Con las señales de franca mejoría económica luego de ocho años de recesión global vuelve BRICS, ya no por idea de un economista destacado y el soporte de su institución, sino por iniciativa de estos países que pretenden volver a ponerse en el centro del análisis financiero y, sobre todo, del liderazgo internacional. Notablemente China e India, si bien no a los niveles de crecimiento presentados antes de la crisis, pero sí como una perspectiva de mejoría, buscan tomar el liderazgo económico global al lado de Rusia, que es siempre influyente por razones geopolíticas más que económicas. Al ver que la recesión ha quedado atrás y que, objetivamente, si algo no sucede de pronto, el mundo observará buenos años económicos, China, Rusia, India y Brasil y Sudáfrica levantan la mano para que se les voltee a ver y puedan injerir en las grandes decisiones globales. Los BRICS, que por su grado de desarrollo y posibilidades reales debieran conocerse como RIC + BS + INVITADOS —México—, quieren mayores posibilidades de decidir en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial. Tradicionalmente estos dos organismos de gobernabilidad financiera global, producto de la posguerra, toman sus decisiones con el peso específico de Estados Unidos y Europa, por lo que estas promesas de desarrollo del siglo XXI quieren más peso propio en estos organismos.
Los RIC + BS + INVITADOS alcanzan el 43 por ciento de la población mundial y reservas internacionales en dólares por 4.4 billones. Estas cifras por sí solas debieran generar una enorme capacidad de influencia e interlocución. Para estos países hoy pareciera el momento para reposicionarse en el mundo. Las razones, por un lado, el potencial inicio de la pérdida acelerada de liderazgo de Estados Unidos en áreas como el comercio multilateral, protección al medioambiente y seguridad internacional, así como la distracción de Europa con la salida de Inglaterra de la comunidad comercial —brexit—. Por otro lado, el costo de oportunidad de estar a la cabeza del proceso de nuevo crecimiento económico mundial. Ello explica por qué la semana pasada, justamente en China, estos países volvieron a reunirse luego de años de no hacerlo, acompañados por México, que enfrenta el enorme reto de renegociar con un socio dominante y errático como Estados Unidos, y con la gran potencia Canadá que bajo todo escenario gana, el Tratado de Libre Comercio de Norte América (TLCAN).
Es previsible que la influencia real de estas economías en el orden económico internacional tarde en darse. Aunque vienen de situaciones muy difíciles, los BRICS pueden verse en este momento con una nueva oportunidad de ser líderes mundiales. China e India como los grandes proveedores de la tecnología mundial, y Brasil y Rusia como los verdaderos abastecedores de los grandes volúmenes de materias primas y alimentos que la recuperación económica global va a necesitar, mientras que Sudáfrica está llamada a ser el representante de un continente que debe de empezar a crecer, pues su rezago es ancestral. Nuestro país puede ser parte de esta influencia, sin embargo, la vulnerabilidad que puede presentar ante la aguda revisión del TLCAN e incluso su cancelación, y su falta de desarrollo real de otros puentes de comercio mundial, pueden dejarlo nuevamente fuera de las naciones promesa como ocurrió en el año 2001.
Al margen de su peso específico en lo comercial, China y Rusia tienen, además, un poderío militar nada despreciable, lo que los mantiene como naciones que forman parte de manera permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, lo que se va a necesitar ante la inestabilidad política que se avecina en el Pacífico —Corea del Norte—, Oriente Medio —Siria, terrorismo, Iraq, Afganistán— y América Latina —Venezuela—. India, con su enorme capacidad educativa y tecnológica, tiene su futuro asegurado bajo cualquier análisis. Por su parte, Brasil con su crisis múltiple —política, social y económica— tiene el potencial que le da su biodiversidad y vocación comercial con Asia y Europa. En su caso, Sudáfrica, al ser el más rezagado, tiene todo que ganar y poco que perder. Las condiciones están dadas. Si bien China ya no crecerá de momento al 14 por ciento anual, sí estará subiendo constantemente de su base actual cercana al 7 por ciento, y lo mismo ocurrirá con India. Rusia con su influencia energética regional en Europa y Asia garantiza siempre un lugar en el comercio. Brasil garantiza su intercambio comercial con una buena industria y su capacidad de producir hierro, alimentos y etanol.
Los líderes de estas economías han atinado en reunirse y mandar el mensaje al mundo de que están presentes y listos para participar. Lo anterior reviste especial importancia cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mantiene en constante campaña electoral amenazando con dejar la OTAN, TTP, TLCAN y Acuerdo de París, la primera ministra del Reino Unido se entretiene con el brexit, el presidente Macron de Francia no termina de tomar el gobierno y la canciller alemana, Angela Merkel, simplemente no puede con todo. Habrá que esperar cuáles son los siguientes pasos en la conformación de los nuevos liderazgos globales. Por el momento, lo único que se les puede criticar a las naciones que conforman los BRICS es que no tienen un modelo económico propio, sino que son una incipiente copia de la economía que Estados Unidos es y representa, en un momento en que las ideas, que no ideologías, económicas necesitan tanto de la capacidad humana para enriquecer las ideas que ya existen y enfrentar los enormes retos económicos que tiene la humanidad.