento (Sudán del Sur y Congo). No obstante, el consenso general es que hay entre 5,000 y 8,000 picozapatos adultos que viven en estado salvaje”, informa Mullers.
Las amenazas más graves que enfrenta la especie son pérdida de hábitat, competencia y los trastornos resultantes de la actividad humana, el ganado, los incendios y el comercio ilegal.
“Los pescadores que explotan humedales invaden las zonas de caza de los picozapatos y buscan las especies que sirve de presa a estas aves. El resultado es que la actividad humana ha conducido a la pérdida de vastas extensiones de humedales intactos y esto, obviamente, ha impactado en el hábitat disponible a los picozapatos, así como en sus cifras poblacionales”, explica Mullers.
OBJETO DEL COMERCIO ILEGAL
“Ya que deben competir por presas con los pescadores, la gente ha dado en considerar estas aves como una amenaza que deben exterminar. Por otro lado, aunque los pescadores no maten picozapatos, interfieren con las aves cuando trabajan en la misma zona, lo cual trastorna sus conductas de búsqueda de alimento e, incluso, sus hábitos reproductivos”.
Entre tanto, es común que el ganado destruya sus nidos, mientras que la quema agrícola y la contaminación de las industrias petrolera y de producción de enlatados están destruyendo sus hábitats.
“Es frecuente que los lugareños quemen juncos durante la época de secas para tener acceso a las zonas más profundas de un humedal, de donde pueden obtener agua y pescados. En esos casos, el problema es que los polluelos de picozapato que aún permanecen en los nidos no pueden escapar y mueren en el fuego”, lamenta el especialista.
Para colmo, los picozapatos también sirven de alimento en algunas partes. “Y, por último, su extraño aspecto les convierte en objetivo del comercio ilegal. Los traficantes muchas veces saquean los nidos para robar polluelos en desarrollo y enviarlos a Oriente Medio, donde terminan en colecciones privadas”, concluye el profesor de ecología. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).