Han pasado cuatro meses del sismo que dejó 369 víctimas mortales en diferentes puntos de la República, de las cuales 228 perdieron la vida en la Ciudad de México. Ciento veinte días en los que si bien las excavadoras ya comenzaron a remover los escombros y se han logrado avances en los despachos —como la presentación del Programa de Reconstrucción para la capital del país—, miles de damnificados denuncian que su situación es igual o más precaria que los días posteriores al 19 de septiembre pasado, cuando un temblor de 7.1 cambió para siempre sus vidas.
La lista de pendientes es larga: familias que siguen viviendo en albergues, una recuperación lenta de la economía, o dictámenes de seguridad que no llegan, son algunos de los más repetidos. Aunque por encima de todo, los damnificados expresan un mismo sentimiento: se sienten “abandonados” por unas autoridades que les ofrecen otra deuda para reconstruir sus hogares, y también por una parte de la sociedad que, desinflado el ‘boom’ de la solidaridad, comienza a pasar la página.
El pequeño zócalo de San Gregorio, una comunidad de la delegación Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, ha recobrado su estampa habitual de niños correteando y transeúntes que caminan de un lado para otro. No obstante, las cicatrices aún están frescas. Basta con dar un paseo de unos minutos para observar que, aunque llamativos murales pintados con azules y rosas estridentes aseguran que “San Gregorio está de pie”, la torre amputada de la iglesia recuerda a todos los vecinos que el camino hacia la reconstrucción apenas está comenzando.
De hecho, no hay calle en el que no se escuche el sonido ronco de las excavadoras, o donde no haya enormes huecos de terreno baldío que atestiguan que aquí más de 500 casas colapsaron, o se quedaron al borde del derrumbe, según el censo de daños que la Asociación Civil 19 de septiembre entregó a las autoridades de Xochimilco.
El censo de viviendas con daños no ha parado de engordar en estos cuatro meses: de las mil 058 viviendas registradas seis días después del temblor —de las que 158 colapsaron, 348 estaban en rojo, y el resto tenían daños de diferente consideración—, se ha pasado en la actualidad a mil 496 viviendas, cuyos dueños necesitan de las ayudas gubernamentales para reconstruirlas o repararlas.
El problema es que las ayudas económicas que otorgó el Gobierno Federal a través del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) no se están repartiendo bien entre los damnificados.
“Vinieron del gobierno a hacer un censo a partir del cual asignar este recurso. El problema se produce cuando a personas que solo tuvieron daños menores en sus casas, les dieron daño total. Mientras que a otros que perdieron totalmente su vivienda, les dieron daños menores. O incluso, gente que ya tiene su casa demolida no fue incluida en la ayuda”, dice María del Carmen Saldaña, damnificada y una de las principales dirigentes de esta asociación.
Para Florencio Martínez, vecino de la comunidad, no solo las obras de reconstrucción van “muy lentas”, sino también la recuperación de la economía. El hombre enjuto de unos 45 años de edad transporta en una carretilla los restos que quedaron de su negocio: un puñado de zapatos de mujer que vende a 160 pesos el par.
“Nos sentimos abandonados por las autoridades, porque lejos de apoyarnos en lo que requerimos para continuar con nuestras vidas, ha habido un ausentismo total”, critica Florencio.
Otra situación que, paradójicamente, está retrasando que la comunidad vuelva a retomar el pulso de su actividad cotidiana son las donaciones. Varios vecinos consultados por separado cuentan bajando la voz, como si fuera un secreto a voces, que en San Gregorio ya se han producido altercados cuando llegan ciudadanos con coches a donar enseres y víveres.
“Aquí hay mucha gente que necesita la ayuda, y también mucha otra que no y que todos los fines de semana la ves ahí en la iglesia esperando a que lleguen los coches para juntar sus despensas de toda la semana”, critica la señora Carmen, que atiende un puesto de tortillas que colinda con otro terreno donde colapsó una vivienda.
Este es un fragmento del reportaje “Damnificados del 19S, entre el olvido y la rapiña”. Para leerlo completo compra la edición de Newsweek en Español de esta semana.