Cuando Lola Kirke tenía 16 años encontró un disco en un mercado de pulgas. Ella no tenía un tocadiscos, pero la portada la impactó. “Era una foto de una hermosa mujer acostada en el campo”, dice Kirke, quien compró el álbum de todos modos como un objeto decorativo. Mucho tiempo después, cuando finalmente consiguió un tocadiscos, “fue la cosa más maravillosa que había escuchado jamás”.
Affair!, de una cantante de country-pop con el inolvidable nombre de Bonnie Guitar, era un álbum conceptual de 1969 acerca de una mujer que engañaba a su marido. Resultó que la cantante todavía hacía presentaciones; Kirke la encontró en YouTube y “le seguí la pista a través de toda la bendita Internet”. Ambas hablaron por teléfono durante horas: “Ella me dijo todo acerca de ser una mujer en la industria de la música, de ser madre, del amor, ¡todo!” (Guitar, de 95 años, sigue presentándose una vez a la semana en Soap Lake, Washington).
No encontrarás Affair! en Spotify; nunca llegó a editarse en CD, y mucho menos en streaming. Sin embargo, el contagioso entusiasmo de Kirke inspira a recorrer ventas de garaje y a explorar las polvorientas pilas de las tiendas de discos usados con la esperanza de encontrar otra copia. Puedes escuchar su reverencia por el folk-rock de los años 60 y 70 del siglo pasado en su vibrante debut, Heart Head West, con guiños al movimiento de Laurel Canyon con Joni Mitchell, Crosby, Stills, Nash and Young y, particularmente, Gram Parsons, una obsesión que la llevó a hacerse “un tatuaje realmente malo que me cubrí recientemente”, dice Kirke.
En 2016, publicó un EP de cuatro canciones de rock con inclinaciones country, “que fue una especie de prueba de manejo” para un álbum. “¿Puedo hacerlo? ¿Esto es interesante?” Dedicó los siguientes dos años a acumular material abiertamente personal para un álbum, inspirado en “la muerte de alguien a quien realmente amé, estar sola y borracha por las noches, no tener sexo aunque lo deseara, sentir tensión con mi familia”.
Se trata de una familia notablemente bohemia que incluye a las hermanas Domino, una cantante/matrona, y la independiente y poco convencional Jemima, de la serie Girls de HBO. Lola, la más joven, nació en Londres y creció en Nueva York, donde Lorraine, su madre, es propietaria de la tienda de ropa “vintage” Geminola (y, notablemente, proporcionó atuendos para la serie Sex and the City). Su padre es el baterista británico Simon Kirke, y la cantante le atribuye a él su “profundo amor y conocimiento del rock de papi” (una frase que nunca había sido empleada tan literalmente). Bad Company, la banda más famosa en la que militó, era un poco demasiado “rock de estadios para mi gusto” señala Kirke. Sin embargo, ella considera al grupo anterior de su padre, Free, de raíces bluesísticas (su canción más representativa: “All Right Now”), como una de las bandas más infravaloradas de finales de la década de 1960 y principios de la de 1970. Su fantasía, señala ella, sería “cantar como Paul Rodgers”.
“Ambos somos grandes admiradores de la música del pasado, Neil Young y Lucinda Williams”, dice Wyndham Garnett, el novio de Kirke, colaborador frecuente y productor de Heart Head West, grabado cerca de su casa en el área de San Rafael Hills de Los Ángeles. “Hemos estado escuchando a Young, el disco de Hawks & Doves, que es prácticamente él solo en un granero, y es posible escucharlo y sentirlo. Queríamos lograr una sensación [similarmente] cruda”.
La carrera musical de Kirke comenzó hace casi una década, cuando tenía 18 años y estudiaba en el Bard College, lugar de nacimiento de Steely Dan. Fue entonces que un hombre al que identificar alegremente como “un completo imbécil” le rompió el corazón.
Tocar el ukulele parecía la única forma que tenía para consolarse. “Era 2008, por lo que todas las chicas blancas que estudiaban en una escuela de Humanidades tenían un ukulele, y yo era una de ellas”, dice. “Comencé tocando canciones de Patsy Cline del libro de música country para ukulele de Jumpin’ Jim”.
Después, pasó a la guitarra y se unió a una banda country integrada solo por chicas, una experiencia reveladora y empoderadora. “Crecí alrededor de la música y siempre pensé que el rock’n roll era algo que hacían los hombres”, dice, “mientras las mujeres los miraban con adoración antes de casarse con ellos”. Se sintió atraída hacia los chicos que tocaban la guitarra hasta que “me di cuenta, casi como si me cayera un rayo, que yo podía ser el chico que quería que se enamorara de mí”.
En mayo, cuando fue anfitriona y tocó en un Homenaje a las Mujeres en la Cultura Estadounidense, realizado en Brooklyn, tuvo otra revelación, gracias a una experiencia tras bambalinas completamente distinta a las que tuvo en su juventud. “Fue ese loco universo paralelo de utopía, repleto de mujeres talentosas”, dice. “Había un gran apoyo en el ambiente”.
Hasta ahora, la actuación había sido la actividad principal de Kirke, aunque la música era una parte muy importante del personaje por el que es más conocida, la ambiciosa música Hailey Rutledge de Mozart in the Jungle, la serie original de Amazon. Kirke no es una virtuosa del oboe con educación clásica; ella solo interpreta a ese personaje para la televisión. Es decir, lo interpretaba: el aclamado programa fue cancelado en abril. “Como artista, es muy poco común tener ese tipo de congruencia en la vida”, dice, refiriéndose a las cuatro temporadas de Mozart. ¿Le habría agradado una quinta? “¡No la habría rechazado de ninguna manera, ¿sabes?!”
En el cine, Kirke participó en Gone Girl (Perdida) de 2014 y Mistress America (Señorita América) de 2015, dirigida por Noah Baumbach y coprotagonizada por Greta Gerwig. La mañana en que hablamos, ella se encontraba en Vancouver, trabajando en la película Love & Oatmeal, coprotagonizada por Ben Platt (Pitch Perfect). “Interpretamos a un par de hermanos que lidian con mi esquizofrenia, una película bastante desenfadada”, señala secamente. Después de Mozart, tiene el tiempo y la inclinación para expandir sus alcances. “Hasta ahora, he interpretado, como dice Willa Cather, ocurrencias ante los impulsos de otras personas. Me gustaría ser yo la impulsiva”.
Kirke es divertida y habla rápido. Dos segundos después de iniciada nuestra conversación, menciona una pícara lista de razones por las que extraña el verano en Nueva York: “el calor opresivo, los asquerosos olores, sentirme como que necesito una ducha cada cinco minutos”. Puedes oír esa actitud sincera y desafiante en su feed de Instagram (recientemente, compartió la foto de un vibrador), en su música y, en abril pasado, en una carta al editor. Cuando el crítico de cine del New Yorker Anthony Lane describió a su personaje en el thriller Gemini como “difícilmente halagador”, mencionando su atuendo holgado y un “corte de pelo infernal”, Kirke contraatacó.
“Hubo una parte de mí que simplemente asimiló las cosas que él decía y se sintió avergonzada de que personaje no apareciera en pantalla de una forma halagadora” dice. “Me hizo pensar que debía perder mucho peso. De aquí en adelante, solo debería vestir en las películas un sostén que realzara mis senos. Después pensé, Espera un minuto: ¡A la mierda con eso! No voy a cambiar. Quiero que el mundo cambie”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek