Frente a la dificultad de alcanzar acuerdos en ejercicios públicos, reuniones o plataformas digitales, el chatbot mexicano Yeeko es una alternativa que escucha a personas, organiza consultas y transparenta resultados.
La conversación digital comienza con un “Hola”: El bot te saluda, se presenta con algún detalle de sí mismo, y te hace una pregunta, a la que acompaña dato, después otra pregunta… Las respuestas son almacenadas, procesadas y comparadas con la información que de otras personas a través de algoritmos. La cadena concluye cuando la información arrojada es utilizada por alguien para generar de acuerdos.
Así funcionan los chatbots, programas conversacionales, desarrollados por mexicanos en Yeeko Inteligencia Colectiva, una empresa social perteneciente a la Alianza Latinoamericana para la Tecnología Cívica, que operan a través de Facebook y pretenden ser una herramienta para organizaciones y servidores públicos en procesos participativos.
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Es decir, la programación de los bots simula una charla escrita entre dos personas a través de Facebook Messenger, y el usuario humano puede elegir entre diferentes opciones que se le presentan o escribir preguntas, quejas e, idealmente, propuestas.
Según información de Yeeko, si el bot se configura para recabar propuestas y jerarquizarlas, tiene la capacidad de filtrarlas con base en la votación de otras personas que participen en el ejercicio, de ahí que las propuestas sin apoyo dejarán de aparecer.
Ricardo Sanginés, director de Yeeko, señala que estas herramientas llevan a la apertura y a la transparencia en gobiernos y organizaciones, además permite construir consensos y mantener una constante comunicación.
“Motivas la transparencia y la rendición de cuentas, queda más claro qué es lo que estás haciendo. Fortalece el proceso de participación de las instituciones, colectivos o movimientos y mejora la pertenencia de las personas a ellas. La toma de decisiones es un proceso de la vida colectiva”, comenta.
Las personas, dice Sanginés, buscan acciones para contribuir con un cambio en el país, tienen energía, organizan movimientos, actividades culturales, hacen dibujos y carteles. “Creo que al menos a los jóvenes sí les interesa cambiar las cosas”, comenta.
Según Sanginés, la idea de una plataforma digital que permitiera crear acuerdos surgió tras su participación en el movimiento #YoSoy132, que organizó diferentes protestas contra el entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto y que se regulaba bajo un sistema de asambleas.
De pronto, “se empezaron a trabar las cosas a la hora de crear acuerdos, cuando nos juntábamos todos e íbamos a decidir qué postura tomar. Muchas veces, las interuniversitarias duraban más de 24 horas y eran procesos súper desgastantes”.
Por ello, Sangines considera que los procesos participativos sin un moderador calificado de por medio pueden resultar desgastantes y la gente que estuvo presente termina cansada en lugar de estar contenta de haber contribuido.
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Un proceso colectivo exitoso sucede cuando hay un moderador muy capaz y lo que hicimos fue virtualizar esta figura, comenta Sanginés.
La materialización de esta iniciativa fue primero a través de publicaciones en redes sociales, después se convirtió en una plataforma web que planteaba preguntas y las personas debían responder con sus propuestas. El más reciente desarrollo es el chatbot en Facebook que simula una conversación.
“Una de las cosas que aprendimos creando y estudiando los chatbots es cómo la gente se relaciona con ellos. Aprendimos que usar GIF, emojis y ciertas expresiones, cierto nivel de personalidad es muy importante”, comenta Ana Quintero, encargada de Operaciones y quien crea las respuestas de los programas.
En ocasiones, dice, hay aliados o clientes que nos piden que los bots sean formales, pero el objetivo es dar calidez: “tienes que cambiarle, darle ese giro de personalidad y de cómo usaría una persona normal messenger”.
Consultas y mano alzada
Tres meses después de ganar las elecciones presidenciales, Andrés Manuel López Obrador organizó una consulta para decidir si se continuaba con la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco o se optaba por habilitar para fines comerciales el aeropuerto militar de Santa Lucía.
Durante el proceso se reportaron errores en la conectividad de la aplicación que validaba la identidad de las personas, además hubo quienes votaron más de una vez y se denunció sesgo en la selección de los lugares donde se instalaron las casillas.
A pesar de que el equipo del entonces presidente electo reconoció irregularidades dijo que los resultados avalaron la cancelación del NAIM y reportó una participación de 1 millón 67 mil 859 personas.
Apenas en abril, López Obrador pidió a los asistentes a un mitin levantar la mano si estaban de acuerdo con el proyecto para establecer el Corredor Transístmico que pretende conectar el Golfo de México con el Pacífico.
“Se va a ampliar el puerto de Salina Cruz y el Puerto de Coatzacoalcos. Se va a construir de nuevo la línea férrea, es decir, vamos a invertir para tener un tren de carga de contenedores desde Salina Cruz a Coatzacoalcos, pero ese tren también va a ser de pasajeros”, dijo el mandatario.
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Sanginés dice al respecto que plataformas como Yeeko son una herramienta funcional en países de América Latina y México en donde las prácticas participativas se concentran en la votación mientras que las otras desincentivan a las personas y son poco prácticas.
Si bien acepta que estos procedimientos tienen un costo operativo muy grande y requieren de muchas personas en campo, lo que puede ser complicado, asegura que hay iniciativas para realizar este tipo de ejercicios en países como Argentina que se usan para evaluar el desempeño de municipios.
“Las consultas se están limitando a la última parte, que es compleja operativamente porque implica ir a campo y poner las opciones. Puede haber ejercicios mucho más enriquecidos y contar con una herramienta en internet, especialmente para ideas, que te permite complementar y enriquecer este ejercicio”, comenta Sanginés.
“Algo que puede aportar Yeeko es que se pueden construir consultas muchísimo más completas y más inclusivas. No tienen que ser dictadas, opción A contra opción B, sino que puede ser un proceso mucho más enriquecido de participación, de ciudadanía, de apertura sin dejar de hacer lo presencial”.
Entonces, dice, hay una mejor discusión y es una manera barata porque se prescinde del papel y se necesita únicamente una labor de difusión. “Se puede hacer esa parte sin dejar de hacer las boletas y la parte presencial de ir a votar”, añade.
En este sentido, explica, los chatbots están diseñados para operar idealmente de entre quince a 2,000 personas y tiene como ventaja que “conversa con cada una, es la diferencia de un grupo de Whatsapp, donde no llegas a nada y a discusión se vuelve caótica”.
Los datos y la generación de perfiles
Yeeko desarrolla sus chatbots a través del servicio de mensajes de Facebook y, aunque la red social ha sido acusada por mal manejo de los datos personales de los usuarios, la empresa afirma que no genera perfiles ni reporta datos de los individuos.
“Lo que guardamos son datos de relevancia hacia los ejercicios que se realizan. Si no tienen relevancia no se tocan, ni sus likes, comentarios o posts”, explica el programador de la compañía, Lucian Marcos.
Según la empresa, se almacena, con un sistema de encriptación, el nombre y la foto de perfil, aunque no cuentan con un sistema de anonimato y pretenden llevar esta tecnología a otras plataformas en internet.
La búsqueda de acuerdos a través de procesos deliberativos tradicionales requiere de tiempo, espacio y presencia, algo que ha cambiado debido a las nuevas tecnologías. Si bien las plataformas en línea sirven para mostrar indignación, se enfrentan con el reto de la fugacidad y la dificultad de convertirse en políticas públicas eficientes.