Pasquale Parrello ordenó a sus subordinados que se encargaran del vagabundo. Al supuesto jefe de la mafia no le agradó que un limosnero estuviera acosando a las mujeres en el estacionamiento cerca de Pasquale’s Rigoletto, su restaurante del Bronx, así que le dijo a uno de sus soldados, “Rómpele las rodillas”.
Cuando los mafiosos encontraron al limosnero aquel día de junio de 2011, lo atacaron con botellas de vidrio y botas con puntera de acero, de acuerdo con una acusación federal revelada el jueves.
Uno de los atacantes, Ronald “la Bestia” Mastrovincenzo, fue sorprendido hablando a través de una línea telefónica intervenida, relatando en código el incidente: “¿Recuerdas los viejos tiempos en el barrio cuando jugábamos al béisbol?… Pues organizamos otro juego como aquellos”.
En una acusación de 32 páginas en la que se revela que la mafia todavía está en Estados Unidos, aún después de varias décadas de arrestos y largas sentencias de prisión, los fiscales federales acusaron a 46 miembros y asociados de cinco familias criminales de La Cosa Nostra por una floreciente empresa criminal con operaciones desde Massachusetts hasta Florida.
La larga lista de crímenes incluye agresiones con lesiones físicas, tráfico de armas, usura y fraudes relacionados con la atención a la salud, mientras que los apodos de los acusados, como Tony el Lisiado, el Gallo y el Remolcador, evocan la época de las películas de gángsters como El padrino o Buenos muchachos.
“La acusación parece una vieja novela sobre la mafia, en la que las extorsiones, el juego ilegal, los incendios provocados y las amenazas de ‘darle una golpiza’ a alguien se llevan a cabo junto con algunos crímenes modernos como la clonación de tarjetas de crédito”, señala en un boletín de prensa Diego Rodríguez, director de la oficina del FBI en Nueva York.
Agentes federales arrestaron a supuestos gangsters de cuatro de las cinco familias criminales de Nueva York, atrapando a miembros de los clanes Genovese, Gambino, Lucchese y Bonanno, además de Joey Merlino, presunto líder de la mafia de Filadelfia, junto con miembros y asociados de Massachusetts, Nueva Jersey, Florida y Costa Rica, señalaron los fiscales federales.
La organización, denominada por los federales Empresa LCN de la Costa Este, “parecía utilizar todos los artilugios conocidos por nosotros”, señaló en el boletín de prensa Bill Bratton, Comisionado del Departamento de Policía de Nueva York. Además de romper rodillas, los gangsters presuntamente rociaron gasolina y prendieron fuego a un auto que pertenecía al propietario de un club de juego de un competidor en Yonkers, vendieron 17 armas ilegales y ganaron millones de dólares por la venta de cigarrillos sin pagar impuestos y por el robo de información de tarjetas de crédito.
Los federales señalaron que la organización también ganaba dinero a través de un negocio de apuestas deportivas en Costa Rica y de un esquema de fraude relacionado con la atención a la salud, en el que médicos corruptos escribían recetas falsas de cremas muy costosas y cobraban a las compañías aseguradoras.
Los supuestos gangsters también propinaron golpizas a los jugadores que no podían pagar sus deudas, como cuando Parrello ordenó a otro mafioso que atacara a un deudor que le debía 30,000 dólares, señalaron los fiscales en el boletín de prensa: “Quiero que Buddy lo ahorque, lo ahorque, que realmente ahorque al hijo de puta… y que le diga ‘Escucha… la próxima vez no voy a dejar de ahorcarte… Voy a matarte ‘”.
Richard Mangan, catedrático de derecho penal en la Universidad Atlantic de Florida y antiguo agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), señaló a Newsweek que le sorprendió ver una operación a gran escala cuyo objetivo fuera La Cosa Nostra, en lugar de operaciones más activas del crimen organizado ruso o mexicano.
“Puede que sea el crepúsculo, pero aún no es medianoche,” dice, al hablar acerca de la mafia italiana. “No habría una acusación como esta si no hubiera crímenes importantes. Usaré esta acusación en mi curso.”
Todos los acusados que comparecieron ante el tribunal la tarde del jueves se declararon inocentes. Bradford Wedra, que fue condenado en 1981 por asesinar a un hombre que le faltó al respeto frente a su novia en un bar llamado Fudgie’s, fue arrestado por cargos de crimen organizado. “Me sacaron anoche del funeral de mi primo, y no puede asistir a su sepelio esta mañana”, relata a Newsweek. “Me están castigando por mi pasado.”
Una mujer que, el jueves pasado, esperaba a uno de los supuestos mafiosos afuera del tribunal cubierto con paneles de mármol, puso en duda las acusaciones. “¿Ves cómo está mi tejado?”, le dijo a una amiga, hablándole sobre las reparaciones que necesitaba. “¿Dónde está todo ese puto dinero del que hablan?”