A PRINCIPIOS DE ESTE AÑO, el teniente coronel nigeriano T. J. Abdallah se encontraba bajo una investigación realizada por oficiales militares de alto rango. Su delito: criticarlos en un grupo de mensajes de WhatsApp. Tras describirlos como “actores de Nollywood” (la versión nigeriana de Hollywood), Abdallah dijo que ellos no habían proporcionado a sus hombres las armas y el equipo que necesitaban para combatir a Boko Haram, el grupo militarista que ha llevado a cabo una lucha insurgente en Nigeria desde 2009.
Pero si las críticas del coronel son ciertas, los pocos recursos de sus hombres no se deben a una falta de gasto en el terreno militar. El gobierno nigeriano ha estado incrementando su gasto de defensa durante años como un esfuerzo para derrotar a Boko Haram. En mayo, el Senado de ese país aprobó un presupuesto federal récord de 24,450 millones de dólares en el que, una vez que sea aprobado por el Ejecutivo, se asignarán 440 millones de dólares al Ministerio de Defensa. Sin embargo, para los nigerianos que viven en el atribulado noreste del país, donde Boko Haram se encuentra más activo, es probable que la inyección de dinero planificada no logre aportar los recursos que necesitan. Una cultura de corrupción en Nigeria, señala la organización anticorrupción Transparencia Internacional, ha evitado que una gran parte del dinero llegue a manos de los soldados.
En un informe publicado el 18 de mayo, Transparencia Internacional indica que “élites corruptas” han robado miles de millones de dólares durante los últimos siete años a través de contratos militares inflados o falsos. De acuerdo con la organización, los desfalcadores lavan el dinero fuera del país y “con frecuencia [lo ocultan] en propiedades ubicadas en el Reino Unido, Estados Unidos, Sudáfrica y Dubái”.
Mientras el dinero sale a raudales de Nigeria, algunos miembros del personal militar afirman que la falta de armas ha puesto en peligro a los soldados del país. Aunque Boko Haram combate con un pequeño presupuesto anual de alrededor de 10 millones de dólares, de acuerdo con un cálculo realizado en 2015 por Hassan Baage, subdirector del Comité de Antiterrorismo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuenta, según informes, con un mejor armamento que el ejército nigeriano. Los soldados de ese país han dicho a la prensa que han enfrentado a militantes de Boko Haram únicamente con rifles AK-47, mientras que el arsenal de aquel cuenta con “granadas propulsadas por cohetes, ametralladoras con visores antiaéreos, rifles automáticos, granadas y explosivos”, de acuerdo con un informe publicado en 2012 por Naciones Unidas.
Aunque Boko Haram ha perdido fuerza, está lejos de ser derrotado. El 15 de mayo, tres de las mujeres bombarderas suicidas del grupo se hicieron volar en el estado de Borno, al noreste del país, provocando la muerte de dos personas, además de las atacantes. Estas muertes se suman al creciente número de víctimas del grupo, que actualmente es de alrededor de 20,000. Las acciones de los militantes han desplazado además a dos millones de personas en toda Nigeria y en países vecinos.
La corrupción en los gastos de defensa no es nueva en Nigeria. En 2015, cuando Muhammadu Buhari, el presidente actual del país, asumió el cargo, puso en marcha una campaña anticorrupción en todo el gobierno. Como parte de ella, el vicepresidente Yemi Osinbajo encontró un desfalco de 15,000 millones de dólares cometido contra el Estado mediante acuerdos fraudulentos de venta de armas durante el régimen del expresidente Goodluck Jonathan. Sus comentarios se produjeron cinco meses después de que la policía arrestó a Sambo Dasuki, exconsejero de seguridad nacional de Nigeria, quien está acusado de robar 2,000 millones de dólares a través de acuerdos fraudulentos de venta de armas (Dasuki permanece detenido).
A pesar de los esfuerzos de Buhari, las críticas de personas como Abdallah indican que aún hay funcionarios corruptos que buscan continuar saqueando dinero del ejército de Nigeria. Uno de los factores que impulsan este fenómeno, de acuerdo con Transparencia Internacional, es el secretismo que rodea al presupuesto de defensa de Nigeria, en comparación con otros países. “En cualquier otro país, una proporción del gasto debe permanecer confidencial por razones de seguridad, generalmente 15 por ciento, incluso en Estados en conflicto”, se lee en el informe de la organización. “Sin embargo, Nigeria clasifica casi todos los contratos de defensa y considera que cualquier asunto definido de manera muy general como relacionado con la seguridad es ‘secreto’ por definición”.
Este secretismo, que evita que los periodistas y la sociedad civil examinen el gasto militar, es una consecuencia de la época en que Nigeria se encontraba bajo un gobierno militar. De 1983 a 1999, un poderoso régimen evitó que los civiles supervisaran a las fuerzas armadas. Aunque Buhari ha creado dos comités para investigar los acuerdos de defensa anteriores, el ejército sigue guardando silencio con respecto a sus gastos. De acuerdo con Transparencia Internacional, los funcionarios han dado a los miembros del partido de Buhari la opción de pagar multas para no tener que enfrentar cargos de fraude en relación con los gastos de defensa. Los aliados internacionales de Nigeria, señala la organización, siguen dándole dinero a ese país, a pesar de la falta de transparencia sobre la forma en que el gobierno gasta ese dinero.
En febrero pasado, un artículo de información parlamentaria sobre Nigeria presentó una mordaz evaluación: “En mayo de 2016, poco después de que el exprimer ministro británico David Cameron describió ese país como ‘fantásticamente corrupto’, el gobierno británico dijo que entregaría 40 millones de libras esterlinas [52 millones de dólares] durante los próximos cuatro años para contribuir en la lucha contra Boko Haram”.
No resulta claro si ese dinero fue malversado, pero, a pesar de los esfuerzos de Buhari, parece que los gastos de defensa siguen escapándose del control de su ejército, para ir a parar a los bolsillos de élites corruptas.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek