CON MÁS DE UN MILLÓN de suscriptores y más de 200 millones de vistas en YouTube, Chumel Torres (Chihuahua, 1984) es una de las figuras más reconocidas de las redes sociales. Un “influencer”, como le llaman algunos a esta nueva generación de “celebridades”. Es decir, personas comunes que se apoderaron de las redes sociales y, al hablar de cualquier tema que se les ocurría, amasaron una cantidad considerable de seguidores. Sus palabras son tomadas en cuenta por millones, quienes reaccionan como todos en internet: con enojo, indignación, risas… Con comentarios de todo tipo volando en cuestión de segundos. Un lenguaje rápido, sencillo, que no pierde tiempo en análisis sin sentido y dice lo que piensa con lo primero que le va a la cabeza.
Torres no tiene filtros. Habla relajado y desenfadado. Nunca nadie le ha puesto barreras. Ni siquiera ahora, que trabaja para el canal HBO Latinoamérica. Este logro lo consiguió gracias al éxito de “El pulso de la república”, un noticiario por internet donde habla de los temas más pertinentes de México y el mundo, pero con un estilo propio, gracioso y diferente que conectó tanto con las personas desde su creación, en 2012, que se volvió todo un icono de internet.
“Chumel” es el nombre de su programa en HBO, el cual transmite su segunda temporada y realiza a la par del famoso “Pulso”,que sigue alimentando de forma constante.
Este año lanzó al mercado su libro “La historia de la república”, el cual describe de la siguiente manera: “Queridos amigos, pónganse cómodos y prepárense a gozar (¿Gozar? ¡No jodas, Chumel!) un recorrido por la histeria de México, ahora y como nunca sabrán cómo este país heroico, sublime y valiente logró convertirse en una facha gracias a los PRImeros pobladores de la Gran Tenochtitlán y sus numerosas PANdillas de mártires que combatieron con valor al más espurio obstinado en desestabilizar nuestro orden económico, político, social y cultural (Pinche Chumel, ¡nunca hemos tenido estabilidad!)”.
—¿Cómo fue escribir la historia de México para el libro “La historia de la república” y hacerlo con tu estilo?
—Ya teníamos muchas ganas de escribir algo así. La parte padre es que es una línea de tiempo de la historia de México, no es un libro de análisis de historia. Jamás se quiere colgar esa medalla, y si lo quieres leer con esa óptica te vas a llevar una decepción tremenda porque hay superescritores, superhistoriadores, y hay que leerlos. Este es un libro de comedia que toma como eje la historia de México y se acabó.
—¿Cómo te mantienes informado, dónde lees sobre lo que pasa en el país?
—Desgraciadamente en México lo que pasa es que cuando estás leyendo periódicos, para enterarte de las cosas, entre más los lees más descubres la tendencia. Unos tiran pa’ un lado otros tiran pa’l otro. Unos más de izquierda, ultraderecha, conservadores, liberales… Difícilmente te vas a encontrar a alguien que vaya por en medio. Sí leemos los medios más importantes y tratamos de balancear entre todos ellos. Es como poner en balanza todas las notas y de ahí sacar una voz, editorializar lo que ya trae el periódico, a través de un filtro que vaya por lo más en medio que se pueda. Y cuesta mucho porque cuando hablamos del PRI nos dicen que somos el futuro de México, y cuando hablamos mal de AMLO nos dicen que somos unos vendidos. Es un poquito ponerle en la cara a México que tiene una capacidad de diálogo.
—¿Por qué crees que la gente busca informarse con “El pulso de la república”, tu libro u otros medios más irreverentes por internet?
—Pueden ser varias cosas. Por el análisis que es muy sencillo, digerible. Yo lo explico como yo lo entiendo y los escritores que me echan la mano en El pulso… pues también hacen lo mismo. Somos gente común y corriente, no somos politólogos, ni tampoco somos un güey que estudió ciencias políticas en la UNAM. Somos gente de a pie, y cuando lees la noticia de que Alejandra Barrales compró un departamento y dio un enganche de 13 millones de pesos, a huevo que dices: “Oiga, señora, pues no mame”.
—Al haber visto tantas cosas y hablado de tantos temas de México, ¿cuál fue el último evento o polémica del país que te impactó?
—Daphne y Los Porkys. Ya no digamos los Duarte, y a final del día van a salir con que “ay sí, el PRI sí cumple”. Pero una chavita, a la que el juez dijo… no mames, a mí me aterrorizó como hermano, papá, amigo, nieto. Yo creo que esa estuvo terrible.
