El virus del Zika ha infectado hasta el día de hoy
a más de 7000 personas en Estados Unidos (si incluimos a los territorios
estadounidenses) y, en consecuencia, ha afectado a un número cada vez mayor de
mujeres embarazadas.
Debido a que el Zika puede provocar defectos catastróficos
en los recién nacidos infectados con el virus, la propagación de la infección
en Estados Unidos y en otras partes del mundo ha llevado a algunas personas a
plantearse preguntas introspectivas acerca del aborto.
Para complicar aún más las cosas, los graves
defectos de nacimiento provocados por el Zika no pueden detectarse mediante el
ultrasonido sino hasta las últimas etapas del embarazo. La interrupción de los
embarazos de productos infectados por el Zika combinan dos preguntas con una
alta carga moral: 1) ¿Es correcto interrumpir un embarazo debido a que el
producto quedará gravemente discapacitado si se lleva a término? y 2) ¿Es
correcto quitarle la vida a un feto en las últimas etapas del embarazo, independientemente
del motivo?
Las razones para interrumpir el embarazo deben ser
irrelevantes para fines legales
Como afirmé en una columna
anterior, en general considero que las
razones de una mujer para tomar la decisión de interrumpir su embarazo son irrelevantes
ante la pregunta de si debe tener la autorización legal para hacerlo. Al igual
que una mujer que decide no tener relaciones sexuales con un hombre por una
mala razón, ella tiene derecho a estar libre de la intromisión corporal que
significa un embarazo, aun cuando su razón para reafirmar su integridad
corporal resulte ofensiva. La parte más sobresaliente de la ecuación es el
hecho de que su integridad corporal se encuentra en riesgo.
No obstante, cuando muchas mujeres podrían desear
interrumpir su embarazo debido a un conjunto concreto de defectos provocados
por el virus del Zika, vale la pena considerar la cuestión moral, aun si
nuestra respuesta no habrá de afectar la conclusión legal de que la mujer debe
tener la libertad de interrumpir su embarazo.
¿Es correcto interrumpir un embarazo debido a que
el producto resultante padecerá defectos congénitos?
Parte de la respuesta depende
de la naturaleza de los defectos congénitos. En el caso del Zika, estos últimos
pueden ser terribles, como la microcefalia y un cerebro con un desarrollo
profundamente anormal, depósitos calcáreos endurecidos en el cerebro, un
deterioro en el tejido cerebral e inflamación del encéfalo, entre otros
problemas.
Por esta razón, a diferencia
del síndrome de Down, en el que los padres pueden decidir abortar a pesar de
que un niño con síndrome de Down podría ser feliz por estar vivo y llevar una
vida gozosa, podría decirse que la decisión de interrumpir la vida de un feto
infectado con el virus del Zika está a favor de los intereses del feto mismo.
En otras palabras, puede ser que el aborto no sólo libre a los padres, sino
también al bebé, de una vida que, en cierto sentido, no vale la pena vivir.
Ordinariamente, si la interrupción ocurre antes de
un punto del embarazo en el que consideramos que el aborto es muy parecido a
asesinar a un niño, tenemos el privilegio de determinar que algunas vidas
quizás no merezcan ser vividas. Después de todo, las personas con marcadores de
enfermedades genéticas utilizan métodos de control de la natalidad debido a que
realizan el mismo juicio sobre sus posibles descendientes, y pocas personas
están en desacuerdo con ese uso de los métodos anticonceptivos.
Es interesante señalar que,
según se informa, el Papa mismo ha sugerido que los métodos anticonceptivos
(que ordinariamente están prohibidos por la fe católica) podrían ser moralmente
aceptables en la batalla contra el virus del Zika.
Pie de foto:
Una madre sostiene a su bebé de cuatro meses, nacido con microcefalia en
Olinda, cerca de Recife, Brazil, el 11 de febrero. Sherry Colb escribe que el
problema con los defectos congénitos del Zika es que podrían no ser detectables
para los médicos sino hasta una etapa relativamente avanzada del embarazo,
quizás en un punto en el que muchos de nosotros consideraríamos que un aborto
es moralmente relevante.NACHO DOCE/REUTERS
Entonces, en la medida en que el aborto ocurre
cuando aún consideramos que el feto es una vida “en potencia”, para muchos de
nosotros, la decisión de que sería mejor que esa persona no naciera en absoluto
en lugar de nacer y vivir una vida catastróficamente afectada no resultaría
moralmente problemática.
Cuando el aborto se convierte en eutanasia
El problema con los defectos congénitos del Zika es
que pueden no ser detectables para los médicos sino hasta una etapa
relativamente avanzada del embarazo, quizás en un punto en el que muchos de
nosotros consideraríamos un aborto como moralmente relevante.
En mi opinión, el punto de importancia moral es la
capacidad de sentir, cuando el feto es capaz de experimentar el dolor o el
placer, y esto puede ocurrir en la última parte del segundo trimestre o en la
parte inicial del tercer trimestre. Otras personas podrían colocar la línea
moral en un punto distinto, pero cuanto más avanzada sea la etapa del embarazo
a la que nos refiramos, tanto más probable es que las personas tengan la
intuición moral de que ya no hablamos de un bebé “en potencia” sino de un niño
ya existente o al menos, de alguien que merece casi tantas consideraciones
morales como un recién nacido.
