Si necesitaras un trasplante de órganos, ¿te importaría que hubiera crecido en un animal a partir de células madre humanas? ¿O te someterías a ello pero en el fondo lo hallarías aterradoramente innatural? Todo esto podría sonar como ciencia ficción, pero científicos recientemente lograron implantar células madre humanas en un embrión porcino, poniéndonos un paso más cerca de dicho futuro. También hay otras aplicaciones importantes para dicha investigación, como el estudio de los procesos de desarrollo y enfermedades de muchos tipos.
Estamos, como mínimo, a varios pasos y cierta cantidad de años de ser capaces de crear quimeras humano-animales completas. Pero las preocupaciones por la ética de la investigación de quimeras han estado con nosotros desde principios del siglo XXI. Los éticos han empezado a trazar el espacio de difíciles cuestiones morales alrededor de este asunto.
En un útil sondeo reciente, Robert Streiffer identificó varias preocupaciones distintas y discutió si valía la pena prestarles atención. Muchos lectores compartirán estas preocupaciones, aun cuando a mí me dejan frío. Una es que crear quimeras es erróneo porque viola las fronteras entre especies, es innatural de una manera moralmente problemática. Otra es que la creación de quimeras amenazará las prácticas sociales que dependen de una distinción fuerte entre humanos y animales, como la crianza de animales para alimento, y así crean una confusión moral. Muchas personas también creen que la investigación quimérica amenazará la dignidad humana.
Sin embargo, un área de preocupación que sí hallo destacable e importante tiene que ver con la condición moral de los seres quiméricos. Como también lo señaló Streiffer, si la condición moral de un animal quimérico es mejorada, entonces la sociedad debe prepararse para lidiar con ello. Como un ejemplo extremo, considera una quimera con capacidades cognitivas similares a las humanas pero sin la capacidad física de hablar. Dicha quimera podría ser criada posiblemente en una sociedad que no ha pensado cómo abordar esto y no le da peso a su cognición mejorada.
Si las capacidades cognitivas mejoradas son una base para la condición moral mejorada, esto podría ser éticamente problemático. Pero enfrentar este problema requiere de un entendimiento sofisticado de lo que significa “condición moral” y de cómo la investigación quimérica podría mejorar ésta en un animal.
Subir la condición
Y no está claro que tengamos un entendimiento suficiente de esto. Esto se debe a que la mayoría de los recuentos de la condición moral están diseñados para considerar solo dos cosas. Una es que los seres humanos sanos califican completamente en ella: sus intereses importan moralmente, y hay poderosas razones morales contra dañarlos o matarlos. La otra es que alguna población privilegiada —por ejemplo, los bebés, fetos, aquellos con discapacidades cognitivas severas o animales no humanos— es lo bastante cercana dentro de una dimensión relevante para calificar para protecciones similares.
Estas cosas combinadas podrían llevar a mucha confusión. Aun cuando cada uno de estos grupos marginados presenta preocupaciones únicas, se supone que en cada caso tracemos una conexión directa entre ellos y los humanos adultos sanos. La idea es usualmente que estos grupos demuestran alguna capacidad o propiedad que hallamos moralmente significativa en nuestro propio caso, y que en virtud de esto el grupo marginado merece consideración moral.
Pero los adultos humanos sanos son creaturas complicadas, con un rango de capacidades y características moralmente relevantes. Los humanos adultos sanos son conscientes, disfrutan de una sofisticada voluntad moral, son conscientes de sí mismos y disfrutan de vidas interiores ricas y llenas de un rango de emociones complicadas. También participan en formas complicadas de interacción social, amistad y cooperación. Si deseamos extender la condición moral a una población, por ejemplo a los fetos, probablemente elijamos una subserie de estas capacidades para ser capaces de incluirlos. O trataríamos una manera alterna de demostrar que la población cumple con criterios similares que los humanos adultos sanos.
Pero con lo que nos quedamos es con un batiburrillo de recuentos de la condición moral, y de las cosas que podrían mejorarla o disminuirla. Los filósofos morales han sugerido que este rango de consciencia de sí mismo y capacidades psicológicas sofisticadas, hasta simplemente la capacidad de sufrir o participar en relaciones que podrían transformar el comportamiento en lo fundamental. Otras sugerencias incluyen tener la base genética de la voluntad moral (¿cuentan los genes humanos en una quimera humana/porcina?) o el hecho de que alguien podría haber sido o podría convertirse en una persona.
Hay incertidumbre con respecto a cuán bien cualquiera de estas propuestas se relacionaría con el caso de las quimeras. Nuestro entendimiento de cuáles tipos de quimeras podríamos ser capaces de crear todavía está en su infancia. No está claro si las quimeras compartirán características con los casos problema que impulsan mucho del trabajo en ética de la condición moral. Por ejemplo, ¿cultivar un corazón humano o algunas neuronas humanas en un cerdo significa que podría haber sido una persona, y esto es moralmente significativo?
El enfoque actual para determinar la condición moral es problemático. No es un gran procedimiento teórico desarrollar un nuevo parche cada vez que un dique teórico tenga una fuga.
Tal vez sea eso lo que necesitamos hacer para volver al punto de partida con respecto a la condición moral, y pensar duro sobre el tipo de cosas que apuntalan nuestras prácticas y nuestros juicios morales con respecto a los humanos adultos.
Para los casos difíciles, como la quimera humano-animal, el pensamiento ético de la condición moral tal vez no esté listo para ser útil.