En el sentido literal –y el más simplista– el
arte contemporáneo se refiere a lo que se produce en la época actual. ¿Cuál?,
la que toca.
La definición se complica porque el tiempo pasa.
Aparece entonces la idea de que el arte contemporáneo es el que surge del deseo
de innovar, de abrirle nuevos horizontes; dejar de imitar a los grandes
referentes del arte para crear nuevas formas, nuevas interpretaciones, desde un
espacio virgen, donde el color y la forma se comunican diferente, y dicen cosas
distintas.
Los expertos, y apasionados del Arte
–en mayúsculas, con la debida importancia– hacen notar que la tendencia a
exagerar ha funcionado en muchas ocasiones, y causado rechazo en tantas otras.
Dicen que en el arte contemporáneo la estética se ha transformado en
cursilería, la pulcritud en ausencia, la polémica en desesperación y la
intención en la pérdida del valor artístico.
Ejemplo: Dos jóvenes se presentaron en
dos museos de Londres: Saatchi Gallery y Tate Modern. Ambos se colocaron
recostados o de pie delante de una de las paredes libres de cada exposición o
galería, cerraron los ojos y se pusieron una pequeña pelota en la boca.
Algunos llegaron a pensar que se trataba
de un performance. Y así, sin sentido, ni justificación, sin propuesta estética
a la vista, el par de ‘artistas’ logró su cometido: tuvieron público, les
tomaron fotos y video. No fue necesario ningún tipo de montaje, bastó la
ignorancia, mezclada con las ganas de creer que un hombre parado frente a la
pared, sin cometido, forma parte de una obra. No lo era, pero cómo saberlo.
Una instalación de verdad,
llamada When Are We Going to Dance Tonight?, de los artistas Goldschmied & Chiari, quese expuso en el Museo de
Arte Moderno y Contemporáneo en Bolanzo, Italia, en 2015, desapareció en manos
de los responsables del aseo del recinto. La obra consistíaen
serpentinas, botellas de champaña vacías y colillas de cigarro desperdigadas
por el suelo. Los conserjes pensaron –con alto sentido lógico– que el desorden
se trataba de los restos del evento que se había realizado el mismo día del
montaje de la obra, y barrieron con todo.
En el tema del arte contemporáneo, el bluff juega un rol protagónico, y va un caso para ilustrar:un equipo de creativos, publicistas,
directores y actores llamado LifeHunters decidieron poner a prueba a los
‘conocedores’ y admiradores del arte contemporáneo, y para conseguirlo
colocaron un cuadro decorativo de IKEA –de no más 300 pesos– en una galería
famosa, junto con verdaderas obras de arte, valuadas en millones de dólares. El
supuesto autor era IKE-Andrews, y con ese dato –falso, por cierto– los visitantes
contaron lo que la pintura les transmitía, los detalles extenuantes que veían
en ella, el sublime trabajo del artista y hasta una cotización aproximada por
el que creían era su valor. “Creo que vale 2.5 millones”, aseguró uno de los
espectadores.
Estudiosos de las manifestaciones artísticas, y lo que
significan en una audiencia determinada, señalan que no importa el origen de
una obra, el arte contemporáneo se ha convertido en el fanfarroneo de
alardear y en el engaño de simular los recursos de los que una pieza carece. O
ser en verdad buena, y perderse entre el marasmo.