En 1964, a partir de toda una vida de anécdotas, el autor de Los peones son el alma de juego comenzó un “diario secreto” donde anotó muchos sucesos del mundo literario, incluidos conflictos de pareja. Esta es la historia.
ALEX se acercó a Juan José Arreola para decirle que escribía y le gustaría asistir a su taller. El maestro lo miró dubitativo y José Antonio Camargo, su chaperón, aclaró que las sesiones eran de paga y se cubrían por semestre.
—A los que saben ajedrez los invito a mi casa —dijo Arreola.
—¿Juega? —preguntó Alex.
—No solo juego, me desvelo jugando, ¿y usted?
—En Morelia jugué en el Club Carlos Torre.
—Venga con nosotros.
Arreola, envuelto en su capa negra, pisando charcos, precedía al grupo por las calles con nombres de ríos: Guadalquivir, Nilo, Ganges, Mississippi. Camargo disertaba sobre Ortega y Gasset y la rebelión de las masas.
CUÁL ES LA HISTORIA DE SU DIARIO SECRETO
Los peones son el alma de juego (Alfaguara, 2021) es la más reciente obra del poeta, novelista, activista ambiental y diplomático mexicano Homero Aridjis, una obra que comenzó como un diario secreto y que se convirtió en el vivo retrato del México de una época.
En 1964, a partir de toda una vida de anécdotas, el autor de Los ojos desdoblados (1960) comenzó “un diario secreto”, comenta, “donde anoté muchos sucesos del mundo literario. Me encontré, incluso, con conflictos de pareja”.
A través del personaje de Alex, un joven de 18 años que llega a la Ciudad de México con la secreta intención de convertirse en poeta, el autor cuenta un colaje de historias y anécdotas vividas con personajes como Juan José Arreola, Juan Rulfo, Octavio Paz, Elena Garro, Amparo Dávila, Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares, Philip Lamantia, Francisco Toledo, Luis Buñuel, Nahui Olin y otra gran cantidad de artistas y escritores a los que Aridjis conoció a su arribo a la Ciudad de México, a donde llegó para convertirse en poeta.
Nacido en Contepec, Michoacán, el 6 de abril de 1940, el autor es reconocido por su independencia intelectual, creatividad literaria y originalidad poética.
“Mi padre era griego y mi madre, mexicana. A él le tocó luchar contra los turcos y después vino a México, mientras que mi madre en su infancia vivió la Revolución, en aquel momento había bandidos que robaban señoritas. Ella se escapó de un rapto”, cuenta el poeta.
Aridjis añade que su historia y encuentro con la poesía se iniciaron mucho antes de que las anécdotas de los grandes literatos formaran parte de su vida.
Su primer contacto con la poesía fue en las fiestas cívicas donde asistían personas que declamaban poemas; después leyó Odisea, de Homero, un libro que califica como “uno de los mejores de aventuras”. Se apasionó con El Quijote y tuvo como principal lectura la mitología griega.
QUÉ MOTIVÓ LA SALIDA DE CONTEPEC
Al final de la década de 1950 Homero Aridjis comenzó a involucrarse en la intensa vida cultural de la capital.
“Yo venía de la provincia de un pueblo de Michoacán y llegué a la Ciudad de México con la intención de dedicarme a escribir. La justificación familiar era estudiar periodismo, pero el deseo interno era dedicarme a escribir —literatura—. Entre las primeras personas que conocí al llegar a la ciudad estuvo Juan José Arreola, quien impartía talleres en el Centro Mexicano de Escritores”, relata a Newsweek México el poeta Homero Aridjis.
“Arreola, un apasionado del ajedrez, se dignó a jugar conmigo y le gané. A la una de la mañana me despedí y le dije: ‘Nos vemos la semana próxima’. Él respondió: ‘¿Cómo que la semana próxima? Véngase mañana’. Yo regresé al día siguiente y de revancha en revancha nos hicimos amigos”, recuerda.
Es en ese momento cuando se adentra en un mundo de talleres y tertulias, de complicidades sinceras y envidias aún más hondas —describe—, y cuando también visita cafés y torneos de ajedrez y presencia intrigas amorosas, vanidades y, en medio de todo ello, pasión verdadera por la creación literaria.
Entre sus múltiples experiencias con las grandes figuras literarias de la época contemporánea recuerda el día que ayudó a buscar los dientes de Juan Rulfo.
“Le dijo a mi amigo y a mí que lo ayudaremos a buscar sus dientes porque se le habían caído, y los encontramos. Después nos pidió que lo acompañáramos a su casa y, cuando tocamos la puerta, su esposa salió y nos regañó.
“Nos dijo: ‘¿Qué le dieron de beber a Juan?’. Le dijimos que nada porque nosotros no bebíamos alcohol, pero nos dio un portazo muy enojada. Esas eran situaciones del mundo literario”.
SIEMPRE DESEÓ SER POETA
En 1964, el poeta recibió el Premio Xavier Villaurrutia por su poemario Mirándola dormir, lo que causó la molestia del escritor Carlos Fuentes, quien también se perfilaba como ganador.
“Esta situación estuvo mucho tiempo en el pensamiento de Fuentes. Cada vez que me encontraba en alguna reunión me preguntaba por quién había votado Octavio Paz para el Premio Villaurrutia. Yo no lo sabía, solamente le decía que el jurado estaba integrado por Carlos Pellicer, Francisco Zendejas, Octavio Paz y Rodolfo Usigli”.
El primer deseo que Aridjis tuvo fue el de convertirse en un jugador profesional de futbol, pero muy joven se quedó imposibilitado de poder realizar deportes.
“Fue en la adolescencia cuando sucede mi encuentro con la poesía. Yo sufrí un accidente a los diez años de edad con una escopeta, se me disparó en el vientre y estuve a punto de morir. Permanecí 19 días en el hospital de Toluca.
“Mi padre me regaló dos libros: El rey cuervo, de los hermanos Grimm, y también uno de Emilio Giuseppe Salgari, que escribía novelas de piratas. Cuando regresé a mi pueblo, en Michoacán, volví con mucha avidez por leer más y eso también me impulsó a escribir, así como lo hizo el cine. Mi padre tenía un cine y eso también despertó mi interés, así como el ajedrez”, recuerda el autor.
Así, años más tarde, a su llegada a la Ciudad de México, a los 17 años de edad, Aridjis arribó “bien entrenado” para el ajedrez, con mucho interés por el cine y con una gran vocación literaria.
Ello lo convirtió en uno de los intelectuales de mayor prestigio de la época contemporánea. Su obra ha sido traducida a 15 idiomas y está conformada por más de medio centenar de libros.
CÓMO NACIÓ EL GRUPO DE LOS CIEN
Pero el también ganador del Premio Global 500 de las Naciones Unidas para el Programa de Medio Ambiente, en nombre del Grupo de los Cien, no se limitó a la poesía, sino que expandió su visión hacia una de las graves problemáticas de la Ciudad de México: la contaminación.
En 1985 la contaminación estaba matando a la Ciudad de México. “Yo llegué a recoger pájaros muertos en la Alameda, pero comenzó a haber una censura oficial sobre las notas de medioambiente.
“Entonces formé el Grupo de los Cien con escritores y artistas, donde, entre otros, estaban Octavio Paz, Juan Rulfo, Leonora Carrington, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, así como actores de teatro, y eso me convirtió en un activista por el medioambiente. Después nos enfrentamos a la energía nuclear porque el gobierno de Miguel de la Madrid emprendió la construcción de Laguna Verde y se estaba al borde de un accidente mayúsculo”.
El Grupo de los Cien, que también estaba conformado por científicos, se dedicó no solamente al cuidado y protección ecológica de una ciudad, sino también a la defensa de la biodiversidad en México y América Latina.
Bajo el liderazgo de Homero Aridjis, en 1986 el grupo logró el decreto oficial de protección de los bosques de la mariposa monarca en su hábitat invernal en México.
En 1990 realizó una intensa campaña contra los depredadores de los sitios de anidación de la tortuga marina en las playas mexicanas, lo que tuvo como resultado que el gobierno declarara una veda total a la matanza y comercialización de las especies de tortuga marina en el país.
Fue gracias al ambientalista y al Grupo de los Cien que el gobierno accedió a publicar diariamente reportes sobre la calidad del aire en la Ciudad de México, también se eliminó la gasolina con plomo, y el contenido con plomo en la cerámica se redujo exponencialmente.
Además, a sugerencia del Grupo de los Cien se puso en práctica el programa que limitó la circulación de vehículos en la Ciudad de México un día a la semana.
Aridjis es parte de la generación impulsora de la defensa del medioambiente, pero también de aquella creadora de Pedro Páramo y El llano en llamas (Juan Rulfo); Palabras en reposo (Alí Chumacero); Confabulario (Juan José Arreola); El coronel no tiene quien le escriba (Gabriel García Márquez) y Salamandra 1958-1961 (Octavio Paz), entre otras grandes obras que marcaron una época dorada en la literatura. N