Un niño de cinco años escribió en un papelito lo que él estaba convencido que las maestras le dirían a sus papás sobre su trabajo en la escuela: «lo ase ermoso».
La reacción ante la frase no pudo ser más que de ternura. Sin regaños de por medio, esa notita se colocó en el refrigerador, al lado de los lindos dibujos de un superhéroe y un lagarto.
Cinco años después, ese mismo niño escribió:
«Hola, papá:
¡Feliz cumpleaños!, eres el mejor [y sigue y sigue]».
Sin duda, la primaria le había sentado bien. Pero la mirada adulta se quedó fija en un pequeño detalle: la coma escrita después del signo de admiración. ¿Acaso esa coma estaba bien? Se ve raro. No es de uso común. Es muy posible que sea un error.
Y resulta que sí, que de todos se puede aprender. Intencionalmente o no, el niño estaba en lo correcto, y la mirada adulta que se había obsesionado con una diminuta coma, con ese pequeño signo ortográfico, aprendió algo nuevo.
La Real Academia de la Lengua Española lo explica de la siguiente manera: «después del signo de cierre de interrogación o exclamación se puede escribir cualquier signo de puntuación salvo el punto», y pone como ejemplo la siguiente frase: «¡Ah!, olvidaba darte esto».
Es importante señalar que, entre otros, los signos de puntuación son: punto, coma, punto y coma, comillas, paréntesis y puntos suspensivos.
Como el punto está vetado de acuerdo con esta regla, veremos qué pasa con los demás:
«¡Feliz cumpleaños!… eres el mejor».
«¡Feliz cumpleaños!; eres el mejor».
«Hola, papá, (¡feliz cumpleaños!) eres el mejor». [En este ejemplo se modificó la posición del saludo para que el texto siga teniendo el mismo sentido, pero poder agregar el paréntesis después del signo de interrogación].
Quizá la frase del niño quedaba mucho mejor sin poner un signo de puntuación después e iniciando la siguiente frase con mayúscula. O hubiera funcionado también con el punto y coma, que estaría permitido al ser oraciones yuxtapuestas (oraciones que comparten valor sintáctico pero no están enlazadas, es decir, que van juntas pero no revueltas).
Sin embargo, haberlo escrito así dejó para esta historia una respuesta y una nueva carta colgada en el refrigerador.