LAS LLAMAN ANTIGÜEDADES DE SANGRE. Son miles de piezas arqueológicas, esculturas, mosaicos, cerámicas, relieves, joyas, manuscritos, libros y muchos otros bienes expoliados de museos y sitios arqueológicos de Oriente Medio. Algunas han sido comercializadas y adquiridas por coleccionistas privados en galerías, en subastas o por encargo, y de muchas otras se desconoce su paradero.
Entre la ocupación del ejército estadounidense y los enfrentamientos con ejércitos locales y grupos islámicos, por años el mundo cerró los ojos ante la expoliación de los tesoros de Siria, cuyo terruño alberga en conjunto el yacimiento arqueológico más extenso del mundo. Antes lo fueron Libia, Irak, Afganistán y Egipto donde, durante los conflictos recientes, ciudades y monumentos declarados por la Unesco patrimonio de la humanidad han sido destruidos, y museos desmantelados y sus piezas traficadas en el mercado negro.
En Libia, por ejemplo, durante los primeros años del conflicto toda la colección arqueológica llamada el Tesoro de Bengasi fue robada. También lo fueron pinturas y obras de arte de Trípoli. En Irak, en los disturbios que siguieron a la intervención militar en abril de 2003, muchas antigüedades fueron sustraídas y llevadas a Estados Unidos. Se comprobó cuando en mayo de 2006 la Interpol y el Departamento de Seguridad interna hallaron la estatua del rey sumerio Entemena —esculpida en diorita negra y que data del año 2430 a. C.—, robada del Museo Nacional Iraquí.
Y así continuó la expoliación de tesoros, hasta que un día un connotado miembro del Ejército Islámico (EI) fue muerto y en su portafolios cargaba 52 usb que, tras desclasificarse, dejó al descubierto que se financiaban con la venta de piezas arqueológicas y antigüedades. Para esos momentos, ciudades antiquísimas y con un enorme y único acervo patrimonial como Raqqa, Ebla, Apamea, Palmira, Nimrud, Nínive y Hatra habían sido completamente saqueadas.
Irónicamente, el mercado para el singular legado de la Mesopotamia antigua, el Imperio bizantino, helénicos y el fino arte islámico, es el de los coleccionistas, las galerías y magnates estadounidenses, europeos, y otros ricos de Asia (principalmente Japón, Hong Kong en China, Tailandia y Singapur), lo que significa que los propios estadounidenses compradores financian de manera indirecta a los ejércitos que combate el estadounidense.
El Estado Islámico contrabandea a gran escala esas piezas arqueológicas y antigüedades como lo hace con petróleo, drogas y armas, expoliándolas a costa de la vida de poblaciones y de la sangre de los defensores del patrimonio, como el arqueólogo encargado de las antigüedades de Palmira, Jael al Asad, quien fue decapitado en agosto de 2015.
Las rutas usadas para su comercialización son las mismas que transitan las mercaderías que mueve el crimen organizado por los cinco continentes. Su modalidad de venta se vale también de las tradicionales subastas, pero se ha expandido a páginas de internet. En agosto de 2015, el FBI emitió un comunicado en el que alertó de la presencia en el mercado negro estadounidense de esas antigüedades sirias e iraquíes.
El problema no solo incide en los países saqueados, sino también en los de tránsito y destino final, porque acompasa lavado de dinero, corrupción en el sector aduanal y de transporte.
La criminalidad ha escalado a tal punto que, en febrero de este año, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas planteó por vez primera regular el mercado internacional del arte, como una manera de atajar la fuente de financiamiento de grupos terroristas. Apenas se delinearon medidas encaminadas a endurecer controles aduaneros.
Dado que tales disposiciones deben ser aplicadas por todos los países miembros de la ONU (y México lo es), el especialista en patrimonio cultural y derecho internacional, Jorge Sánchez Cordero, dice que estas podrían impactar de manera positiva al combatir la expoliación que se registra en el país.
“Que el tema se llevara al pleno del Consejo de Seguridad es muy importante porque sus resoluciones son vinculantes para la comunidad internacional, son obligatorias”, explica. “Es muy relevante cómo piensan empezar a modificar el mercado internacional del arte, no porque les interese el enorme pillaje que se ha desatado en la zona, sino porque es la fuente de financiamiento del terrorismo internacional. Pero México va a tener una incidencia enorme porque el cambio de reglas en el mercado internacional nos favorece, ya que actualmente en México todo está bajo sospechas, bajo suposiciones”.
La directora y representante de la Unesco en México, Nuria Sanz, coincide en que la decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas podría ayudar a atajar el mercado negro del arte también en la región, delito que, explica, tiene un impacto para la humanidad incuantificable.
“El mercado negro del arte tiene detrás sitios que se destrozan; las piezas que se destrozan para entrar en una plusvalía que va en contra de la preservación de patrimonio, pero lo peor de todo es que se destruyen las formas de hacer conocimiento”, dice. “Destruir un recinto arqueológico significa una manera de quedarnos sin la respuesta a una pregunta que nos puede valer a todos, y el mercado negro del arte es deliberadamente destructivo en ese sentido. Ese mercado del arte que ya tiene un comprador en cualquier parte del mundo es una manera de eliminar la posibilidad de generar conocimiento científico y conocimiento social para toda la humanidad”.
Por lo pronto, la expoliación continúa lo mismo en Siria que en México, de manera hormiga, constante, junto con el secretismo de las autoridades.
En las fichas rojas del arte de la Interpol aparece una de las series más famosas del artista plástico estadounidense Andy Warhol: ocho cuadros de Latas de sopa Campbells, robados en abril al Museo de Arte de Springfield. Foto: Peter PARKS/AFP
LAS MÁS BUSCADAS
En 1947 la Interpol publicó la primera notificación sobre obras de arte robadas. Aquellos eran años de la posguerra, que como saldo dejó cuadros, esculturas y objetos de arte transferidos de un país a otro.
A partir de 1995, la Interpol comenzó un registro mundial con los datos aportados por las autoridades del país donde ocurre el robo. Desde entonces, cada país miembro de la Interpol hace la notificación correspondiente en cuanto se detecta el robo de un bien cultural u obra de arte.
Al 1 de septiembre de 2016 son más de 49 000 objetos los que yacen en este registro, piezas que ahora mismo podrían estar en tránsito para su incorporación en el mercado negro. Como se hace con personas buscadas o desaparecidas, la Interpol emite una especie de fichas rojas del arte y clasifica, además, las “más buscadas” por todo el mundo.
Aparte de los tesoros de Palmira y el resto de antigüedades de sangre saqueadas en Siria, Libia, Irak, Afganistán y Egipto, figura una de las series más famosas del artista plástico estadounidense Andy Warhol: ocho cuadros de Latas de sopa Campbells, robados en abril al Museo de Arte de Springfield; el FBI ofrece una cuantiosa recompensa por su paradero.
También obras maestras de la pictórica europea, como los 17 cuadros valuados en 20 millones de euros que hombres encapuchados y armados sustrajeron el 19 de noviembre de 2015 del museo Castelvecchio en Verona, Italia.
Dos libros robados en Austria sobre el pintor francés de origen bielorruso Marc Chagall, uno publicado en 1966 —que en sus páginas tiene una dedicatoria y dibujo del propio artista— y otro editado en 1948, sobre el que Chagall escribió manualmente.
También se busca un mapa de Asia de 1779, considerado una joya de la cartografía antigua. Además de una escultura de pantera hecha por la casa Swarovski en Austria; dos coronas de oro, plata y piedras preciosas de 1880 robadas en San Marino; una escultura del siglo VII robada en Nepal, entre muchas otras.
Las prontas notificaciones a la Interpol pueden hacer la diferencia en la recuperación del patrimonio cultural. Por ejemplo, entre las más buscadas en 2004 estuvo El grito, la obra célebre del expresionismo creación del pintor noruego Edvard Munch. Había sido robada del Museo Munch de Oslo el 22 de agosto. Dos años después, en septiembre de 2006, fue recuperada.
