Hay un caso de acoso laboral en la Universidad de Guanajuato, y el silencio del Rector Luis Felipe Agripino es no sólo sepulcral, sino también cómplice de la inacción institucional.
La Secretaría de Salud del estado de Guanajuato, a cargo de Daniel Alberto Díaz, tiene la peor reacción ante la peor crisis de salud pública en la entidad en muchos años, y el Rector Luis Felipe Agripino guarda silencio; miles de personas enfermaron de este padecimiento, y la Universidad de Guanajuato brilló por su ausencia.
De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran que Guanajuato es la entidad del país con mayor número total de homicidios (dolosos y culposos); y la Universidad de Guanajuato no ha dicho nada relevante al respecto.
Hemos arrancado el año 2018 con una “explosión” de casos de homicidios; pues de acuerdo con los conteos de los medios de comunicación estatales, al menos ha habido 155 ejecuciones en los primeros 20 días de enero; es decir, un promedio de prácticamente ocho casos al día; y frente a ello la Universidad de Guanajuato ha guardado un silencio inexplicable.
Cerró el año 2017 con una inflación galopante; prácticamente de 7% en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que calcula el Instituto Nacional de estadística y Geografía. Cortazar, una de las ciudades que forma parte de la muestra, aparece con el indicador más alto en todo el país; mientras que León se ubicó en el 8º lugar nacional. Y ante ello, la Universidad de Guanajuato no ha dicho nada relevante.
En el mes de octubre, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), dio a conocer los resultados de la medición multidimensional de la pobreza municipal, con datos al 2015, y comparables respecto del 2010. Los datos para la entidad son de tragedia: en 33 de los 46 municipios, más del 50% de la población vive en condiciones de pobreza. Y frente a esta calamidad, la Universidad de Guanajuato no dijo nada relevante.
El lema de la UG es una frase extraída del Evangelio de Juan; cuya estructura completa dice: “Y conoceréis la verdad; y la verdad os hará libres”. Pero en esa concepción, la verdad no es algo que simplemente se revela, sino que es resultado de una búsqueda; es decir, la verdad como práctica liberadora.
Es difícil saber si el Doctor Luis Felipe Agripino comprende a cabalidad esa idea. Pero lo que es un hecho, es que ha tenido, al igual que su antecesor, un papel anodino respecto de los problemas públicos. A diferencia de lo que ocurre en otros lugares, la Universidad pública en Guanajuato no asume su papel como conciencia ética, pero también como impulsora de la práctica social de cambio para el bienestar de las personas.
Se extraña un Rector que, guardadas las proporciones, juegue un papel como el que tuvieron en la UNAM Juan ramón de la Fuente y José Narro; criticando siempre al poder; proponiendo cambios estructurales y exigiendo democracia y derechos humanos.
En Guanajuato, por el contrario, se tiene un rector que, por lo que se conoce públicamente, no ha hecho patente un genuino compromiso con la igualdad entre mujeres y hombres; pareciera que la cruenta batalla del narco en la entidad se está dando en Marte; y también pareciera que su actitud ante la pobreza y los rezagos es simplemente la de la indolencia.
Se extraña un espíritu libre que conduzca a la Universidad más importante del estado; se extraña una rectoría como referente ético y como emblema del compromiso con la equidad y la justicia.