El cerebro siente y responde a los cambios en el campo magnético de la Tierra, un sentido conocido como magnetorrecepción.
El campo magnético de la Tierra es lo que provoca que una brújula apunte al norte, pues la punta es atraída por el polo norte magnético. Sin embargo, este polo se mueve constantemente. En este momento, se mueve de Canadá hacia Siberia a un ritmo inesperadamente rápido, algo en que los científicos trabajan actualmente para entenderlo.
El ser capaz de usar el campo magnético para navegar es un fenómeno que se encuentra en todo el reino animal. Por ejemplo, las aves migratorias y las tortugas marinas lo usan como parte de sus sistemas internos de navegación para viajar grandes distancias a lo largo y ancho del mundo.
Sin embargo, la investigación sobre la magnetorrecepción en humanos ha sido limitada. “Se ha demostrado, en estudio tras estudio, que aves, abejas, peces, murciélagos, topos y muchos otros animales tienen un sentido de navegación magnética”, dijo a Newsweek Joseph Kirschvink, de Caltech. “Dicho de otro modo, usan el campo magnético de la Tierra como un medio para obtener información sobre la dirección en que se mueven o quieren ir, de forma más o menos similar a [cómo] los humanos han usado la puesta y salida del Sol y las estrellas en la noche para orientarse.
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“Dada la ubicuidad de organismos que tienen alguna forma de sentido magnético, la ausencia de dicho sentido en los humanos sería más sorprendente que su existencia. Dicho esto, los intentos anteriores de demostrar la existencia de un sentido magnético en humanos han fallado en la crucial “prueba de fuego” de la ciencia; estos estudios no pudieron reproducirse”.
Kirschvink dijo que el problema de probar la magnetorrecepción en humanos radica en las condiciones experimentales que implica. Hay demasiadas variables involucradas que podrían afectar los resultados. Por ejemplo, en algunos experimentos, los participantes fueron vendados de los ojos y transportados a otra ubicación, luego se les pidió que señalasen de qué dirección provenían. “Tales estudios carecían de los rigurosos controles experimentales necesarios”, comentó él. “Los voluntarios podían obtener información consciente o inconscientemente sobre sus alrededores y orientarse con información diferente al campo magnético y, por lo tanto, ‘hicieron trampa’ intencional o inconscientemente”.
En su estudio más reciente, Kirschvink y sus colegas de Caltech y la Universidad de Tokio hallaron evidencia para sugerir que el cerebro humano siente y responde al campo magnético de la Tierra. En un estudio pequeño —solo 18 participantes—, el equipo monitoreó la actividad eléctrica de los cerebros de las personas mientras manipulaban el capo magnético. Sus hallazgos, publicados en la revista eNeuro, sugieren que los humanos sí tienen magnetorrecepción.
“Al contrario de los experimentos conductuales, que son difíciles de constreñir adecuadamente, un experimento pasivo con EEG [electroencefalograma] nos permitió introducir múltiples controles para no solo eliminar las confusiones sensoriales y artefactos no magnéticos, pero también para eliminar de manera definitiva la inducción eléctrica y la química cuántica como medios potenciales por los cuales los estímulos del campo magnético podrían entrar al cerebro”, señaló Kirschvink. El equipo halló que hay una disminución en la actividad cerebral después de cambios cortos y controlados en la dirección del campo magnético alrededor del participante.
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Se necesita investigar más para entender la magnetorrecepción en humanos. Por ejemplo, los hallazgos solo se relacionaron con personas quienes viven en el hemisferio norte, donde se llevó a cabo el experimento. “¿Qué sucede en el hemisferio sur? ¿La gente que nació y creció allí responde a los campos magnéticos ascendentes, en contraste con los norteños, quienes están acostumbrados a que el campo descienda? ¿Y qué sucede con el ecuador geomagnético en lugares como Palaos, o en el espacio?”, dijo Kirschvink.
“Hay muchas cosas que necesitamos hacer. Dado que ahora sabemos que el sistema sensorial magnético que usaron nuestros ancestros distantes no se perdió del todo, podríamos hallar maneras de convertirlo en una percatación consciente”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek