DE POLÍTICA Y ALGO MÁS
«Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti»: John Donne.
Una anécdota surge a colación. Los amantes del boxeo no me dejarán mentir y recordarán por siempre aquella segunda pelea entre Roberto “manos de piedra” Durán (ídolo de Panamá) y el estadounidense Sugar Ray Leonard. En aquella disputa pugilística Durán pasó de ser el héroe de las masas a una vergüenza nacional. ¿El motivo? En el octavo asalto, tras verse humillado y avasallado por Leonard, Durán simplemente se rindió expresando, exasperado, las palabras “no más”. Y dio la espalda al rival haciendo notable la derrota. A Durán le costaría más de una década de esfuerzo, sudor y sangre lograr la reivindicación con el pueblo.
Hace unos días el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dio mucho de qué hablar tras verse en un video, visiblemente desesperado, expresar las palabras “ya no puedo más”.
Si bien es cierto que se pudo haber sacado de contexto, y que AMLO se refería a que en 2024 terminaría como dice la Constitución su mandato y acallar las voces que dicen que busca perpetuarse en el poder, bien pudo ser la desesperación de verse atacado y acorralado por un tema sensible como lo es el escrutinio al que ha sido sometida su familia y su hijo por el tema de la llamada “casa gris”, de Houston.
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En estos tiempos se ha visto como nunca un fenómeno peligroso que bien puede ser ya una herencia de la cuarta transformación. Lo llamaré: “la venganza como política pública”. Quizá por el fenómeno de las redes sociales y el flujo dinámico de la información del tercer milenio se viven tiempos donde se perdieron los escrúpulos y los códigos que antiguamente se respetaban. Ahora, en las rivalidades políticas se atacan a las familias para dañar al adversario, se exponen detalles íntimos, privados, que lastiman y perjudican al núcleo familiar. Se ha vulnerado la presunción de inocencia, y en esta red de perversiones se involucran todos, medios de comunicación, empresarios, periodistas y políticos.
Bien dicen que cada quien escoge a su verdugo. Hace unos días el presidente acusaba que está en marcha una disputa por la nación con un golpismo mediático, a lo que merece la pena cuestionarse: ¿Cuáles son los bandos? ¿Liberales contra conservadores? ¿La derecha contra la izquierda? ¿Hay intervencionismo estadounidense? ¿Por estas razones el presidente ya no puede más?
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Lo que hizo el presidente desde la mañanera al señalar a Loret de Mola (que fue un escándalo internacional) fue lo mismo que hacen muchos periodistas y medios de comunicación que se prestan a los juegos de venganza políticas. Se revela información cuestionable, se vulneran muchas veces los datos personales, la presunción de inocencia y el debido proceso.
Si bien se pude decir que la prensa no es la responsable de verificar la información porque no es juez, valdría la pena hacer la reflexión del grado de responsabilidad que cada sector tiene en el ambiente político, enrarecido y macabro que se está viviendo en el país. Aquí las venganzas parece que se han institucionalizado y no se vislumbra que esto pueda cambiar. Por el contrario, ante una sucesión presidencial adelantada, el golpeteo político sin escrúpulos se va acrecentando. N
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Carlos Jiménez Rodríguez, liberal, librepensador, 34 años de edad, licenciado en cine y televisión, maestro en administración pública, columnista, se ha desempeñado como servidor público en la Ciudad de México y como asesor legislativo en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.