Parece que una dieta baja en carbohidratos ayuda a las personas con sobrepeso y obesas a conservar el peso perdido a la par que aumenta la cantidad de calorías que quema una persona, según han descubierto los científicos.
En una prueba a 164 adultos con edades entre 18 y 65 años con un índice de masa corporal superior a 25, los investigadores controlaron lo que la gente comió en el transcurso de 20 semanas. Durante este periodo, el equipo, encabezado por el Hospital Infantil de Boston y la Universidad Estatal de Framingham, monitorearon en cada persona el peso, la secreción de insulina, las hormonas metabólicas y la cantidad de calorías que quemaba.
Los hallazgos, publicados en BMJ, sugieren que una dieta baja en carbohidratos y su efecto metabólico podrían usarse como un tratamiento contra la obesidad.
David Ludwig, uno de los autores del estudio y codirector del Centro para la Prevención de la Obesidad de la Fundación New Balance en la División de Endocrinología en el Hospital Infantil de Boston, dijo que este es el estudio alimenticio más grande y más duradero que investiga el Modelo Carbohidrato-Insulina. “Según este modelo, los carbohidratos procesados que inundaron nuestras dietas durante la época baja en grasas han aumentado los niveles de insulina, provocando que las células adiposas almacenen calorías en exceso”, dijo él en una declaración. “Con menos calorías disponibles para el resto del cuerpo, el hambre aumenta y el metabolismo se vuelve lento, lo cual es una receta para ganar peso”.
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Durante el estudio aleatorio, los participantes fueron divididos en tres grupos: dietas altas, moderadas o bajas en carbohidratos. En cada grupo, la ingesta de calorías se ajustó para conservar el peso perdido, en vez de que siguieran perdiendo peso. Durante las 20 semanas, el equipo monitoreó el gasto de energía. Hallaron que el grupo bajo en carbohidratos quemó muchísimas más calorías en comparación con el grupo alto en carbohidratos: 250 kilocalorías en promedio.
Esto estuvo más pronunciado entre la gente con la secreción de insulina más alta en el punto de partida. Esto puede ser una señal de resistencia a la insulina, lo cual es característico de la diabetes tipo 2.
Los autores dicen que la diferencia en el gasto de calorías entre los grupos continuó a lo largo de las 20 semanas sin alguna señal de que el efecto disminuyese. Esto equivaldría a una pérdida de peso de nueve kilos en tres años, a pesar de que no hubo un cambio en la ingesta general de calorías.
Cara Ebbeling, coautora y codirectora de la Fundación New Balance, dijo: “Nuestras observaciones cuestionan la creencia de que todas las calorías son las mismas para el cuerpo. Nuestro estudio no midió el hambre y la saciedad, pero otros estudios sugieren que las dietas bajas en carbohidratos también disminuyen el hambre, lo cual puede ayudar a perder peso a largo plazo”.
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Los autores señalan que el estudio tiene varias limitaciones. Por ejemplo, hacen ciertas suposiciones relacionadas con el gasto total de energía que podría llevar a errores. Tampoco llevaron a cabo el estudio en un marco clínico: a los participantes se les dieron comidas y se les dieron estrategias para cumplir con las dietas en casa. Esto pudo haber resultado en incumplimiento, y otros factores dietarios no reconocidos pudieron haber producido los resultados vistos.
El problema final se relaciona con cómo se pueden traducir los hallazgos en recomendaciones de salud pública. El metaanálisis —en el que los científicos evalúan muchos estudios en conjunto— de las investigaciones anteriores muestra solo ventajas pequeñas en las dietas bajas en carbohidratos.
En conclusión, el equipo dice que se necesita investigar más para valorar las dietas bajas en carbohidratos y su efectividad en conservar el peso perdido.
Los riesgos de salud de las dietas bajas en carbohidratos también están siendo explorados al momento. La investigación presentada ante la Sociedad Europea del Congreso de Cardiología en agosto indicó que las personas quienes consumen una dieta baja en carbohidratos tenían mayor riesgo de morir de enfermedades cardíacas coronarias, apoplejía y cáncer. Los hallazgos, basados en una investigación que todavía no se ha publicado, indican que la seguridad a largo plazo de las dietas bajas en carbohidratos no se ha evaluado por completo.
Maciej Banach, de la Universidad Médica de Lodz, Polonia, dijo en una declaración: “Las dietas bajas en carbohidratos podrían ser útiles al corto plazo para perder peso, bajar la presión sanguínea y mejorar el control de glucosa en la sangre, pero nuestro estudio sugiere que, a largo plazo, están vinculadas con un mayor riesgo de muerte”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek