Las papas hoy día son uno de los alimentos más ampliamente consumidos en todo el mundo. Pero en la Suecia del siglo XVIII, la humilde raíz vegetal era una rareza, cultivada solo por las aristocráticas clases altas y no disponible para la gente común.
Aquí es donde entra Eva Ekeblad, la personaje del Google Doodle del lunes. La científica sueca, quien nació hace 293 años un lunes —murió en 1786—, descubrió que las papas podían convertirse en aguardiente casero o harina, revelaciones que ayudaron a evitar la hambruna en Suecia (pero probablemente llevaron a unos cuantos hígados dañados).
Ekeblad, una condesa sueca, cultivó su propio lote de papas para estudiarlas. Sus experimentos la llevaron a observar que el vegetal rico en almidón podía ser molido en una especie de harina. Por entonces, Suecia sufría de una escasez de granos de avena y cebada, y los hallazgos de Ekeblad significaron que las papas podían usarse como un sustituto
Pero la agrónoma es más reconocida por desenterrar otra creación con la papa: la producción de alcohol, incluido el vodka. Este descubrimiento significó que otros granos que se usaban para hacer alcohol, incluido el trigo, podían guardarse para la producción de alimentos. La labor científica de Ekeblad ayudó a evitar la hambruna en Suecia en los años siguientes.
Hacer alcohol con papas involucra triturar los vegetales para liberar el almidón; añadir encimas para convertir los almidones en azúcares, y fermentar y destilar la mezcla. El vodka de papa sigue siendo una bebida popular en Suecia y más allá, y una de las marcas de vodka más famosas del país —Gold Potato Vodka, de Karlsson— fue ubicada entre los 10 mejores vodkas de papa del mundo en 2015 por los críticos en línea Alcohol Aficionado.
Sus descubrimientos resultaron en su aceptación en la Real Academia Sueca de ciencia en 1748, apenas a los 24 años de edad, la primera mujer que se unió. Siendo una de las instituciones científicas más prestigiosas del mundo, la academia es responsable de otorgar los Premios Nobel en física y química cada año. El logro de Ekeblad no se repitió por más de 200 años, hasta que la física nuclear austriaca Lise Meitner se unió a las filas de la academia en 1951.
Aparte de sus hazañas científicas, Ekeblad llevó una vida de relativa comodidad como miembro de la nobleza sueca. Se casó con un conde, Claes Claesson Ekeblad, a los 16 años de edad, y, por la ocasión de su matrimonio, su padre le regaló dos castillos. Además de llevar a cabo su propia investigación, Ekeblad fue madre de siete hijos y atendió las haciendas de la familia.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek