Militares de Malí tomaron el martes el control de una ciudad cuartel cerca de Bamako (la capital) y detuvieron al presidente Ibrahim Boubacar Keïta junto con su primer ministro, Boubou Cissé, en un golpe de Estado.
“Podemos decir que el presidente y el primer ministro están bajo nuestro control. Los hemos detenido en su domicilio [del jefe de Estado]”, declaró el líder militar, bajo anonimato a la AFP. “IBK [el presidente Keita] y su primer ministro están en un blindado rumbo a Kati”, un campamento militar en las afueras de Bamako donde arrancó el motín horas antes, afirmó otra fuente militar rebelde.
Tras su secuestro, el presidente maliense presentó su dimisión y anunció la disolución del Parlamento y del gobierno.
“He decidido renunciar a mi cargo a partir de este momento. No quiero que se derrame sangre si eso significa mantenerme en el poder”, ha anunciado el presidente Keita a través de un mensaje difundido por la televisión estatal ORTM.
Keita, visiblemente afligido, reconoció que no ha podido dirigir al Ejército y lamentó las muertes que se produjeron durante la represión de las manifestaciones del mes de julio.
Condena internacional
La Unión Africana (UA), condenó el golpe de Estado perpetrado por militares en Malí y exigió la “liberación inmediata” del presidente Ibrahim Boubacar Keita y de sus ministros.
Por su parte, los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) reclamaron un “retorno inmediato al Estado de derecho” en Malí.
“La estabilidad de la región y de Malí, la lucha contra el terrorismo deben continuar siendo las prioridades absolutas”, declaró el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, subrayando la “gran preocupación” europea.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Mike Pompeo, condenó “enérgicamente” este miércoles el golpe de Estado militar y exigió que se garantice la “libertad y seguridad de los responsables del gobierno” derrocado.
Situación política
Malí es uno de los países más pobres del mundo, enclavado en el Sahel, y escenario desde hace años de atentados yihadistas y enfrentamientos intercomunitarios.
El país, en su mayoría desierto y con frontera con siete países, está atravesado por el río Níger. Su población de 20 millones de habitantes está integrada por una veintena de etnias.
Esta antigua colonia francesa, independiente desde 1960, fue dirigida por Modibo Keita hasta 1968, año del golpe de Estado militar de Moussa Traoré, depuesto en 1991.
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En 1992, Alpha Oumar Konaré fue el primer presidente democráticamente elegido.
Ibrahim Boubacar Keita, conocido como “IBK”, fue elegido en 2013 y reelegido en 2018, frente al opositor y antiguo ministro de Finanzas Soumaila Cissé, que fue secuestrado a finales de marzo antes de las elecciones legislativas por supuestos yihadistas.
Desde junio, una coalición heterogénea de opositores políticos, responsables religiosos y miembros de la sociedad civil han multiplicado las protestas contra Keita, acusado de mala gestión.
Rebeliones tuareg y ofensiva yihadista
Desde la independencia, Malí ha vivido varias rebeliones de los tuareg, un pueblo nómada del Sáhara de origen bereber que está en contra del dominio de las poblaciones sedentarias negras del sur.
La rebelión de 1990-1994 dejó más de mil muertos. En 2006, varios centenares de exrebeldes volvieron a empuñar las armas. Hasta 2009 hubo numerosos ataques, ofensivas y toma de rehenes, entreverados con acuerdos de paz.
En 2012, el norte de Malí cayó en manos de los grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda que han perpetrado numerosas matanzas.
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Operaciones militares extranjeras
Con la operación “Serval”, impulsada por Francia en 2013, los yihadistas fueron parcialmente expulsados. Después fue reemplazada en 2014 por la operación antiyihadista en el Sahel “Barkhane”.
La Minusma, operativa desde 2013, es una de las misiones más importantes de la ONU.
Desde 2017 se ha sumado la fuerza antiyihadista del G5 Sahel (Mauritania, Malí, Níger, Burkina Faso y Chad).
Estos últimos meses, el ejército francés y el de los países del G5 Sahel multiplicaron las ofensivas, en particular en la zona denominada de las “tres fronteras”, entre Malí, Níger y Burkina Faso.
París ha reivindicado la “neutralización” (asesinato) de varias decenas de yihaditas, entre ellos, la del emir de Al Qaida en el Maghreb Islámico (Aqmi), el argelino Abdelmalek Droukdal, figura del yihadismo en la región desde hace 20 años, en junio.
Pese a las intervenciones extranjeras, la violencia yihadista se ha extendido al centro de Malí y a los países vecinos, Burkina Faso y Níger.
La aparición de un grupo yihadista afiliado a Al Qaeda, liderado por el predicador de la etnia Peul Amadou Koufa, que ha reclutado sobre todo en su comunidad, ha propiciado ataques y represalias entre los peuls, mayoritariamente ganaderos, y las etnias bambara y dogon, que viven principalmente la agricultura.
Pobreza extrema
Con una economía poco diversificada, Malí, primer productor de algodón africano y productor de anacardos, es vulnerable a la fluctuación de los precios de las materias primas. El cambio climático representa un riesgo para su agricultura y la seguridad alimentaria, recuerda el Banco Mundial.
El país es también el cuarto exportador mundial de oro.
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Pero según el Banco Mundial, la pobreza extrema afecta a más del 40% de la población del país, cuyos servicios públicos y la red de carreteras están muy deteriorados y donde la esperanza de vida es de 59 años.
A finales de abril, el Fondo Monetario Internacional, que desembolsó 200,4 millones de dólares, precisó que el “impacto del COVID-19 golpeó fuertemente a una economía ya en dificultades por la situación difícil desde el punto de vista social y de seguridad”. “Las perspectivas económicas se han deteriorado considerablemente y el crecimiento caerá por debajo del 1%, lo que no hará más que aumentar el desempleo y pobreza”, indicó el FMI.
Esplendor cultural
La ciudad de Tombuctú (noroeste) fue un gran centro intelectual del islam. Es conocida por sus decenas de miles de manuscritos.
Los mausoleos de santos musulmanes de Tombuctú, considerados por la población como protectores, fueron parcialmente destruidos por los yihadistas, antes de ser reconstruidos gracias a la Unesco, y forman parte del patrimonio mundial de la humanidad.
Numerosas leyendas de la música africana proceden de Malí, como Salif Keita, Rokia Traoré, el dúo Amadou y Mariam o Ali Farka Touré, así como fotógrafos mundialmente famosos como Seydou Keita o Malick Sidibé.
Con información de Europa Press y AFP.