En el monasterio Eloni, situado en Leonidio, una de las localidades emblemáticas del Peloponeso en Grecia (en 2006), fue robado un valioso icono de la Virgen con el niño Jesús. Un par de días después, dos rumanos se preparaban para sacarlo al mercado negro internacional cuando fueron detenidos.
Lo mismo ocurrió con L’écritoire de Picasso, robado en una galería de arte de Mónaco el 14 de septiembre, y rescatado unos días después.
En 2003, del castillo de Drumlanrig, en Escocia, fue robada La Madonna del Huso, óleo de Leonardo da Vinci. Fue colocado como uno de “los más buscados”. En octubre de 2007 se recuperó en Glasgow.
También un salero de fino marfil, con oro y esmalte, pieza del siglo XVI elaborado por el afamado orfebre y escultor italiano Benvenuto Cellini, valuada en 50 millones de euros (unos 1000 millones de pesos). La pieza, patrimonio del Museo de Historia del Arte (Kunsthistoriches Museum) de Austria, fue robada en diciembre de 2003. De inmediato la Interpol la incluyó en sus fichas de “las más buscadas” y se le halló tres años después. Peculiar caso: el ladrón “secuestró” la pieza en tanto reclamaba millones por su rescate; la mantenía enterrada en un bosque, a las afueras de Viena.
En junio de 2008, El Prendimiento de Cristo, también conocido como El Beso de Judas,uno de los cuadros más cotizados de Caravaggio y considerado tesoro nacional de Ucrania, fue robado del Museo de Arte Occidental y Oriental de Odesa; los ladrones lo llevaron a Berlín, y fueron detenidos cuando estaban a punto de venderlo.
Otras piezas expoliadas no han corrido la misma suerte. En el mundo de los marchantes, galeristas, museógrafos y quienes trabajan por la conservación del patrimonio cultural, aún se habla del caso del museo Isabella Steward Gardner, considerado el mayor robo en la historia moderna del arte.
Ubicado en Boston, en la que fuera la mansión particular de la coleccionista y mecenas de arte Isabella Steward, en 1990 se robaron 13 lienzos firmados por artistas como Edgar Degas, Rembrandt, Johannes Vermeer y Edouard Manet. A 26 años, los lienzos aún siguen en las listas de la Interpol y por ellas también el FBI mantiene recompensas.
En la misma situación están los cuadros El olivo cerca del estanque, de Georges Braque; Naturaleza muerta con candelabro, de Fernand Léger; Pastoral, de Henri Matisse; La mujer del abanico, de Amedeo Modigliani, y La paloma con guisantes, de Pablo Picasso (valuados en más de 500 millones de euros). La tarde del 21 de mayo de 2010, fueron sustraídos del Museo de Arte Moderno de París.
También Cabeza de arlequín, de Picasso; La lectora en blanco y amarillo, de Matisse; El puente de Waterloo, y El puente de Charing Cross, de Claude Monet; Mujer ante una ventana abierta, de Paul Gauguin; Autorretrato, de Meyer de Haan, y Mujer con los ojos cerrados, de Lucian Freud, robados del museo Kunsthal de Rotterdam en octubre de 2012.
TESOROS NO RECLAMADOS
En contrasentido, la Interpol tiene 88 obras de arte recuperadas que, extrañamente, no han sido reclamadas por quien acredite su legítima propiedad. Entre ellas destaca una sotana del siglo XVIII robada en Grecia; una escultura hindú del siglo XVIII de Yama y Yami, el rey de la muerte y un búfalo; una escultura de San Miguel Arcángel de madera repujada del siglo XVII robada en Portugal; un Corán de 1844 robado en 2006 en Kazajistán; un sable de 1884, robado en Armenia; un collar de oro y plata con un zafiro y bordeado de diamantes de diferentes tamaños, robado en el Reino Unido en 1996; una trompeta Stradivarius robada en República Checa; un candelabro para ocho velas con la estrella judía del siglo XIX, robado en Bielorrusia; una escultura de Yoga Narasimha del siglo XVIII de bronce de la India; un cofre de oro y plata del siglo XIX de Bielorrusia. Y varios lienzos con temas religiosos de Ecuador y Perú.
