“He tomado la decisión de una operación militar especial”. Con esas palabras, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, inició el 24 de febrero de 2022 la invasión de la vecina Ucrania, desencadenando el peor conflicto en el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial.
En un contexto de crecientes tensiones con Occidente, el mandatario ruso abrió las hostilidades poco antes de las 06:00 horas, en una declaración por sorpresa en la televisión.
El objetivo principal era una “desmilitarización y desnazificación de Ucrania”, mencionó con tono duro el líder del Kremlin, quien reiteró entonces sus acusaciones infundadas de un “genocidio” orquestado por Ucrania en el este de habla rusa del país y denunció una política “agresiva” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Dos días antes, Vladimir Putin había declarado la “independencia” de territorios separatistas ucranianos del Donbás, que Ucrania combate con las armas desde 2014.
A primera hora de la mañana del 24 de febrero, blindados rusos penetraron en suelo ucraniano por el norte —desde Bielorrusia, aliada de Moscú —, el sur y el este. Dotado de una “superioridad aérea total” sobre Ucrania —limitada en medios antiaéreos a pesar de una creciente ayuda militar de los occidentales —, el ejército ruso avanzó hacia Kiev, donde se impuso un toque de queda.
Rusia quiso “decapitar el gobierno ucraniano” e instalar dirigentes favorables a Moscú, según el análisis de fuentes militares occidentales. Así, las fuerzas rusas transportadas por helicóptero atacaron el aeropuerto militar de Gostomel, en las puertas de la capital ucraniana.
Con el correr de las horas, tropas procedentes de las península ucraniana de Crimea —anexada en 2014 por Putin — progresaron en el sur y tomaron el control de Genishesky, en la región de Jersón.
UN AÑO DE LA INVASIÓN: MÁS DE 200,000 SOLDADOS MUERTOS
A casi un año después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, el balance es devastador, con decenas de miles de muertos, millones de refugiados y desplazados internos, ciudades bombardeadas y destruidas y una economía muy golpeada.
Unos 180,000 soldados rusos murieron o resultaron heridos, así como 100,000 militares ucranianos, según Noruega. Otras fuentes occidentales hablan de 150.000 bajas en cada bando. En comparación, durante la guerra de Afganistán (1979-1989), la entonces Unión Soviética perdió 15,000 soldados.
El lado ucraniano suele emplear los términos “carne de cañón” y “carnicería” para definir la estrategia rusa: reclutas mal formados enviados a una muerte casi segura. Miles de prisioneros rusos también se unieron a la milicia Wagner, forzados por sus compañeros de armas a seguir adelante incluso ante objetivos imposibles, según Kiev y sus aliados.
MÁS DE 10,000 CIVILES HERIDOS
Los múltiples asaltos rusos también provocan importantes pérdidas del lado ucraniano, como demuestran las numerosas banderas azules y amarillas presentes en los cementerios. Según fuentes occidentales, entre 30,000 y 40,000 civiles han perdido la vida en un año de conflicto.
A finales de enero, la ONU cifró en 18,000 el número de civiles muertos y heridos, aunque reconoció que “las cifras reales son mucho más altas”. Entre los muertos, Ucrania habla de “más de 400 niños”.
La mayoría de víctimas murieron por bombardeos rusos, según las Naciones Unidas. En la ciudad portuaria de Mariúpol, los cadáveres yacían en las calles tras tres meses de ataques.
Las minas, menos mortales por el momento, podrían serlo a largo plazo. Un 30 por ciento del territorio ucraniano estaría plagado, según Kiev. La oenegé Human Rights Watch (HRW) acusa por su parte a Ucrania de sembrar la región de Izium de minas antipersonales. Según los expertos, se necesitarán varios años para limpiar el territorio.
LA GUERRA QUEDARÁ EN LA MEMORIA COLECTIVA
La guerra en Ucrania quedará en la memoria colectiva por sus duras imágenes: cadáveres de civiles con las manos atadas a la espalda en las calles de Bucha tras la retirada rusa, un peluche ensangrentado en la estación de Kramatorsk, una maternidad bombardeada en Mariúpol, etcétera.
Se han denunciado casi 65,000 presuntos crímenes de guerra, según el comisario de Justicia en la Comisión Europea, Didier Reynders. A las tropas rusas se les imputan ejecuciones, violaciones, torturas y secuestro de niños (más de 16,000 enviados a Rusia o a territorios bajo su control, según Kiev).
Investigadores de la ONU las acusaron en septiembre de perpetrar crímenes de guerra “a gran escala”. A Ucrania se le ha acusado de cometer crímenes de guerra contra prisioneros rusos, pero sin comparación con los hechos imputados a Moscú.
La Corte Penal Internacional abrió el 2 de marzo de 2022 una investigación por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en Ucrania.
KIEV RETOMA 40 POR CIENTO DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS POR RUSIA
El este de Ucrania recuerda a las imágenes de la Primera Guerra Mundial: soldados exhaustos en el fondo de trincheras embarradas, enormes cráteres provocados por los proyectiles, paisaje apocalíptico en pueblos y ciudades. La línea de frente “activa” se extiende a lo largo de 1,500 kilómetros en un eje norte-sur en el este de Ucrania, según el jefe del ejército ucraniano, Valeri Zalujny.