—¿Qué diferencia encuentras en trabajar en HBO y hacerlo como lo hacías antes?
—Bueno, seguimos haciendo lo de YouTube de todos modos. Creo que nada más es, no sé… HBO, por ejemplo, es mucho más protocolario, porque ya tienes que cuidar un canal. Nadie quiere demandar al “pulsito de la república”, todo mundo quiere demandar a HBO. En ese sentido los procesos son más lentos o, por ejemplo, las investigaciones tienen que ser mucho más sólidas. Hay un departamento legal que te cuida que no vayas a utilizar una imagen que esté protegida. YouTube es un poquito más maleable en ese asunto. La parte padre es que con HBO pudimos llegar a muchas partes de Latinoamérica que con El pulso…sí se ve, pero no tantísimo. Te da muchas credenciales, ya de pronto eres el primo mexicano de los de “Game of Thrones” y eso está chido.
—¿Te pusieron condiciones los de HBO?
—No. Y es justo por eso que me fui con ellos. Porque siempre que me hablaban de cualquier canal, la cosa era como echarles agua bendita: dame libertad creativa y salían corriendo. La cosa padre acá fue que justamente eso me ofrecieron. Seguir haciendo YouTube sin problemas, igual. Básicamente me dijeron: “Pues tú eres el que se va a llevar la chinga, pues dale”. No solo no nos han bloqueado ninguno de los temas, ni nada del lenguaje, ni del material, sino que a veces hasta lo han incentivado. Está muy raro, es un riesgo bien grande. Imagínate contratar a un “youtuber” y luego darle un canal de HBO.
—¿Cómo definirías a un “youtuber”?
—Alguien que tiene un medio de comunicación, que puede o no pegar. Pero la parte padre es que es cien por ciento independiente, donde cada quien puede hacer de su contenido lo que quiera. A mí se me hace la plataforma más democrática del mundo, porque no depende ni de promoción, ni de espectaculares, ni de post en radio, ni tele, depende de que a la gente le gusta el contenido. Eso es lo que muchos otros tipos de medios han batallado en comprender.
—En el relativamente corto tiempo que tiene el concepto de “youtuber”, ¿has visto un cambio o alguna evolución?
—Yo creo que sí. Es muy diferente, para empezar, en la seriedad con que te trataban como “youtuber”. Era así como “ah sí, los loquitos de internet”. Entonces, “ah pues los loquitos de internet tienen más clics que mi periódico”. En la conversación ya es una moneda de cambio que se usa. Y aparte siento que muchos de los compas que hacen YouTube también han ido mejorando la calidad de sus contenidos. Antes era platicar cualquier tontería que se te ocurra. Ahora también platican de cualquier tontería que se te ocurra, pero a su vez comulgas con otros canales que hacen cosas bien divertidas o bien entretenidas o bien interesantes. Ha adquirido un peso específico bien chingón. Dejó de ser una broma.
—¿Crees que la gente se escuda detrás de las redes sociales para discutir o pelear?
—A la gente le encanta indignarse por lo que sea. Twitter o las redes sociales ya se convirtieron un poco en quienes somos. Ya, por ejemplo, tú tienes amigos o conocidos que ni siquiera has visto en la vida real y los quieres o los detestas o cualquier cosa que te despierten. Conforme pasa el tiempo también nos vamos a responsabilizar un poco por todo esto online que se tiene. Que también debe ser tan maleable como la imagen que tienes tú con tus amigos.
—¿Cuál fue el último medio impreso que leíste?
—La revista Time cuando salió Donald Trump… Nosotros leemos digital, pero sí, yo creo que esa fue. Sigues leyendo The New York Times, nada más que ahora lo lees en tu compu. Es mucho más cómodo, nada más. No es una cosa que si no está en internet no funciona, nada más es “vamos a hacerlo más cómodo para todos”. Y es leer en el celular, es leer en tu compu. Simplemente porque es más fácil. Mucha gente se asusta mucho por los medios digitales, sí hay muchos que son unos idiotas, pero hay otros que son brillantes.
—Si tuvieras que hacer un último programa de El pulso de la república, si te dijeran que ya no va a existir nunca, ¿cómo sería?
—Yo creo que haría una recapitulación de lo que el PRI ha significado para México. Definitivamente sería esto, totalmente. Porque se me hace la cosa más satánica del mundo, se me hace así el diablo. Te lo digo así, no, no mames, se me hace una cosa así impensablemente diabólica. No mames, tenemos gobernadores prófugos del PRI. Sí está cabrón. Se me hace que es así el diablo, el diablo.