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“Lista roja de bienes culturales en peligro de Centroamérica y México”, elaborada por el International Council of Museums. Esta organización la comparte con la Interpol. Fotos: Especial.
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Robos con violencia
La filmografía y literatura nos hacen pensar en la sustracción de obras de arte mediante sofisticados planes al estilo del robo al Museo Gardner de Boston, donde los ladrones iban de habitación en habitación seleccionando los cuadros. Pero en las distintas regiones del mundo suelen ocurrir robos con violencia.
El 8 de enero de 2006, dos hombres enmascarados irrumpieron en el museo Novi Sad en Serbia y Montenegro, inmovilizaron a dos empleados y robaron cuatro de los cuadros más valiosos allí expuestos.
Unas semanas después, el 27 de febrero, al otro lado del mundo, mientras los brasileños y miles de turistas vivían las fiestas del carnaval, cuatro hombres fuertemente armados irrumpieron en el museo de la capital, amagaron a los vigilantes y apagaron las cámaras de seguridad para robar Los dos balcones, de Salvador Dalí; El jardín de Luxemburgo, de Matisse; La danza, de Picasso, y una Marina de Monet. Luego salieron con su gran botín para camuflarse entre las multitudes enfiestadas de Río de Janeiro. En diciembre de ese año, dos individuos irrumpieron en la madrugada en el Museo de Arte de Sao Paulo para robar Retrato de Susanne Bloch, de Picasso; y El productor de café, de Candido Portinari, un cotizado artista brasileño.
Antes, el 5 de agosto de 2007, hombres armados y enmascarados irrumpieron en el Museo de Bellas Artes de Niza para robar cuatro óleos: Escarpados acantilados cerca de Dieppe, de Monet; El carril de álamos de Moret, de Alfred Sisley, y de Jan Brueghel el Viejo, los cuadros Alegoría de la tierra y Alegoría del agua.
El 10 de febrero de 2008, al museo de la Fundación E. G. Bührle, en Zurich, irrumpió un hombre armado y robó cuatro cuadros valuados en 162.5 millones de euros, entre estos, El niño con el chaleco rojo, de Paul Cézanne.
El 2 de octubre de 2009, en el Museo Magritte, de Jette, Bélgica (ciudad cercana a Bruselas), dos hombres armados irrumpieron, amenazaron al personal y encañonaron a los visitantes. Ante el estupor y desconcierto, desmontaron Olympia, uno de los óleos más valiosos de Magritte, y se lo llevaron. Pero el lienzo es tan famoso que no pudieron venderlo, y dos años después fue devuelto.
El robo ejecutado en mayo de 2010 al Museo de Arte moderno en París también fue a manos de un comando armado.
Los primeros meses de 2012, los criminales fueron muy activos: la madrugada del lunes 9 de enero, de la Galería Nacional de Arte de Atenas robaron Cabeza de mujer, de Pablo Picasso; Molino, de Piet Mondrian, y Representación de San Diego de Alcalá en éxtasis con la Santa Trinidad y los símbolos de la Pasión, de Guglielmo Caccia.
En febrero, en la antigua Olimpia, en Grecia, dos encapuchados bien armados irrumpieron en el Museo de la Historia de los Juegos Olímpicos, amenazaron a los guardias de seguridad, los amagaron y ataron para robar 70 piezas de los periodos clásico, helenístico y bizantino.
Hay robos incluso más descarados: a las instalaciones de la Fundación Henry Moore, en el Reino Unido, llegaron los ladrones con una grúa para robar una escultura de bronce de 2.5 toneladas y casi cuatro metros de longitud por casi tres de altura, elaborada por el escultor abstracto.
La corrupción policial y aduanera es clave para que el robo y expoliación de arte nutran el mercado negro a costa del patrimonio de los países víctimas.
En 1947 la Interpol publicó la primera notificación sobre obras de arte robadas. Fotos: Especial.
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Expoliación de arte, herencia nazi
El robo y contrabando de arte y bienes patrimoniales tomó auge en la Segunda Guerra Mundial, cuando, se calcula, alrededor de un millón de piezas habrían sido robadas por los nazis, quienes tenían en Adolfo Hitler su principal auspiciador, apoyado por su segundo al mando, Hermann Wilhelm Göring, identificado en el mundo del arte como uno de los mayores expoliadores y estratega del mercado negro tal y como opera aún.
Como pintor frustrado, rechazado por la Academia para Estudios de Arte de Viena, Hitler tenía la obsesión de abrir su propio museo en Linz, Austria, la ciudad donde se crió y donde expondría las que consideraba obras maestras del arte europeo.
Entre los cuadros expoliados destacan El pintor en el camino a Tarascon, Retrato del Dr. Gachet, y Casa Blanca de noche, de Van Gogh; Retrato de Adele Bloch-Bauer,de Gustave Klimt; Plaza de la Concordia, de Edgar Degas; Santa Justa y Santa Rufina, de Diego Velázquez; El astrónomo, de Johannes Vermee. Piezas espectaculares como el retablo de Veit Stoss, elaborado por el escultor alemán del siglo XVI para una iglesia de Polonia, y que es el retablo gótico más grande del mundo. También la cámara de ámbar, del escultor alemán Andreas Schlüter y el artesano danés Gottfried Wolfram, quienes diseñaron y construyeron esta obra para el Palacio de Charlottenburg, hogar del rey de Prusia Friedrich I.
Y muchas obras de autores como Vermeer, Van Eyck, Van Gogh, Durero, Cranach, Picasso, Matisse, Braque, Goya, Velázquez, Rembrandt, Cézanne, Rubens, Brueghel, Renoir, Manet, Monet, Klimt.
Además de esculturas como la Madonna de Miguel Ángel, la única escultura que salió de Italia durante la vida del artista y que le había sido comprada por una familia de mercaderes de telas de Brujas, Bélgica. Justamente esta es una de las piezas cuyo rescate se cuenta en Operación Monumento, la cinta dirigida por George Clooney, donde se explora el ángulo menos conocido de la Segunda Guerra Mundial, precisamente el robo de arte, y la historia de un grupo de expertos que fueron enviados a Europa por el presidente Franklin D. Roosevelt a “rescatar” piezas de arte robadas. Hoy la escultura de Miguel Ángel está de vuelta en Brugge, y es una de las más apreciadas por los flamencos que habitan esa pequeña ciudad medieval.
Hermann Wilhelm Göring es considerado por los especialistas como creador de un sistema internacional de transferencia del arte robado, a la manera en la que opera hoy este mercado negro en el cual, en estos tiempos, cada vez se ve más involucrada la delincuencia organizada.
Aunque los soldados nazis fueron los que robaron esos cuadros, en su comercialización y tráfico fueron cómplices gobiernos, funcionarios de museos, marchantes, galeristas y compradores de todo el mundo. Ello incluso generó los llamados Principios de Washington sobre Arte Confiscado por los Nazis, un acuerdo que en 1998 firmaron 44 países y en el cual, entre otras, se exigía que los museos del mundo devolvieran las obras de arte que tenían una procedencia ilícita. A la fecha ni siquiera los países firmantes han cumplido cabalmente con los preceptos.
Al paso del tiempo algunos cuadros reclamados por robo han aparecido en manos de sociedades financieras que operan en paraísos fiscales.
Por ejemplo, en medio del escándalo de los papeles de Panamá se publicó que el cuadro Homme Assis, de Amedeo Modigliani, apareció en manos de una empresa radicada en Panamá. Su propietario, el comerciante judío Oscar Stettiner, lo denunció como robado por los nazis.
Los paraísos fiscales son también mercado en ciernes para el arte y piezas arqueológicas de origen mexicano supuestamente sustraídas de manera ilegal de nuestro país. De acuerdo con los datos obtenidos por Newsweek en Español, actualmente la PGR tiene abiertos dos procesos internacionales en los paraísos fiscales de Luxemburgo y Mónaco, en los cuales indaga la pertenencia de piezas arqueológicas en manos de particulares de ambos países.