En Papúa Nueva Guinea, defender a las mujeres acusadas de brujería se ha convertido en una ocupación potencialmente mortal. La Iniciativa Spotlight, dirigida por la ONU y la Unión Europea, promueve una legislación que protegerá a los defensores de los derechos humanos amenazados en el país. Quienes corren el riesgo de violencia, tortura y muerte.
“Cuando estamos tratando de ayudar a otros, o cuando vamos a los tribunales para ocuparnos del caso de alguien, nos enfrentamos a amenazas e intimidación”, dice Mary Kini, de las Redes de Defensores de Derechos Humanos de las Highlands.
Durante más de 14 años, ha estado trabajando para ayudar a las víctimas de la violencia relacionada con la brujería y la violencia de género en Papúa Nueva Guinea. A pesar del alto costo personal que a menudo conlleva.
Kini se unió recientemente a sus compañeros defensores de los derechos humanos Eriko Fuferefa, de la Asociación de Mujeres Colonos Urbanos de Kafe y Angela Apa, de las Mujeres Kup por la Paz en Mount Hagen, para una consulta de tres días sobre el desarrollo de un proyecto de ley de Protección de Defensores de los Derechos Humanos.
“Durante tantos años no hemos sido protegidos y algunos defensores han sido asesinados en el camino”, dijo Fuferefa. “Algunos de ellos son abusados o torturados. Tenemos muchos moretones”.
ACUSACIONES DE BRUJERÍA
Tras la promoción de la Iniciativa Spotlight, ahora hay una mayor implicación política en las cuestiones de violencia contra las mujeres y los niños. Esta ha sido demostrada por la primera Investigación Parlamentaria Especial del país sobre la violencia de género. Además se entregó recomendaciones al parlamento y se ha logrado avances legislativos notables en el área de la violencia relacionada con acusaciones de brujería.
Las prácticas para identificar a los acusados de brujería varían entre distritos, pero en general, cuando alguien ha muerto inesperadamente, la familia del fallecido consultará a un Glasman (hombre) o Glasmeri (mujer). Esto con el propósito de identificar quién en la comunidad es el responsable.
Las acusaciones de brujería por parte de un glasman o glasmeri han llevado a la tortura y el asesinato de docenas de mujeres en toda Papúa Nueva Guinea. Si bien se pueden hacer acusaciones tanto a hombres como a mujeres, la mayoría de las víctimas de la violencia son mujeres.
“Cuando mi marido murió, lo llevamos a su pueblo y allí, su familia comenzó a sospechar que lo había matado. Así que planearon cortarme la cabeza y enterrarme con mi difunto marido”, explica una superviviente. “No era cierto, solo querían matarme”.
“La gente tiene estas normas, estas creencias”, dijo Kini. “Cuando un Glasman o Glasmeri viene y dice algo, la gente reacciona automáticamente a lo que está diciendo”.
REPRESALIAS E INTIMIDACIÓN
La consulta celebrada en asociación con la Iniciativa Spotlight y la Comisión de Reforma Constitucional y Legislativa, fue la primera de las cuatro que tuvieron lugar en marzo en toda Papúa Nueva Guinea. Con el propósito de avanzar en una legislación que proteja mejor a los defensores de los derechos humanos de las represalias o la intimidación en el curso de su trabajo.
Los defensores de los derechos humanos a menudo son atacados cuando ayudan a una sobreviviente de violencia relacionada con acusaciones de brujería. Esto porque se considera que interfieren en una práctica consuetudinaria. O cuando ayudan a las sobrevivientes de la violencia de género a trasladar provincias, porque se considera que se están inmiscuyendo en un asunto familiar.
Según informes de los medios de comunicación, cada año se denuncia un promedio de 388 casos de violencia relacionada con acusaciones de brujería en cuatro provincias de las Tierras Altas. Sin embargo, el miedo a represalias significa que el verdadero número de víctimas es probablemente mucho mayor. N