El presidente estadounidense Donald Trump finalmente condenó el supremacismo blanco el lunes, dos días después de que un automóvil se lanzó contra la multitud, dejando a una mujer muerta en Charlottesville, Virginia, calificando al racismo como “maligno”. El hecho de que no haya señalado a los miembros del Ku Klux Klan, neonazis y otros miembros del movimiento supremacista blanco durante tanto tiempo produjo críticas por parte de todo el espectro político. Para el domingo, únicamente había lamentado “el odio, la intolerancia y la violencia provenientes de muchas partes”.
Su lenta reacción enfureció aún más a sus críticos cuando supieron que distintas figuras de autoridad le habían advertido a Trump sobre la amenaza que planteaban los supremacistas blancos antes de que James Alex Fields Jr. lanzara su auto contra manifestantes antirracistas, matando a Heather Heyer. Un boletín de inteligencia obtenido por Foreign Policy, titulado “El extremismo supremacista blanco plantea una amenaza persistente de violencia letal” y fechado el 10 de mayo, muestra que el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos le informaron a Trump apenas en mayo, al menos de manera indirecta, sobre la amenaza del movimiento supremacista blanco y el riesgo de ataques perpetrados por miembros de este grupo ultraconservador.
“Calculamos que es probable que actores solitarios y pequeñas células pertenecientes al movimiento supremacista blanco continúen planteando una amenaza de violencia letal durante el próximo año”, se lee en el boletín.
El FBI señala explícitamente en el informe que los supremacistas blancos son culpables de la mayor parte del extremismo en ese país. Ellos “fueron responsables de 49 homicidios en 26 ataques cometidos entre el año 2000 y 2016… más que cualquier otro movimiento extremista local”, se afirma en el documento.
No sólo los servicios de seguridad le advirtieron a Trump sobre la amenaza de los supremacistas blancos, sino que también lo hicieron sus rivales y predecesores demócratas.
Barack Obama, días antes del triunfo de Trump en la elección contra Hillary Clinton, criticó a Trump por rehusarse a declinar el apoyo del antiguo líder del KKK David Duke. “Si usted acepta el apoyo de un simpatizante del Klan, y duda cuando se le pregunta acerca de ese apoyo, entonces tolerará ese apoyo cuando asuma el cargo”, dijo en un mitin realizado en Carolina del Norte.
En febrero, cuando se le preguntó en CNN acerca del apoyo de Duke, Trump dijo: “Solo para que quede claro, no sé nada acerca David Duke, ¿OK?”
Clinton misma criticó a Trump por permitir que las simpatías de extrema derecha tuvieran un lugar en su campaña, así como su contratación de Steve Bannon, director ejecutivo de Breitbart, quien utilizó el sitio noticioso como “plataforma del movimiento alt-right”, señalaron los miembros de la campaña de Clinton en su sitio web. También publicaron imágenes compartidas por Trump y su hijo Donald Trump Jr. en Twitter, entre las que se hallaba Pepe la Rana, una caricatura o meme que se ha convertido en “un símbolo relacionado con la supremacía blanca”, dijeron los miembros de la campaña.
En un discurso pronunciado en agosto de 2016 en Nevada, Clinton reprendió a Trump por “integrar a los grupos de odio en la corriente principal”, y permitir que “un extremismo radical” se volviera prominente dentro del Partido Republicano. “No hay otro Donald Trump. Éste es el verdadero”, dijo.
Grupos de derechos humanos como el Centro de Leyes contra la Pobreza en el Sur (SPLC, Southern Poverty Law Center) han advertido que los “intolerantes” de extrema derecha se han visto “envalentonados por la presidencia de Trump” y han criticado a Trump y a la Casa Blanca por no haber mencionado el enfrentamiento en Charlottesville cuando se sabía que la marcha de la “Derecha Unida” tendría lugar y que se encontraría con protestas en su contra.
“Desde el día en que bajó por las escaleras eléctricas de la torre que lleva su nombre, Trump echó leña al fuego en forma consciente”, señaló el Centro de Leyes contra la Pobreza en un comunicado posterior a los enfrentamientos en Charlottesville.
Investigadores del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California señalaron en febrero que los crímenes de odio en 9 áreas metropolitanas de Estados Unidos aumentaron más de 20 por ciento en 2016 debido a la campaña presidencial y a la victoria de Trump.
Mientras que tales crímenes han continuado al alza, Trump recibió duras críticas en febrero por no condenar rápidamente las amenazas antisemitas de bombas y la profanación de cementerios judíos. Se pronunció contra los incidentes provocados por el odio, pero de nueva cuenta fue criticado por el tiempo que tardó en hacerlo. El SPLC ha señalado su retórica sobre los mexicanos (“violadores”), los musulmanes (“prohibición total y completa” de su entrada a Estados Unidos) y sobre el activista de Black Lives Matter que recibió una golpiza en uno de sus mítines en Birmingham, Alabama (“quizás tuvieron que golpearlo un poco”).
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