Por Sylvie Lanteaume
La reciente emboscada en Níger, que costó la vida a cuatro soldados de las fuerzas especiales estadounidenses, puso en evidencia la discreta pero cada vez más numerosa presencia de esas unidades de élite en Africa, convertida en su segunda zona de intervención en el mundo después de Medio Oriente.
Su misión es oponerse a la extensión de los movimientos yihadistas: “neutralizar” a los shebabs en Somalia, “debilitar” el grupo Estado Islámico en el Sahel, Libia y Egipto e incluso a Al-Qaida en Mali, y “contener” a Boko Haram en Nigeria, según responsables de las Fuerzas Especiales reunidos recientemente en la sede de su comando (SOCOM) en Tampa, Florida.
De los 8,000 “operadores” de las Fuerzas Especiales estadounidenses desplegados en forma permanente en el mundo en 2017, más de 1,300 están en Africa, y cerca de 5,000 en Medio Oriente, precisaron esos altos funcionarios que pidieron mantenerse en el anonimato. En cinco años su número en el continente africano se triplicó: apenas eran 450 en 2012.
Normalmente se trata de equipos de una docena de soldados de élite superentrenados y superequipados, que durante 60 a 90 días sirven de instructores a unos 300 soldados de un Estado africano. Están desplegados en una veintena de países, según el SOCOM, que no precisó los países concernidos.
Según un informe enviado al Congreso por el comandante de las fuerzas estadounidenses en Africa, el general Thomas Waldhauser, sus efectivos están presentes en Chad, República Democrática del Congo, Etiopía, Somalia, Uganda, Sudán, Ruanda y Kenia.
Oficialmente Estados Unidos sólo tiene una base en el continente, la de Camp Lemonnier, en Yibutí. Pero las fuerzas especiales, que agrupan unidades de élite del Ejército (los boinas verdes), la Marina (los famosos Navy Seals), los Marines y la Fuerza Aérea, también utilizan la base aérea de Morón, en el sur de España, para sus operaciones en Africa.
Las Fuerzas Especiales también tienen “instalaciones durables” o permanentes en los países amigos, según una fuente del comando estadounidense en Africa (AFRICOM). “Pero todo esto se hace a pedido del país anfitrión”, aseguró esta fuente que se mantuvo en el anonimato. “Nuestro objetivo no es realizar operaciones unilaterales”.
Oficialmente no se trata de una misión de combate, sino de “entrenar, asesorar, asistir”. No obstante, varios episodios de estos últimos meses mostraron que las operaciones fueron a veces mucho más lejos.
A principios de mayo, un soldado estadounidense que oficialmente cumplía una misión de asesoramiento y asistencia en el Ejército somalí, murió a causa de un disparo de arma liviana en una operación contra islamistas somalíes.
Y la operación realizada el 4 de octubre con soldados nigerinos en el oeste de Níger, en la frontera con Mali, sigue siendo misteriosa. Oficialmente, la patrulla nigerino-estadounidense tenía que visitar a jefes tribales. Pero cayó en una violenta emboscada que dejó ocho muertos, cuatro nigerinos y cuatro estadounidenses.
El secretario de Defensa, Jim Mattis, defendió el jueves la operación explicando que los soldados norteamericanos estaban allí para “ayudar a los pueblos de la región a defenderse por sí mismos” contra los “terroristas que siembran la inestabilidad, el crimen y el desorden en esa región”.
“Si tenemos soldados allí y no voluntarios del Cuerpo de Paz, es por una razón: estamos armados y el peligro que enfrentan nuestras tropas durante esas operaciones anti-terroristas es muy real”, agregó.
Washington apoya la operación militar francesa Barkhane en cinco países de la región de Sahel (Mauritania, Mali, Chad, Níger, Burkina Faso), dejando a Francia la tarea del combate contra los grupos islamistas radicales en esta región junto a los aliados africanos.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, será el funcionario de más alto rango de la actual administración en visitar Africa la semana próxima cuando viaje a Sudán del Sur, Etiopía y la República Democrática del Congo.
Haley se reunirá el lunes con funcionarios de la Unión Africana en Adis Abeba y luego viajará a Juba y Kinshasa para mantener conversaciones con líderes de esos países y encontrarse con responsables de las misiones de paz de la ONU, dijo el departamento de Estado en un comunicado.