Los científicos han descubierto que las estrellas más rápidas de la Vía Láctea –que viajan a más de 3.2 mil millones de kilómetros por hora- se originaron en otras galaxias, de donde escaparon porque explosiones estelares las expulsaron casi a la velocidad de la luz.
Este descubrimiento resuelve un misterio persistente sobre cómo y por qué estas estrellas hiperveloces se desplazan con tanta rapidez.
Investigadores de la Universidad de Cambridge publicaron sus hallazgos en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, y presentaron los resultados este miércoles en la Reunión Nacional de Astronomía celebrada en la ciudad de Hull, Reino Unido.
“Las explicaciones anteriores sobre el origen de las estrellas hiperveloces no me satisfacían”, dijo Douglas Boubert, autor principal del estudio, en una declaración.
Al principio, los astrónomos pensaban que dichas estrellas fueron expulsadas desde el centro de la Vía Láctea a causa de un agujero negro supermasivo, pero había una gran cantidad de anomalías desmentían la hipótesis. Por ejemplo, en 2016, un grupo de científicos encontró un sistema binario (donde dos estrellas se orbitan mutuamente) dentro del cual las estrellas se movían a velocidades increíblemente rápidas, pese a que no se encontraban cerca de un agujero negro.
Otras explicaciones, como la desintegración de galaxias enanas y los cúmulos estelares caóticos, tampoco resultaron válidas, pues no explicaban por qué las estrellas hiperveloces parecían provenir del mismo lugar en el cielo.
Para el estudio más reciente, los investigadores utilizaron datos del proyecto Sloan Digital Sky Survey a fin de averiguar, exactamente, de dónde provenían esas estrellas. Y sus observaciones demostraron que parecían originarse de la Gran Nube de Magallanes (GNM), una galaxia enana que orbita la Vía Láctea.
“Las estrellas hiperveloces se encuentran, sobre todo, en las constelaciones Leo y Sextante, y nos preguntamos por qué”, dijo Boubert.
GNM es la galaxia enana más grande y más rápida que sigue la órbita de la Vía Láctea, moviéndose a una velocidad de 400 kilómetros por segundo (alrededor de 1.4 millones de kilómetros por hora). Los investigadores demostraron que las estrellas binarias de aquel sistema se orbitan a velocidades vertiginosas. Y cuando el sistema se desintegra –por ejemplo, cuando una de las estrellas estalla en supernova-, la restante puede salir expulsada al espacio como una estrella hiperveloz, que en este punto recibe el nombre de estrella en fuga.
La velocidad extrema con que viaja GNM es, por principio de cuentas, lo que permite que las estrellas sean tan increíblemente rápidas, pues viajan a la velocidad con que son expulsadas, aunada a la velocidad de GNM. “Estas estrellas acaban de saltar de un tren expreso; no en balde son tan rápidas”, comenta el coautor Rob Izzard. “También explica su posición en el cielo, porque las estrellas en fuga más rápidas son expulsadas por la órbita de GNM hacia las constelaciones de Leo y Sextante”.
Las simulaciones del nacimiento y la muerte de las estrellas en GNM corresponden con la teoría de que las estrellas hiperveloces provienen de sistemas binarios. También encajan con la atracción gravitacional de GNM y la Vía Láctea, y explican por qué las estrellas hiperveloces terminan en una región celestial donde los astrónomos pueden observarlas. Ahora, los investigadores esperan confirmar sus hallazgos con datos de misiones satelitales programadas.
“Muy pronto sabremos si tenemos razón”, aseguró Boubert. “El año próximo, el satélite Gaia, de la Agencia Espacial Europea, publicará los datos de miles de millones de estrellas, y sin duda habrá un rastro de estrellas hiperveloces cruzando el cielo entre las constelaciones de Leo y Sextante en el norte, y GNM en el sur”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek