De los cerca de 700 cadáveres de personas que se reciben cada año en la Dirección de Investigación Pericial de la Fiscalía General del Estado (FGE), alrededor de 15 cuerpos no son identificados por sus familiares, así lo informó el titular del área, Jorge Sosa Medina, quien destacó que en los últimos años la cifra se ha mantenido constante.
“En los últimos 10 años, yo le diría con una aproximación muy real que estamos teniendo entre 10 y 15 cadáveres desconocidos al año, esa es la incidencia que tiene Aguascalientes; esto es muy diferente a lo que ocurre en otros estados como Guerrero, Michoacán, Jalisco o Tamaulipas, pero afortunadamente Aguascalientes tiene muy poca incidencia de personas no reclamadas o desaparecidas”.
En su mayoría se trata de personas del sexo masculino –prevalencia de 80% de hombres y 20% mujeres-, de una edad estimada entre 35 y 45 años, y cuya muerte se debió a accidentes automovilísticos o por muerte natural en la vía pública.
En ese lapso, sólo se han contabilizado dos cadáveres de personas que fueron víctimas de homicidios dolosos, vinculados al crimen organizado, y que al parecer se trata de personas procedentes de otros estados de la República.
“Generalmente son atropellos o gente que fallece en las calles, indigentes, son los que más tenemos en resguardo en el laboratorio; de lo que me acuerdo, en los últimos 10 años son sólo dos por homicidios dolosos y que son cadáveres que considero que no son del estado de Aguascalientes, sino que de alguna manera los traen los homicidas y los tiran aquí”, refirió.
En comparación con otras entidades, la problemática de cadáveres no reconocidos en Aguascalientes es mucho menor, pues hay entidades que además de no contar con los espacios suficientes para albergar los cuerpos por la alta incidencia delictiva, tampoco realizan los protocolos apegados a las disposiciones de ley, comentó Sosa Medina.
“Hubo el caso de Jalisco, en donde se encontraron 450 cadáveres en dos tráilers, no tenían la infraestructura, pero obviamente la incidencia delictiva de Jalisco era muy superior a lo que tenemos en Aguascalientes”.
De acuerdo a las disposiciones federales, los cadáveres que no son reclamados por sus familiares o personas allegadas deben permanecer por lo menos un mes en la Dirección de Servicios Periciales, aunque en el caso de la Fiscalía General del Estado, el promedio de resguardo puede extenderse hasta los tres o cuatro meses.
Una vez rebasado ese plazo, se realizan los trámites legales para inhumar los cadáveres que no fueron reclamados en la fosa común, no sin antes tomar las muestras genéticas del cuerpo en caso de que posteriormente pudiera ser reclamado.
“Cuando cumplen los cuatro meses, nosotros nos ponemos de acuerdo con el señor vicefiscal y él inmediatamente nos da los elementos jurídicos para que nosotros podamos inhumar los cadáveres en la fosa común, pero cumpliendo la normatividad nacional que nos habla de que los cadáveres se tienen que inhumar sólo uno, o máximo dos, por fosa”, agregó.
La capacidad de almacenamiento del área pericial de la fiscalía es de 28 cadáveres, pero se procura que no se sature al 100%, por lo que normalmente se resguardan entre 15 y 20 cadáveres.
Protocolo de identificación de los cadáveres
Para la identificación de los cadáveres, se aplican diversos protocolos que van desde las características físicas de la persona, sus pertenencias al momento del fallecimiento, así como estudios genéticos para identificar su ADN y condiciones de salud, entre otras cosas.
La primera labor de identificación es realizada por el área criminalística, que verifica las condiciones en las que fue encontrado el cadáver y el lugar de los hechos.
Posteriormente, se hace una revisión minuciosa de diversos elementos que pueden significar indicios para la identificación del cuerpo, tales como la ropa, accesorios, complexión física, tatuajes, piercings o perforaciones, entre otros, añadió el director de Investigación Pericial, Jorge Sosa Medina.
“En el área médico-legal se hacen las revisiones para tener el perfil de las personas como la nariz, el cabello, los ojos, las cejas, el color, el bigote, la barba, una serie de investigación que hace el médico, la talla, la estatura y también los tatuajes y sus características”, indicó.
También se realizan radiografías con rayos “X” a todos los cadáveres, a fin de identificar la presencia de alguna placa o prótesis que permita facilitar la identificación.
La última parte del proceso es la realización de un estudio genético, en donde a través del ADN se puede cruzar la información del fallecido con sus familiares.
“Todos los cadáveres que no están identificados se les toma una muestra para el estudio genético, de forma inmediata, para que así todas las personas que vienen a reclamar un cuerpo se les toma una muestra de sangre y se ingresa en la base de datos que tenemos con la codificación genética de los cuerpos que no están identificados”.
Todo el protocolo puede llevarse entre tres y cinco días.