De acuerdo con World Economic Forum, en México se gastan alrededor de 366 litros de agua por habitante, lo que lleva al país a ocupar la quinta posición a nivel mundial en el consumo medio por habitante más alto, solo por debajo de Estados Unidos (575 litros), Australia (493 litros), Italia (386 litros) y Japón (374 litros).
Hoy en día, se estima que alrededor de 2,500 millones de personas, es decir, el 36% de la población mundial, se encuentran bajo “estrés hídrico” debido al crecimiento demográfico y económico que se vive, es decir, enfrentan problemas como la escasez física del agua (cuando la demanda de agua es mayor que el suministro) o la escasez económica del agua (cuando existe el recurso, pero por alguna razón económica no es posible hacer uso de él).
Actualmente, del total de las extracciones de agua a nivel mundial, el 66% se utiliza para la agricultura (en regiones poco fértiles puede llegar a alcanzar el 90% de las extracciones) y el 34% restante se divide entre el abasto a los hogares, con un 10%; la industria, con un 20%, y el evaporado de depósitos, con un 4 por ciento.
Y es que el proceso productivo de alimentos conlleva grandes cantidades de agua, por ejemplo, para una taza de té son necesarios 35 litros de este líquido; lo mismo sucede con una taza de café, que ocupa 140 litros de agua; una copa de vino necesita 120 litros; una hamburguesa 2,400 litros y un kilo de carne de res necesita aproximadamente 15 mil litros de agua.
Por otra parte, en América Latina menos del 20% de la población tiene acceso a sistemas de saneamiento adecuados a las demandas de consumo. Ejemplo de ello es la Ciudad de México, que tiene al menos 23 millones de habitantes, lo que provoca que rebase la capacidad de su sistema de agua y su sistema de saneamiento.
Según el artículo, se estima que, para mediados de este siglo, alrededor de 2,000 millones de personas en oriente medio y el norte de África vivan en zonas de escasez de agua absoluta y 5,000 millones de personas más vivan en regiones geográficas con escasez física o económica de agua.
Por lo anterior, es necesario recurrir a tres actividades productivas que pueden dar una respuesta positiva a esta problemática: las membranas para la desalinización y tratamiento de aguas residuales, la infraestructura necesaria para el suministro de agua y el empleo de productos químicos para el tratamiento de aguas.
En el informe American Society of Civil Engineers, de Estados Unidos, se estima que para la solución de las necesidades futuras de agua durante los próximos 20 años es necesario invertir cerca de 298 mil millones de dólares para el tratamiento de aguas residuales y hasta un billón de dólares en sistemas de agua potable para evitar una crisis de abastecimiento.