En la tradición del presidencialismo mexicano, los mandatarios
utilizaban su IV Informe de Gobierno para hacer los primeros balances de su
gestión, presumir los logros y lanzar “guiños” a quienes entrarían en el juego
de la sucesión.
En pleno uso de su poder, lanzaban incluso amenazas que
luego cumplirían. Ahí está el caso de Gustavo Díaz Ordaz, quien el 1 de
septiembre de 1968 advirtió que su gobierno había sido tolerante “hasta excesos
criticados”, en referencia al conflicto estudiantil. Incluso, añadió que “todo
tenía un límite”, lo que fue considerado como el anuncio de lo que ocurriría un
mes después en Tlatelolco: una masacre.
Por supuesto que nadie en su sano juicio añora esas épocas
del autoritarismo presidencialista. Los tiempos han cambiado: México ya conoció
la alternancia, la pluralidad llegó para quedarse y nadie quiere una regresión.
Sin embargo, vivimos hechos tan inéditos como peligrosos.
Tan dañina es una presidencia imperial, como peligroso es el
vacío de poder. Y actualmente nos movemos en arenas movedizas. Enrique Peña
Nieto tiene niveles de reprobación históricos de hasta el 74 por ciento, de
acuerdo con algunas encuestas.
Ningún mandatario había registrado un deterioro tan
pronunciado en sus niveles de aceptación como el mexiquense; vamos, ni siquiera
Ernesto Zedillo en plena crisis de 1995. En abril de 2013, el 30 por ciento de
la población reprobaba al actual mandatario; el porcentaje pasó a 48 puntos en
diciembre de ese mismo año. Y desde entonces, la caída nadie la frena.
En agosto de 2014, la desaprobación era del 46 por ciento;
en marzo de 2015, del 57; en diciembre de ese año, del 58, y para agosto
pasado, solo lo avalaba el 23 por ciento de la población.
Lo peor es que pareciera que esto no importa en Los Pinos
y, por el contrario, cada una de las acciones del primer mandatario está encaminada
a abrir nuevos e innecesarios frentes.
EL AÑO QUE PEÑA VIVIÓ EN PELIGRO
Los últimos 12 meses han sido extremadamente difíciles
para Enrique Peña Nieto: violencia, desaceleración económica, escándalos y la
debacle electoral de su partido —el PRI— son la marca de este periodo.
El año 2016 inició con una buena noticia para la
administración del priista. El 8 de enero fue recapturado Joaquín Guzmán, el “Chapo”,
en un operativo realizado en Los Mochis, Sinaloa, luego de que escapó en forma
por demás hollywoodense del penal de “alta seguridad” de El Altiplano, en el
Estado de México, el 11 de julio de 2015.
En febrero siguió la buena racha con la llegada del papa
Francisco a territorio nacional para una visita de seis días que representó un
baño de agua bendita para la atribulada gestión peñista.
El 21 de abril, el jefe de Ejecutivo anunció la iniciativa
para permitir el uso recreativo y medicinal de la marihuana; y el 18 de mayo
presentó la reforma constitucional para permitir los matrimonios entre personas
del mismo sexo y la posibilidad de que esas parejas adopten.
A la fecha, ninguno de los dos proyectos han sido
dictaminados. Es más, los legisladores de su partido han advertido que no son
prioridad para el periodo de sesiones que inició el pasado jueves 1 de
septiembre.
En el ínter, el 15 de mayo, en el marco del Día del
Maestro, iniciaron las protestas de la CNTE para abrogar la reforma educativa.
Desde entonces, la disidencia magisterial ha desquiciado la vida cotidiana de
Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán y la Ciudad de México.
Ante los bloqueos, mítines, plantones y la suspensión de
clases, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, advirtió que
“la paciencia tiene un límite”. Sin embargo, el funcionario ha demostrado que
los límites de los que habló son muy pero muy amplios, pues a la fecha no se ha
actuado, mientras la CNTE sigue haciendo de las suyas.
Luego de mayo llegó un mes doloroso. El 5 de junio se
registraron elecciones en 13 estados, 12 de los cuales renovaron sus gubernaturas.
El PRI registró una derrota histórica y solo ganó cinco de ellas. El electorado
castigó la corrupción en los gobiernos de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo,
pero la factura final fue endosada a Peña Nieto.
El tercer trimestre de 2016 guardaba lo peor. El 19 de
junio se registró un enfrentamiento en Nochixtlán, Oaxaca, entre policías
federales y locales con maestros y pobladores. El saldo: ocho muertos y más de
un centenar de heridos. El 18 de agosto, la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH) entregó su informe sobre Tanhuato y confirmó que hubo 22
ejecuciones extrajudiciales.
El 22 de mayo de 2015 en el rancho El Sol de Tanhuato,
Michoacán, policías federales se enfrentaron con sicarios del Cártel Jalisco
Nueva Generación donde murieron 42 presuntos delincuentes y un agente. Durante
más de un año, la Policía Federal (PF) sostuvo que no violó los derechos
humanos y que actuó conforme al protocolo del uso de la fuerza.
A la larga, este hecho y Nochixtlán provocaron que el
comisionado de la PF, Enrique Galindo, fuera cesado del cargo por el primer
mandatario.
El 18 de julio, en el marco de la promulgación de las
leyes del Sistema Nacional Anticorrupción, el primer mandatario reconoció la
indignación social por el escándalo de la “casa blanca” y en un hecho sin
precedentes ofreció disculpas a los mexicanos.
En agosto vinieron dos escándalos: el del lujoso
departamento en Miami propiedad de Ricardo Pierdant, contratista en ciernes
para desarrollar puertos en México, que habría usado Angélica Rivera, la primera
dama; así como el presunto plagio en la tesis de licenciatura del inquilino de
Los Pinos.
Además, durante ese periodo, la violencia se desbordó. En
el primer semestre, los homicidios dolosos relacionados con el crimen
organizado crecieron 15 por ciento.
El Banco de México redujo las expectativas de crecimiento
económico a un rango de 1.7 a 2.5 por ciento. Por si fuera poco, renacieron los
“gasolinazos” pese a la promesa de que la reforma energética haría que bajaran
los precios de los energéticos. En lo que va del año, la gasolina magna ha
aumentado 80 centavos y la Premium pasó de 13.98 a 14.81 pesos por litro.
Mientras que el peso se ha depreciado frente al dólar en casi un 20 por ciento
en el último año.
Para el presidente, este es el año que vivimos en peligro.
Para rematar, en la víspera de la presentación del IV
Informe, Donald Trump se adueñó del escenario con altos costos para la
administración peñista.
LA PRIMERA PIEDRA DEL MURO… ¡EN LOS PINOS!
El viernes 26 de agosto, la Presidencia de la República
invitó a los candidatos a la Casa Blanca a visitar el país en aras de tener un
primer acercamiento con ellos.
Hábil, el abanderado republicano dijo “sí” y estableció
las condiciones. El encuentro sería el miércoles 31. ¿Por qué en esa fecha?
Porque por la noche presentaría en Phoenix, Arizona, su propuesta migratoria.
En Los Pinos le dijeron que esa fecha no era adecuada. Era
la víspera de la presentación del IV Informe de Gobierno. El republicano
amenazó: o era entonces o nunca. Sin confirmar previamente el encuentro con
Hillary Clinton, el Gobierno Federal se precipitó y aceptó.
Trump fue recibido como jefe de Estado: aterrizó en el
Hangar Presidencial, fue trasladado en un helicóptero oficial de la Fuerza
Aérea Mexicana y se le abrieron las puertas de Los Pinos.
En un encuentro privado y posteriormente en conferencia de
prensa conjunta, el empresario dijo que hablaron del muro en la frontera, pero
no se aclaró quién lo pagaría.
Mediante su cuenta de Twitter, Peña Nieto puntualizó: “Al
inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por
el muro”. Por la noche, el magnate remató: “No lo saben todavía, pero México
pagará el muro”.
El “círculo rojo”, lo que algunos llaman “la dictadura de
las redes”, columnistas, analistas, académicos y la sociedad en general,
criticó la visita. La calificó como un “error histórico” y señaló que el
presidente mexicano fue “utilizado” por el republicano para relanzar su campaña
y recuperar reflectores.
El tiempo dirá quién tuvo la razón.
¿ENCUENTROS INTERACTIVOS DEL TERCER TIPO?
A diferencia de los tres años anteriores, en este no hubo
mensaje desde Palacio Nacional. De 2013 a 2015 se realizó un evento al que eran
convocados 1500 invitados entre gobernadores, legisladores, representantes de
la iniciativa privada, el cuerpo diplomático acreditado y líderes religiosos.
Este año fue sustituido por un talk-show.
Peña Nieto sostuvo un “diálogo con jóvenes”, 300 de ellos
de todo el país le hicieron preguntas “espontáneas”. El diálogo interactivo fue
transmitido por redes sociales. La idea de Los Pinos: presentar a un mandatario
menos “acartonado” y más cercano a la población. Ustedes me dirán si lo
lograron, tengo mis dudas.
Lo cierto es que difícilmente este ejercicio lo
reconciliará con el electorado y con la clase política. Menos aún cuando las
elecciones de 2017 para renovar las gubernaturas del Estado de México, Nayarit
y Coahuila están encima. La sucesión presidencial de 2018 está en marcha. Este
es un cuarto año que sabe a sexto y huele a despedida. A una triste despedida.