Un importante argumento de ventas del software en la nube, la inteligencia artificial, la Internet de las Cosas y otras nuevas tecnologías es que elimina la “fricción” de los negocios. Sin embargo, resulta que, de una forma muy parecida al sexo, la economía no es tan buena si eliminas la fricción.
A esto se debe que la mejor noticia salida de esta casa de los espantos que es la campaña presidencial de Estados Unidos podría ser que ambos candidatos han jurado invertir cientos de miles de millones de dólares en proyectos de infraestructura. Una buena manera de añadir fricción a nuestra economía hiperrápida e impulsada por el software sería invertir en una infraestructura penosamente lenta, física, local y derrochadora, como un buen puente o alcantarillado. “Si algunas partes de nuestra sociedad van a acelerarse”, escribió el filósofo de la tecnología Stewart Brand en The Clock of the Long Now (El reloj del largo ahora), “entonces otras partes tendrán que desacelerarse simplemente para mantener el equilibrio”.
Los negocios detestan la fricción, un término general que se utiliza para definir cualquier cosa que se atraviese en el camino de la velocidad y de las ganancias. Algo tan simple como pasar la banda magnética de la tarjeta de crédito a través del lector puede ser considerado como fricción, y a eso se debe que empresas como Pymnts.com ofrezcan una forma de pagar con nuestro teléfono. IBM y Cisco anuncian que pueden analizar los datos recopilados en cada paso de la trayectoria de un producto para disminuir la fricción en la cadena de abastecimiento. El transporte por tierra de productos físicos se considera fricción. En una conferencia reciente para directores ejecutivos de información en corporaciones, Steve Rosenbush, editor del CIO Journal de Wall Street, señaló que “el director ejecutivo de información perfecto habilita a la empresa perfectamente carente de fricción”. En resumen, a los empresarios les gusta tanto la fricción como los piojos en su cabeza.
Por ello, las empresas invierten en tecnología que promete funcionar como lubricante vaginal. Por supuesto, los empresarios han estado haciendo ese tipo de inversiones, pero la tecnología actual está automatizando los procesos para eliminar la fricción de manera tan rápida que la sociedad se tambalea.
¿Por qué? La fricción genera empleos para la clase media, y el hecho de eliminarla significa automatizar u omitir completamente esos empleos. Los libros son un ejemplo simple de cómo la tecnología elimina los trabajos que generan fricción. Los libros físicos generan mucha fricción entre la editorial y el lector: pensemos en la porción del precio de un libro que va a manos de los empleados de los talleres de impresión, las empresas de transporte, las bodegas y los minoristas. Un libro electrónico elimina gran parte de todo esto. Simplemente sale directamente del centro de datos de Amazon hasta tu iPad. La tecnología produce ganancias para la editorial conforme los costos se reducen y hace que los libros sean más baratos y más fáciles de obtener por los consumidores. Pero al hacerlo, también aniquila todos esos empleos.
Imagina la carnicería aún más grave que se producirá cuando la inteligencia artificial automatice la conducción de camiones, que es el empleo más común en Estados Unidos. O cuando blockchain, la tecnología que está detrás del bitcoin, haga que los contadores resulten obsoletos. Eliminar la fricción significa que una mayor cantidad de dinero de la economía pasará por alto a la clase media e irá directamente a manos de la clase propietaria, haciendo que los ricos se vuelvan más ricos. Es por ello que vemos ahora un estancamiento en los ingresos de la clase media, un lento crecimiento y una ira contra el orden establecido, expresada por los partidarios de Donald Trump y Bernie Sanders.
Nadie detendrá los avances en la tecnología. Nada va a convencer a las empresas de que no deben eliminar la fricción mediante la automatización tan rápido como puedan. Entonces, ¿cómo logramos el equilibrio de fricción de Brand?
Por primera vez desde el régimen de Reagan, parece haber un consenso en que añadir fricción es trabajo del gobierno. Ambos candidatos presidenciales de la contienda de 2016 han hecho grandes promesas de infraestructura, lo cual es un notable cambio. Las encuestas muestran que el público desea esta inversión. En un informe reciente publicado por el Instituto Brookings se llegó a la conclusión de que el gasto del gobierno en infraestructura es el remedio para las penurias económicas recientes. “La necesidad de invertir en infraestructura en Estados Unidos nunca ha sido más clara… tanto para impulsar un crecimiento de larga duración como para expandir la oportunidad económica entre toda la fuerza laboral”, se indica en el informe.
Los proyectos de infraestructura pueden añadir ficción conforme el software la elimina mediante la automatización en otras áreas. Construir una autopista o una escuela de manera que el software basado en la nube proveniente de Silicon Valley no pueda reemplazar los trabajadores de Kansas o Maine. Los críticos dicen que cuando el gobierno construye cualquier cosa, el trabajo está lleno de ineficiencia y costos inflados. En esta época en la que el software elimina todo lo demás, esto forma parte del argumento. La ineficiencia es fricción, y la fricción significa trabajos.
Las propuestas más recientes para el gasto en infraestructura añadirían 2.5 millones de empleos para 2025, afirma la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, y los proyectos de infraestructura dan empleo a personas que no se han graduado de la Facultad de Administración de Empresas de Harvard y no conocen el lenguaje de programación Python, pero aun así desean un empleo satisfactorio. Nunca como ahora hemos necesitado un pésimo manejo del gobierno.
La fricción añadida impulsa aún más a las economías locales debido a que las personas recién empleadas pueden contratar a plomeros para qué les arreglen la bañera o comprar hamburguesas en restaurantes cercanos. Todo esto pone el dinero en las manos de más personas que habrán de gastarlo, en lugar de añadir otros mil millones de dólares a la cuenta de ahorros de Mark Zuckerberg. Una buena dosis de fricción hará mucho para disminuir la ira y el resentimiento dirigido hacia el 1%, es decir, a los más ricos de la población.
Este es el beneficio a corto plazo. El gran beneficio que se habrá de derivar de mejorar el transporte y las ciudades, el agua, las escuelas y la banda ancha se producirá en el futuro. El economista Lester Thurow, que murió a principios de este año, lo expresó de la siguiente forma: “La función adecuada de un gobierno en una sociedad capitalista es representar los intereses del futuro en el presente”. Una mejor infraestructura generará un país más eficiente y efectivo en el futuro.
Añadir fricción parece políticamente más inteligente que la propuesta expresada por algunos líderes de Silicon Valley de contrarrestar el impacto de la tecnología dando a las personas un “ingreso básico garantizado”. Esta idea supone que el software erradicará la mayoría de la fricción de la economía; en otras palabras, que el software eliminará la mayoría de los trabajos de la clase media. Para evitar una revuelta, el gobierno establecería una manera de pagarle a todos una cantidad suficiente de manera que las personas no tengan que trabajar. Aparentemente, el 1% lo hará todo, y el resto de nosotros tomaremos nuestro opio económico y dedicaremos nuestro tiempo a pintar o a elaborar nuestro propio queso. Sin embargo, esto no se adapta bien al ideal estadounidense de trabajar duro para salir adelante. Añadir fricción al construir infraestructura luce más promisorio. Ello habrá de pagar a las personas por realizar trabajos de verdad, y el resultado serán caminos, edificios y sistemas de gran valor para las generaciones futuras.
De esta manera, todas las personas podrán sentirse satisfechas, darse la vuelta y quedarse dormidas de inmediato.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek