El Hotel Manta, localizado en la costa
de la Isla de Pemba, del Archipiélago de Zanzíbar, en el Océano Índico, ofrece
a sus huéspedes una habitación flotante, de tres pisos, fabricada en madera.La promueven
como la oportunidad de aislarse de todo, y ver cómo el agua choca con la construcción,
cómo el cielo se despliega sin interrupciones, tan inmenso como el mar que le
rodea. Si se otea con esmero el horizonte, sólo se aprecia Pemba, nada más.
La insólita
habitación, Manta Underwater Room, es diseño de Mikael Genberg, un creativo
sueco; el dormitorio es una isla-estancia en la que los visitantes ven pasar la
vida marina mientras gozan de las comodidades de un resort. Los afortunados
pueden elegir entre tomar el sol en la cubierta, permanecer en el espacio de
aterrizaje a nivel del mar, con una sala de estar y un baño, a observar la
panorámica del océano, o descender a la habitación con la vista de los
arrecifes de coral, nivel submarino que se ilumina con focos subacuáticos en
cada ventana, lo que atrae a muchas criaturas.
Otra
opción en el menú: 20 iglús de cristal, un tipi de vidrio y 60 camas en iglús
de nieve para pasar un tiempo bajo las alucinantes formas que dibuja en el
cielo la aurora boreal, en Finlandia: Hotel Kakslauttanen, cerca de Saariselkä,
en Inari, norte de Laponia. El hotel se encuentra dentro del Parque Nacional de
Urho Kekkonen, que además del impresionante paisaje y las auroras boreales,
tiene una capilla, un bar y una galería de hielo. El lugar permanece abierto en
diciembre y enero, y abril y mayo.
No, ni el mar ni las auroras boreales. Qué tal una suite en el cantón de
Grisons, en los Alpes suizos, sin paredes ni techo. La habitación cuenta con
una cama doble, lámparas en sus dos burós, piso sólido y… nada más. El cielo
cuajado de estrellas es el techo que cobije a los huéspedes. La idea es de los hermanos y artistas
conceptuales suizos Patrik y Frank Riklin, y forma parte de los hoteles Null
Stern (cero estrellas, en alemán). También hay una habitación disponible en una
antigua planta nuclear suiza.
Los Riklin juegan con la idea de
lujo de los hospedajes tradicionales, se mofan un poco, y para el efecto
diseñan instalaciones de dormitorios en los lugares más insospechados desde
2008. “La
magia (del cuarto) consiste en que es una fantasía real: la fantasía de estar
en un lugar en el que no esperas que haya una cama doble”, se ríe Patrick
Riklin. El cuarto está reservado hasta el 31 de agosto y hay una larga lista de
espera para el verano de 2017.
“Lo
que queremos es cuestionar cómo se puede crear lujo y qué es lujo realmente”, y
que se llame el concepto ‘cero estrellas’ no quiere decir que no tenga calidad,
sino que tiene independencia y libertad.