El hecho de que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) pueda transformar cualquier televisor en aparato de escucha, eludir las claves e incluso controlar cualquier vehículo, como afirman documentos publicados por WikiLeaks, no preocupa tanto al presidente Donald Trump, como el hecho mismo de que se haya filtrado esta información.
La filtración ocurre tras la confrontación que ha tenido el mandatario estadounidense con la comunidad de inteligencia de la CIA, a quien ha cuestionado por la fuga de información que ha tocado de cerca a su administración en la trama rusa.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, afirmó en una rueda de prensa que el mandatario está “extremadamente preocupado” y que “cualquiera que haya filtrado información confidencial será considerado responsable legal en el mayor grado”. No obstante, la revelación no ha merecido ni siquiera un tuit por parte del presidente asiduo de ventilar sus posturas en esta red social.
La portavoz de la CIA, Heather Horniak no confirmó la autenticidad de los documentos y acusó a WikiLeaks de poner en peligro a los estadounidenses, ayudando a rivales de Estados Unidos y socavar la lucha de Washington contra la amenaza terrorista.
“Tales publicaciones no solamente ponen en riesgo a personal estadounidense y operaciones, sino que brindan a nuestros adversarios herramientas e información para dañar a Estados Unidos”, se limitó a decir Horniak.
El fin de semana Donald Trump aseguró, sin presentar pruebas, que su antecesor Barack Obama intervino las líneas telefónicas de la Trump Tower un poco antes de la elección presidencial. A raíz de ello pidió al Congreso estadounidense realizar una investigación sobre la filtración de documentos clasificados.
Durante la campaña, el republicano fue beneficiado por las filtraciones que hizo Wikileaks sobre la Convención Nacional Demócrata, situación que afectó a su rival Hillary Clinton y que llevó al gobierno de Obama a ver una conexión con Kremlin en el hackeo de los correos posteriormente publicados por la plataforma fundada por el australiano Julian Assange.
Ya como presidente, The Wall Street Journal reportó que los servicios de espionaje se reservaban información hacia el presidente estadounidense por temor a que filtre datos sensibles para la seguridad nacional. El episodio llevó a Trump a querer llevar una operación de limpieza en las agencias de inteligencia.