No debemos bajar la guardia en lo que se refiere a prevención, tratamiento y derechos humanos.
EN 1984 se detectó el primer caso de VIH en México. En ese entonces no había ningún tratamiento para controlar el virus; apenas se sabía que el mecanismo principal de transmisión era la vía sexual; se creía que era algo que afectaba exclusivamente a los homosexuales y que inminentemente provocaba la muerte. Treinta y cinco años después las cosas han cambiado, pero aún estamos lejos de detener el avance del VIH.
Desde sus inicios, la epidemia en el país ha estado concentrada en algunas poblaciones clave, como es el caso de los hombres gays y bisexuales, así como las mujeres trans, quienes tienen una prevalencia de VIH de más de 12 por ciento en todo el país. Si bien hay otros grupos afectados como los usuarios de drogas inyectables o las mujeres heterosexuales, la mayor cantidad de casos la concentra nuestra comunidad. Por ello no debemos bajar la guardia en lo que se refiere a prevención, tratamiento y derechos humanos.
Hoy en día, gracias a los antirretrovirales, la esperanza de vida de una persona con VIH puede ser la misma que la de alguien que no tiene el virus, siempre y cuando tenga una buena adherencia a los medicamentos. Las personas con VIH en México tienen acceso gratuito a medicamentos de última generación que provocan pocos efectos secundarios y que permiten, a quien los usa, tener una buena calidad de vida.
Ademés lee: Homofobia en el mundo, hoy
En materia de prevención, además del condón ahora existen otras formas de prevenir el VIH: la primera es la profilaxis preexposición (PrEP por sus siglas en inglés), que consiste en consumir una píldora diaria que permite evitar la transmisión del virus. También existe la profilaxis posexposición, que se puede consumir después de haber tenido una relación sexual de riesgo. Además, diversos estudios han mostrado que una persona que vive con VIH que utiliza medicamentos y cuya carga viral es indetectable, no puede transmitir el virus. A esto se le llama “tratamiento como prevención”.
Si bien hay buenas noticias, no hay que olvidar que cada año, de acuerdo con el Censida, hay aproximadamente 12,000 personas que son detectadas con VIH en México. Además, la tasa de mortalidad por sida se ha mantenido estable en la última década, lo cual quiere decir que cientos de personas aún mueren por causas relacionadas con el VIH, sobre todo porque no son detectadas oportunamente. Por si fuera poco, vivir con VIH sigue siendo uno de los motivos de discriminación más comunes en México, según cifras de Conapred.
Te puede interesar: Los 41 en pie de lucha
Debido a diversos cambios en la administración pública, la respuesta a la epidemia del VIH en México atraviesa por un momento difícil: el gobierno federal canceló los apoyos a organizaciones de la sociedad civil que realizan actividades de prevención y detección de VIH con poblaciones clave. Por otro lado, los cambios en el mecanismo de compra de los medicamentos provocaron desabasto y cambios de esquemas de tratamiento en todo el país. Sumado a los recortes de personal en todo el sector salud, existe el temor de que los avances logrados se puedan empezar a revertir.
Hoy más que nunca, a la comunidad LGBT nos toca exigir que se garantice nuestro derecho a la salud y, al mismo tiempo, nos toca seguir cuidándonos, nos toca hacernos la prueba de VIH y otras infecciones de transmisión sexual y nos toca dejar de estigmatizar a las personas que ya tienen el virus. Solo así podemos llegar a tener cero nuevas infecciones, cero muertes por sida y cero discriminación.
—
Doctor en salud pública. Oficial de Incidencia de la International Planned Parenthood Federation.