La elección presidencial de Estados Unidos ha llegado a su etapa final con una diferencia mínima entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, quienes en un intento para asegurar la victoria del próximo martes se lanzaron por los votantes indecisos en un recorrido por distintos estados.
La exsecretaria de Estado de Estados Unidos ha perdido la ventaja de 12 puntos que llegó a tener sobre el magnate inmobiliario luego de que el FBI revivió la polémica que sigue rodeando a sus correos electrónicos. Esta situación dio aire a Trump quien ha resistido todo tipo de embates desde hace 16 meses.
“¿Cómo puede Hillary manejar este país cuando ni siquiera puede manejar sus correos?”, cuestionó Trump en New Hampshire, un estado disputado, llamando a Clinton un “ángel” protegido por la clase política y la justicia.
El republicano insistió que de llegar a la Casa Blanca, la demócrata “probablemente estará por mucho tiempo bajo investigación, que concluirá en un juicio”.
La candidata demócrata pidió por su parte a sus seguidores en Pensilvania imaginar una posible presidencia de Trump, tachando al magnate como un intolerante de “piel sensible” que ataca a las mujeres y las minorías, y fulmina a sus críticos.
“La opción no puede ser más clara”, dijo Clinton ante unos 2500 seguidores en Pittsburgh. “¿Vamos a construir un Estados Unidos más fuerte y más justo o vamos a tener miedo unos de los otros y del futuro?”.
El promedio de encuestas nacionales da a Clinton 46.6 por ciento de las intenciones de voto frente a 45.0 por ciento para Trump, según el sitio Real Clear Politics: un final de suspenso para una campaña plagada de acusaciones e invectivas y carente de un serio debate político, como lo ha sido la polémica sobre los correos personales de Clinton.
El director del FBI, James Comey, reveló la semana pasada que la agencia estaba revisando nuevos correos electrónicos “pertinentes a la investigación” sobre la utilización por parte de Clinton de un servidor privado cuando era secretaria de Estado, que había sido archivada en julio.
Los medios estadounidenses informaron el domingo que el FBI obtuvo autorización para empezar a revisar los correos -sobre los cuales Comey no brindó detalle alguno- con el fin de determinar si contienen información clasificada.
Según los medios, los nuevos correos fueron descubiertos en la computadora del desacreditado excongresista Anthony Weiner, esposo de la asesora de Clinton, Huma Abedin, de quien ahora está separado, y quien renunció en 2011 a su banca tras ser sometido a una investigación federal por acusaciones de que envió mensajes mensajes sexuales una menor de 15 años.
De esta manera, el FBI reabrió la investigación sobre el uso sin autorización que hizo Clinton del servidor privado, que había sido cerrada sin hallar méritos para acusar a la exsecretaria de Estado.
El día de ayer el diario británico The Guardian publicó que una persona muy cercana a Donald Trump confirmó que el candidato republicano recibió información del entorno de Julian Assange antes de la publicación por parte de Wikileaks de los correos electrónicos de Hillary Clinton.
Roger Stone, un veterano consejero no oficial del candidato republicano, dijo en una entrevista con The Guardian que un “amigo común” entre él y Julian Assange le proporcionó información y consejos de antemano sobre las filtraciones de los sensibles y embarazosos emails de Clinton y de sus principales colaboradores en el Partido Demócrata.
Stone afirmó que esta persona, que no quiso identificar, se ha reunido con el fundador de Wikileaks en Londres. Asimismo aclaró que no está vinculada de ninguna manera con la campaña de Trump, pero sí reconoce que ha estado en permanente comunicación con él, que es un asesor externo del candidato republicano a la presidencia, permitiéndole tuitear y comentar mucho antes algunas revelaciones clave de Wikileaks.
La realidad es que a cuatro días de las elecciones, Clinton y Trump luchan codo a codo en Ohio y Pensilvania, que junto a Michigan constituyen el antiguo centro industrial de Estados Unidos y son clave en esta elección marcada por el iracundo desencanto de las clases trabajadoras ante el status quo.
Aunque gane quien gane, la mayoría de los estadounidenses está asqueado del nivel de la política y muchos tienen serias dudas que alguno pueda unir al país tras la históricamente tóxica campaña, de acuerdo con una encuesta de CBS y The New York Times