El movimiento #FigthForHugs recauda dinero para reunir a familias de migrantes que en Estados Unidos fueron separadas en el proceso de retorno voluntario y deportación a México.
EL MOVIMIENTO #FIGTHFORHUGS o Lucha por Abrazos es una campaña que nació en 2019 emprendida por Otros Dreams en Acción (ODA), organización civil cuyos miembros son emigrantes retornados o deportados de Estados Unidos y que fueron separados de sus familias.
Con este movimiento, los integrantes buscan volver a reunirse con sus familias, tal es el caso de Diego Miguel, a quien en 2016 deportaron y separaron de su hijo, Sheamus, quien tenía cuatro años cuando lo apartaron de su padre.
Diego Miguel, mexicano de raíces totonacas que emigró a Estados Unidos a los 18 años, sin documentos, para reencontrarse con su hermano en Carolina del Norte, donde inició una nueva vida, se convirtió en padre del pequeño Sheamus. Sin embargo, sus vidas se detuvieron el 24 de marzo de 2016, tres días antes del cumpleaños de su hijo, cuando Diego fue deportado durante la administración del expresidente estadounidense Barack Obama.
Cuatro años después, y gracias a la respuesta que tuvo la campaña #FigthForHugs, Diego volverá a ver a su hijo, quien viajará por primera vez a México para pasar las vacaciones de verano con su padre y conocer las raíces indígenas de las que desciende, herencia cultural de sus abuelos paternos.
“En ODA, un paso importante en el proceso de reunificación familiar es estar vinculados en todo momento, buscar redes con abogados y clínicas jurídicas, con universidades en Estados Unidos que puedan tomar casos de personas deportadas o retornadas”, apunta Maggie Loredo, cofundadora de ODA, en entrevista con Newsweek México.
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“El niño va a cumplir ocho años de edad, y cuando venga, en mayo, quiere estar aquí tres meses, todas las vacaciones de verano. Este es uno de los casos más grandes y complicados donde vamos a lograr esa lucha por abrazos, y vamos por más luchas por abrazos”, añade la también fundadora de Poch@ House, organización que busca acompañar a mexicanos deportados, lo mismo con un espacio físico de reunión que con asesorías.
En 2015, Otros Dreams en Acción surgió como un colectivo en Ciudad de México y en marzo de 2017 se conformó como asociación civil. En esencia, ODA se escribe y se lee completamente en inglés y en español al ser una organización y comunidad de personas que en, su mayoría, nacieron en México, pero crecieron o vivieron en Estados Unidos de manera indocumentada.
Un abrazo, el símbolo
Antes de que Diego y Sheamus fueran separados, se tomaron una fotografía juntos. Diego toma en brazos a su hijo y ambos miran a la cámara y sonríen. Esta imagen, que muestra la última vez que padre e hijo estuvieron juntos, es el retrato que encabeza la campaña #FigthForHugs y que aparece en algunos de los productos que los miembros venden para obtener los fondos que utilizan para la compra de boletos de avión, pago de visas y asesoría legal.
Para Diego y Shaemus lograron recuadrar 4,000 dólares para pagar la parte legal que diera la custodia a la abuela materna de su hijo y, así, él pueda visitarlo en las vacaciones de verano. En agosto de 2018 hicieron la primera recaudación de fondos, en la que se involucraron voluntarios y gente de la comunidad que organizaron rifas, como la que hicieron en la Universidad Nacional Autónoma de México, al tiempo que mediante charlas explicaban qué es separación familiar, deportación y ODA.
Diego, al ver el apoyo de sus compañeros y de la comunidad, diseñó y elaboró productos como tazas, playeras, sudaderas, bolsas y gorras con su marca F*ck La Migra, en los que lanza una fuerte crítica a las políticas migratorias de Estados Unidos.
Tan solo con la compra de una bolsa, que tiene un costo de 150 pesos, al igual que la taza con la foto de Diego y su hijo, o una playera que cuesta 200 pesos, se recaudan fondos que se destinan a la campaña #FigthForHugs para sustentar los principales gastos en los procesos.
“Son cosas muy concretas para visibilizar, pero también para lograr algo tan tangible en una familia que, por lo regular, se trata de un vocero o vocera de ODA que retribuye a la sociedad y participa en procesos mediáticos y de incidencia”, explica Maggie Loredo.
En la campaña de 2019, la organización Otros Dreams en Acción juntó 11,000 dólares por una campaña digital. Con ese ingreso ya cuenta con un fondo destinado a nuevos casos de reunificación familiar y les permitirá trabajar en la recepción de otros casos.
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En ODA, la mayoría de quienes integran la comunidad vivieron separación familiar, pues fueron alejados de sus hijos, cónyuges, hermanos o, incluso de personas que no llegaron a conocer. La reunificación familiar, además, también resulta ser un tema complicado para los migrantes deportados y retornados.
Desde la asociación se organizan eventos con universidades estadounidenses. Por ejemplo, un miembro de ODA puede solicitar su visa, y si le es aprobada asiste a una de esas universidades para presentar el programa.
“No solo logramos que el integrante represente y haga vinculación con organizaciones, sino también que tenga la libertad de regresar a Estados Unidos y pueda abrazar a su familia a través de este acompañamiento de visas que busca la vinculación con organizaciones en Estados Unidos y monitorear su caso”, añade la cofundadora de ODA.
El que la campaña para Diego haya tenido resultados tan positivos motivó a los integrantes de ODA a continuar con el programa para reunir a más familias que fueron separadas. En la segunda edición incorporarán talleres que ofrecerán abogados de inmigración de Estados Unidos en Poch@ House, espacio cultural de esta comunidad.
“Para mí, mi hijo lo es todo. Todo. Él es todo lo que tengo y por eso, desde que llegué, ni el dinero ni la familia, nada me detuvo para buscar la manera de tener comunicación con él. Valió la pena porque después de cuatro años y con la gente que conozco, organizaciones y gente que dona en las campañas, todo eso me ayudó mucho”, dice Diego mientras une ambas manos con fuerza.
Y agrega: “Antes de que me deportaran yo tenía la custodia temporal. Vivimos juntos un año, ¡imagínate! Estábamos como uña y mugre. Cuando no trabajaba salíamos a donde queríamos y escuchábamos música, a él le gusta mucho hablar. Extraño todo de él, desde lavar su ropa y acomodarla bien”.
Para Diego y Sheamus quedó pendiente el festejo de sus cumpleaños. Mientras el padre cumple años el 26 de marzo, a su hijo le toca el 27 de marzo, y aunque la espera ha sido difícil, mayo de 2020 será un mes importante para ambos.
¿Por qué regresar a México?
Una de las razones por las que los migrantes retornan a México, sin desearlo, se debe a que son deportados o porque viven bajo amenaza de deportación en Estados Unidos.
“A este retorno voluntario muchos lo llaman retorno forzado porque, sistémicamente, nos vemos obligados a regresar a México por la falta de documentos y por el constante miedo a una amenaza de deportación”, señala Maggie Loredo.
La propia Maggie es una mujer retornada. La llevaron a Estados Unidos a los dos años de edad. Allá creció e hizo su vida hasta los 18 años. Vivió indocumentada en el estado de Georgia, “un lugar muy conservador y no tan progresista como sucede en otros condados de Estados Unidos”.
“Soy retornada. Tuve que regresar a México en el año 2008. En Estados Unidos terminé la preparatoria y me vi obligada a regresar a México. Aquí continué mis estudios, y después de muchos años pude iniciar la Universidad en San Luis Potosí para estudiar administración de empresas turísticas”, agrega.
Tras 11 años de vivir en nuestro país, Maggie explica que los apoyos al tema de la deportación no han avanzado lo suficiente en México, sobre todo en el acceso a servicios y los derechos de las personas deportadas y retornadas.
No hay un acompañamiento certero en la obtención de papeles de identificación o revalidación de documentos, precisa: “Sigue siendo un reto y una burocracia el acceso a documentos de identidad. Para tramitar el INE tienes que tener dos testigos si es que no cuentas con un documento de identidad, ¿y si no conoces a nadie? Lo mismo sucede con el pasaporte mexicano, que muchas veces lo traes de Estados Unidos emitido por un consulado, pero acá no te lo aceptan”, agrega.
Ante la dificultad de obtener documentos de identificación en su retorno forzado a México, tales como el acta de nacimiento o la clave única de registro de población (CURP), desde ODA acompañan y asesoran a las personas retornadas deportadas que llegan a Poch@ House.
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En el caso de la revalidación de estudios a migrantes retornados y deportados, el contexto es distinto a la validación de documentos de identidad debido al trabajo de sociedad civil, organizaciones y académicos, pues demandaron hacer cambios en el Acuerdo 286 de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que establece los lineamientos aplicables a la revalidación de estudios realizados en el extranjero, así como procedimientos de acreditación de conocimientos correspondientes a niveles educativos adquiridos en forma autodidacta o por experiencia laboral.
Poch@ House, la casa de todos
Con cinco años de experiencia en acompañamiento a personas retornadas y deportadas, los integrantes de ODA han generado diversos proyectos, talleres y programas que complementen el crecimiento emocional, autoestima e identidad de las personas que regresan a México de manera forzada. De ahí el inicio de Poch@ House, un espacio dedicado a la cultura y el arte que abrió sus puertas en enero de 2018.
En este espacio, localizado en el Centro Histórico de Ciudad de México, se conjunta el arte con el servicio comunitario y las formas de expresión se convierten en herramientas para visibilizar, concienciar y hablar de procesos de sanación a través de la participación de los talleres que hay en casa, desde escritura creativa, de poesía y contar con un micrófono abierto, hasta participar en una obra teatral.
Para Diego Miguel, el haber llegado a este espacio con ODA no solo le permitirá volver a ver a su hijo en este verano, sino también participar con la comunidad a través de su taller de serigrafía.
“Es una comunidad con la que me siento cómodo de compartir tiempo y cosas, de poder apoyarnos entre nosotros. Sé que puedo confiar en la comunidad de ODA porque ellos siempre me han apoyado, tanto en la campaña que hicieron para mi hijo como en el trabajo y vinculándome con otras personas”, señala en charla con Newsweek México.
En Poch@ House también se encuentra Alexandra Rodríguez de Ruiz, una mujer trans que tuvo que huir de México por la transfobia, violencia y persecución de la que fue víctima cuando tenía 16 años. Ella vivía en lo que antes era el Distrito Federal, hoy Ciudad de México.
Alexa retornó a México en el año 2012. En Estados Unidos logró estudiar y hacer activismo por la comunidad LGBT+ y actualmente es consultora en sexualidad y género. Sin embargo, cuando volvió a México le costó mucho encontrar un trabajo y adaptarse a la movilidad de la ciudad e ingresó en Poch@ House como voluntaria para dar clases de inglés hasta conformarse el programa “Inglés pa’l barrio”.
“Me sentí como en casa por la labor que ellos y ellas hacen. Es un lugar donde hablo spanglish y donde la gente como yo nos identificamos con cosas en común y biculturales, bilingües, binacionales. Gracias a ellos me pude reinventar porque empecé como voluntaria dando clases de inglés. Gracias a Poch@ House obtuve una beca en la Universidad de Dayton y todo esto me reinventó”, dice Alexa en entrevista con este medio.
En Poch@ House la filosofía es creer en el arte como una manera de sanación, concienciación, visibilización y de hacer activismo. Aquí reciben a los retornados o deportados con una taza de café y galletas, y todos hablan de quiénes son para darles confianza a los recién llegados y que cuenten sus historias con el objetivo de ayudarlos, monitorear sus casos, resguardar sus datos para acompañarlos y estar pendientes de las incidencias.
De acuerdo con Loredo, las primeras semanas, tras su regreso, los migrantes no tienen dinero. Empero, usan el espacio para conectarse con sus familiares mediante las redes sociales, hacer su currículo, buscar trabajo o tramitar el papeleo que necesitan para obtener sus documentos de identidad.
“Somos más que solo historias tristes. Podemos colocarnos en nuestros barrios y podemos contribuir a la sociedad”, concluye Maggie.