La tormenta deficitaria del arte de gobernar nos coloca en una utopía racional que nos demanda reconstruir nuestra comunidad, esa novedad demanda la actuación del “yo” para darse cuenta de lo que ocurre. Un página nueva que “maride” los valores de la democracia, libertad, autonomía, carácter, valores y virtudes como elementos civiles de un edificio para las circunstancias de hoy, virtudes que manumiten la manipulación, las opresiones, las promesas incumplidas…, llorar, lamentarse, hincarse, no son opciones de los movimientos sociales del presente siglo; es un tema de todas y todos, nadie está exento de aportar sinergias, voluntad, conocimiento, opinión, dialogo, discusión, para las decisiones colectivas, las cuales ya tomadas al gobernante solo le queda administrarlas. Esa es la lógica.
Utopía es un concepto de la dinámica social que nos ennoblece y compromete, se trata de construir en un lugar que no existe. La vida compartida se basa en hacernos cargo unos de otros, en una sociedad somos responsables del Otro, el eje es el diálogo, la deliberación, participación, cooperación, los apoyos mutuos que garantizan una solidaridad óptima en la sociedad. La conducción de los partidos no fue suficiente, sus “curvas de Gauss” se agotaron, las direcciones políticas sentaron sus reales solo en el ejercicio del poder que el Estado de Derecho les reconoce, olvidaron el sentido de la real política, se quedaron en maquinarias electorales, no encontraron el interés público. No podemos dejar en el olvido que el sujeto reconoce a la persona como nutriente de ciudadanía, avenida que determina un éxodo hacia la responsabilidad social irrenunciable, Dios no nos salvará si “no nos ayudamos”. Las personas discuten consigo mismo, con los demás, se oponen a la soberbia del poder, debaten con Dios, la humanidad se descubre en la subjetividad. Pico della Mirandola nos compartió esta reflexión intensa, sabia, coherente: “Te hemos creado como un ser que no es ni celestial ni terrenal; ni mortal ni inmortal. Antes bien, tú, como escultor y poeta de ti mismo plenamente libre y que trabaja para su propio honor, te darás la forma en que tú mismo quieras vivir…”. La reflexión nos deja en manos de la cuarta pregunta de Kant, ¿qué es el ser humano?
Condenar el neoliberalismo sin una propuesta que lo supla es una barbaridad política, “el ciego guiado por el ciego” los líderes son la necesidad de la conducción, del abanderamiento, los buenos liderazgos salvan a las sociedades del despotismo del poder con todos sus rostros. El liberalismo es un apologista de la libertad individual que se afirme frente al Estado, minusvalía la sociabilidad, aleja al individuo de la comunidad. Pero los individuos viven en sociedad, en comunidades, en organizaciones de ciudad, en demarcaciones políticas…, las relaciones se establecen no son imaginaciones, ni sueños, la defensa de los intereses colectivos nacen de la defensa de los intereses personales, la prueba es la cohesión de las interlocuciones. Dos mundos asociados el personal y el social. Todo relato de la vida social dependerá de “un mísero detalle”: la educación y la cultura. “Ergo”, cada época garantiza el poder de los pudientes sobre los débiles, y diseñan el tipo de instrucción y educación que detone una cultura prediseñada. El neoliberalismo se sostiene en cuatro columnas esenciales: libertad individual de manera absorbente; libertad de iniciativa en concordancia con la libertad individual; privacidad en clave de realización humana; competitividad en un sentido de superación. Sin tapujos considera que el Estado no es la solución, empero lo respeta materialmente aceptando las reglas.
Disolver el sujeto, a mi juicio, no es la solución, las reflexiones en cada día tiene diferentes modos, tiempos y lugares. La sociedad de la comunicación nos demanda un ecléctico que amase muchas variables para dar un rostro robusto de una vida compartida con buenas prácticas. Una “caja negra” que responda a las nuevas circunstancias. Sin bien es cierto que el sujeto y el individualismo no son la perfección, no menos cierto es que el Estado tampoco lo es. Debemos diseñar el humanismo de la era de la velocidad de la luz, de las pantallas, de la posverdad, del peligroso pospensamiento…, el humanismo recobrará los espacios necesarios para salir adelante, la técnica abrazada por el humanismo es la clave de los misterios de la vida social, ambos reivindican la necesidad de lo necesario.
La distorsión política nos ha llevado a las y los ciudadanos al Monte de Piedad a pignorar nuestras virtudes, hemos perdido la boleta de empeño de la dignidad, nos prestaron muy poco por la confianza, hemos hipotecado el honor…, así poco a poco la política nos ha esquilmado sin misericordia; ello contribuye a nuestra pobreza explicable; la mercadotecnia política nos convence de comparar políticas públicas sin razón y superfluas, somos refractarios a los planes y programas, nos gustan los discursos de la simulación.