En Bajmut, uno de los puntos calientes, una sangrienta batalla opone desde el verano boreal el ejército ucraniano a las fuerzas rusas y a los mercenarios de Wagner, que progresan lentamente. Miles de civiles viven aún en las ciudades bombardeadas, escondidos en sótanos, sin agua ni electricidad y dependientes de la ayuda humanitaria.
En la retaguardia, los bombardeos también golpean ciudades como Kramatorsk. Sobre las zonas liberadas por Ucrania y asoladas por la destrucción, pesa todavía el riesgo de volver a caer en manos rusas.
Las tropas de Moscú ocupan el 18 por ciento de Ucrania, pero, según el general Zalujny, Kiev retomó un 40 por ciento de los territorios ocupados por Rusia desde la invasión el 24 de febrero de 2022.
UN GRAN PESO ECONÓMICO PARA UCRANIA
Edificios arrasados, fábricas paradas, infraestructuras destruidas son algunas de las imágenes en el sur y este de Ucrania, donde se concentran los combates desde que Moscú fracasó en su intento de tomar Kiev en abril.
El costo económico para Ucrania fue enorme: su PIB se contrajo un 35 por ciento en 2022, según el Banco Mundial.
La Escuela de Economía de Kiev (KSE) cifró los daños en 138,000 millones de dólares y las pérdidas para la agricultura en más de 34,000 millones. El gobierno ucraniano contabiliza más de 3,000 escuelas afectadas y la Unesco, 239 sitios culturales.
Desde septiembre, Moscú ataca sistemáticamente las infraestructuras energéticas. En diciembre, casi la mitad estaban dañadas, sumiendo a los ucranianos en la oscuridad y el frío.
Además, según las Naciones Unidas, los combates obligaron a casi 8 millones de personas a abandonar Ucrania y provocaron más de 5 millones de desplazados internos. Polonia es uno de los primeros países de acogida, con más de un millón de personas.
Los responsables de la ocupación rusa afirman por su parte que al menos 5 millones de ucranianos partieron a Rusia. Para Kiev, se trata de “evacuaciones forzadas”.
MOMENTOS CLAVE DE LA GUERRA
En resumen, del inicio de la invasión rusa al anuncio del envío de tanques occidentales a Kiev, estos cinco momentos han marcado hasta ahora el conflicto:
Invasión a gran escala: En febrero de 2022, al amanecer, el presidente ruso Vladimir Putin lanzó una “operación militar especial” para “desmilitarizar” Ucrania. Su ejército arrancó una invasión a gran escala, acompañada de ataques aéreos en distintos puntos del país, y con la entrada de tropas terrestres por el este, el sur y el norte desde Bielorrusia, aliada de Moscú.
El horror en Bucha: En pocos días, las tropas rusas capturaron el puerto clave de Berdiansk y la capital regional de Jersón, muy cerca del mar Negro, así como varias ciudades alrededor de Kiev, en el centro-norte del país. Pero su intento de tomar la capital tropezó con la resistencia de las fuerzas ucranianas, galvanizadas por su presidente ucraniano Volodimir Zelenski que asumió por completo el cargo de comandante en jefe. En la localidad de Bucha se encuentran en las calles cadáveres de civiles ejecutados a sangre fría.
ENVÍO DE TANQUES
La caída de Mariúpol: El 21 de abril, el Kremlin anunció la conquista de Mariúpol, puerto estratégico del mar de Azov, que sus fuerzas asediaban y bombardeaban desde principios de marzo, dejándolo sin las infraestructuras vitales, agua, electricidad y calefacción.
Contraofensivas ucranianas: A principios de septiembre, el ejército ucraniano anunció una contraofensiva en el sur, antes de realizar un avance sorpresa y relámpago de las líneas rusas en el noreste, obligando al ejército ruso a abandonar la región de Járkov, escenario de violentos combates. En el sur, la operación tiene por objeto reconquistar Jersón, única capital regional que cayó en manos de las fuerzas rusas al comienzo de su invasión.
Funesto invierno: A partir de octubre, Rusia atacó sistemáticamente las centrales y transformadores eléctricos ucranianos, con sus misiles y drones, sumergiendo a la población en el frío y la oscuridad. En enero, el ejército ruso, reforzado por unos 300,000 reservistas movilizados desde septiembre y apoyado por los paramilitares del grupo Wagner, vuelve a la ofensiva, en particular en Donbás.
Los combates son intensos, sobre todo en los alrededores de Bajmut, ciudad del este que Rusia intenta conquistar desde el verano. Ante las repetidas peticiones del presidente ucraniano y después de haber dudado durante mucho tiempo por temor a provocar una escalada, los estadounidenses y los europeos prometieron a principios de febrero a Kiev el envío de decenas de tanques pesados, suscitando la ira de Moscú. N
(Con información de AFP)