Hemos visto en la noticias a
algunas mujeres que han interrumpido su embarazo de productos afectados por el Zika,
entre ellas, un caso en el que la interrupción ocurrió a las 32 semanas. En ese
punto, un feto normal no afectado por el Zika podría nacer, ser viable y crecer
hasta convertirse en un bebé sano. De hecho, no es raro que una mujer dé a luz
prematuramente en ese punto y que tenga lo que ya se considera “un bebé” (en
lugar de un feto) en el momento de su nacimiento.
De acuerdo con la anterior, en esta etapa, surgen
dos hechos que podrían modificar el cálculo moral del aborto.
En primer lugar, si a la mujer únicamente le
preocupara su integridad corporal, podría inducir la labor de parto y dar a luz
con seguridad a su hijo, dando por terminada de esa manera la ocupación interna
sin provocar la muerte de su feto/bebe. Por esa razón, ya no resulta claro que
el aborto (en el sentido de matar y no simplemente retirar al feto o al bebé)
debe ser incluso legalmente aceptable, y en muchos estados de la Unión
Americana, los abortos posteriores a la etapa de viabilidad que no pongan en
riesgo la vida o la salud de la madre están prohibidos.
En segundo lugar, dado que la integridad corporal
podría ya no ser un impulso plausible para ejercer el derecho al aborto, la
elección de interrumpir la vida del feto o bebé realmente se convierte en una
forma de eutanasia en lugar de aborto. En otras palabras, dado que ya no
podemos decir que interrumpir el embarazo necesariamente acabará con la vida
del feto o del bebé, la decisión de tener un aborto (procedimiento que matará
al feto o bebé) es en realidad la decisión de quitarle la vida al feto o al
bebé debido a que se considera que es una vida que no merece ser vivida.
Una vez que entramos en el ámbito de la eutanasia,
ya no resulta claro si los abortos en las últimas etapas del embarazo debidos
al virus del Zika pueden estar justificados desde el punto de vista moral. Para
responder a la pregunta de si lo están o no, quizás debamos preguntar si sería
moral y/o legalmente aceptable matar al bebé afectado por el Zika una vez que
ha nacido, cuando podría decirse que el aborto ha dejado de ser una parte de la
ecuación.
Como un tema moral, es posible que algunas personas
deseen afirmar que las vidas de los bebés podrían estar tan afectadas por los defectos,
como podría ser el caso de muchos de estos bebés, que el hecho de matarlos al
nacer sin provocarles dolor sería un acto de bondad y no un perjuicio.
No obstante, en este momento de la historia, las
leyes de Estados Unidos no reconocen a la eutanasia como un enfoque legítimo
para un bebé (o para un adulto) cuya vida podía no ser considerada digna de
vivirse debido a discapacidades, dolor o algún otro índice de valor.
De hecho, para muchas personas que forman parte de
la comunidad a favor de los derechos de las personas con discapacidad, la
posibilidad de practicar la eutanasia a una persona debido a su discapacidad
resulta horrible, especialmente cuando hablan acerca de un bebé que de ninguna
manera puede dar su consentimiento a esa decisión.
Una vez que caracterizamos a la interrupción del
embarazo en las últimas etapas de un feto con Zika como un equivalente a la
eutanasia, nuestras leyes y las instituciones morales que las sustentan
rechazan tajantemente un aborto de esa naturaleza, y los argumentos feministas
sobre la integridad corporal prácticamente no tienen cabida.
Un vacío legal y moral
Entonces, en pocas palabras, el virus del Zika y su
impacto en el embarazo plantea problemas extremadamente dolorosos y difíciles
que generalmente pasamos por alto cuando hablamos acerca del aborto en
embarazos que pueden dar como resultado defectos congénitos.
Este dilema subraya el problema moral de la
discriminación contra las personas con discapacidad, que siempre se encuentra
en el fondo cuando las personas interrumpen su embarazo debido a la existencia
del síndrome de Down, y pone a este problema bajo los reflectores debido a la
etapa avanzada del embarazo en la que se pueden descubrir tales defectos.
Si, a pesar de todo, uno concluye que debido a la
naturaleza posiblemente catastrófica de los defectos congénitos, es mejor que
los niños con Zika no nazcan en lugar de vivir las vidas gravemente afectadas
que vivirían en caso de nacer, el hecho de que viven en el interior de una
mujer embarazada podría proporcionar a las personas un vacío legal, e incluso
moral, a través del cual podrían alcanzar el fin que desean, aunque se trate
realmente de eutanasia.
La mujer embarazada podría encontrar un lugar donde
se permita realizar abortos en etapas muy avanzadas e interrumpir su embarazo
actuando a favor del niño que, de otra manera, habría nacido. Puede hacerlo sin
deslizarse a través de la resbalosa pendiente de la eutanasia, debido a que
podemos clasificar lo que ha hecho en la categoría de “aborto” en lugar de
“eutanasia”.
Sin embargo, aunque esto podría funcionar desde el
punto de vista legal, el tema de la eutanasia aún nos acecha y nos lleva a responder
la siguiente pregunta: ¿es mejor interrumpir algunas vidas que permitirles
continuar, dado lo que les espera? Así, una mujer que interrumpe su embarazo a
las 32 semanas debido a defectos congénitos provocados por el Zika habrá
realizado un procedimiento de eutanasia, al tiempo que nos permite fingir que
simplemente se ha practicado un aborto.
Este artículo fue publicado por primera vez en el sitio web de Veredict.
Sherry F. Colb es
catedrática de Derecho y titular de la beca Charles Evans Hughes de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Cornell. Su libro más reciente se titulaMind If I Order
the Cheeseburger? And Other Questions People Ask Vegans (¿Te importa si
ordena una hamburguesa con queso? Y otras preguntas que la gente hace a los
veranos).
—
Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek