A la zaga de la
matanza en Orlando, Florida, los demócratas del Senado vuelven a la carga
presionando por un mayor control de armas. Sin perder tiempo, esta semana pretenden
reintroducir un proyecto de ley que prohibiría la venta de armas de fuego a un
sospechoso de terrorismo como parte de un paquete de propuestas para una mayor seguridad
en armas. Con todo, la parte más difícil de la tarea será convencer a los
legisladores del bando contrario para unirse al esfuerzo.
Los demócratas confían
en que la condena pública del tiroteo en un club nocturno gay de Orlando, que
dejó un saldo de 49 muertos y más de 50 heridos, dará nuevo impulso a la medida
de apertura patrocinada por la demócrata de California, Dianne Feinstein. En
diciembre pasado, la senadora presentó el proyecto de ley en respuesta a la matanza
de 14 personas en San Bernardino, California, a manos de una pareja que dijo
estar inspirada por el grupo militante Estado Islámico (ISIS). El proyecto de
ley de Feinstein pretende prohibir la compra legal de un arma de fuego en el
caso de que el comprador sea un terrorista conocido o “apropiadamente
sospechoso” de actividades terroristas. Sin embargo, fue descartado debido a la
fuerte oposición de la Asociación Nacional del Rifle (ANR) y los republicanos
pro-armas.
El lunes, el
director del FBI, James Comey, dijo a la prensa que, en 2013, los agentes
federales interrogaron en dos ocasiones al asesino de Orlando, Omar Mateen,
ciudadano estadounidense e hijo de inmigrantes afganos, después que sus compañeros
de trabajo notificaron que había dicho que tenía conexiones con Al-Qaeda y que
quería morir como un mártir. Comey agregó que los agentes lo mantuvieron bajo
vigilancia durante 10 meses, grabaron sus llamadas telefónicas, y recurrieron a
informantes confidenciales para determinar si Mateen representaba una amenaza.
Al final, dijo Comey, el FBI determinó que Mateen no era un peligro y por ello,
la agencia cerró la investigación.
No obstante, el
Buró interrogó a Mateen por tercera vez en 2014 debido a su asociación con un estadounidense
que se había convertido en bombardero suicida en Medio Oriente. Mas los agentes
tampoco hallaron evidencias procesables en aquel caso y en consecuencia, no
estaban vigilándolo cuando ocurrió el ataque del domingo. Durante la matanza del
club nocturno, Mateen llamó al 911 y declaró su lealtad al líder de ISIS, Abu
Bakr al-Baghdadi. Mateen murió poco después en un tiroteo con un equipo SWAT de
la policía.
Comey informó
que el FBI está revisando la investigación que hizo de Mateen. “También vamos a
examinar a fondo nuestro trabajo para determinar si hubo algo que debimos hacer
de otra manera”, señaló. “Por lo pronto, mi opinión sincera es, no lo creo”.
El lunes, Bill
Nelson, senador demócrata por Florida, declaró que a falta de alguna legislación
que permitiera que el FBI mantuviera abierto el caso de Mateen después de investigarlo,
los agentes federales y la policía local quedaron baldados. De haber existido
semejante ley [cuando] “ese tipo [Mateen] fue a comprar un [rifle de asalto] AR-15
y una pistola automática, la semana pasada, seguramente habría aparecido en su radar”,
lo que podría haber prevenido el ataque del domingo, afirmó Nelson durante una
conferencia telefónica con reporteros.
“Estos ataques pueden
prevenirse”, aseguró el senador demócrata por Nueva York, Charles Schumer, durante
la misma llamada. “Las matanzas en masa son el statu quo porque el Congreso ha votado en contra de las medidas
razonables para la seguridad en las armas. Así de simple”.
Y añadió: “¿Vamos
a tomar las medidas de sentido común, tan patentemente obvias, para asegurarnos
de que los terroristas no puedan conseguir armas de fuego, o nos arrodillaremos
ante la ANR para que los sospechosos de terrorismo sigan obteniendo armas?”.
Al citar las
cifras oficiales del gobierno, Feinstein señaló que, entre febrero de 2004 y
diciembre de 2015, hubo 2,265 ocasiones en que terroristas conocidos o
sospechosos –entre ellos, los de la lista de exclusión aérea del gobierno de Estados
Unidos-aprobaron una verificación de antecedentes para comprar armas. Tras
describir el cierre de este resquicio legal como una cuestión de “sentido común”,
agregó: “Sin este cambio, lo que hacemos es pedir a la gente que venga a este
país y vaya a comprar armas de fuego”.
Los demócratas anunciaron
que, tras la introducción del proyecto de ley de Feinstein, desvelarán
legislaciones adicionales en respuesta a los asesinatos de Orlando, incluyendo
la prohibición de rifles de asalto, verificaciones de antecedentes más
estrictas, una medida que prohibiría la venta de armas a individuos con
inestabilidad mental, y otra legislación que impediría que los condenados por
abuso conyugal puedan comprar armas. El lunes, el senador demócrata por Pensilvania,
Bob Casey, introdujo un proyecto de ley que pretende prohibir la venta de armas
a cualquiera que haya cometido un crimen de odio.
Los republicanos
controlan 54 escaños en el Senado de 100 miembros, de modo que no queda claro
si la medida de Feinstein obtendrá los 60 votos necesarios que le llevarían al
pleno, donde se sometería a debate y a una votación simple de mayoría. Encuestas
recientes han demostrado que la abrumadora mayoría de los estadounidenses apoya
alguna forma de control de armas, por ello los analistas sugieren que la condena
nacional de los repetidos incidentes de tiroteos masivos podría ocasionar que
algunos legisladores republicanos que encaran competencias de reelección difíciles
respalden el proyecto de ley. Sin embargo, aun cuando la medida sea aprobada en
el Senado, luego tendrá que pasar por la Cámara de Representantes controlada
por los republicanos, donde requiere de muchos más votos para pasar.
Hasta ahora, la
mayoría de los republicanos –entre ellos, Donald Trump, presunto candidato
presidencial del partido- se ha mantenido, en gran medida, fuera del campo
defensivo del derecho de uso de armas a consecuencia de la matanza de Orlando, y
en cambio se han centrado en la ideología extremista islamista que inspiró a
Mateen. Pero el lunes, el senador republicano de Wisconsin, Ron Johnson, un
favorito del movimiento Tea Party, proporcionó lo que parece ser un adelanto de
lo que su partido pretende argumentar como defensa para las armas.
En una
entrevista con CNN, Johnson comenzó diciendo al presentador, Wolf Blitzer, que lo
que produjo el tiroteo más mortífero en la historia moderna de Estados Unidos fue
el Islam radical, y no el rifle de asalto de Mateen. A continuación, Johnson
añadió que la ley estadounidense ya ha prohibido los rifles de asalto
completamente automáticos, y que el ataque de Orlando no debe ser motivo para
que el gobierno invada aún más el derecho constitucional de los ciudadanos a
portar armas.
Escéptico,
Blitzer pidió a Johnson que aclarara la distinción que estaba haciendo entre el
rifle de asalto completamente automático prohibido (el cual funciona como una
ametralladora cuando se mantiene presionado el gatillo), y el rifle de asalto semiautomático
AR-15 legal, utilizado en la masacre del domingo. Esta arma dispara una ronda cada
vez que se aprieta el gatillo, con una tasa de fuego máxima de dos disparos por
segundo, o 120 rondas por minuto.
“Dígame, el
AR-15 que se utilizó en este ataque terrorista, y que mató a 49 personas, ¿no lo
describiría usted como que un arma de asalto?”, preguntó Blitzer. “¿Acaso está
estableciendo una diferencia entre esta arma y un arma de asalto totalmente
automática? Porque no hay duda de que esa arma mató a un montón de gente”.
“Lo mismo hacen
las bombas”, replicó Johnson. “Los terroristas tienen otros medios de masacrar
a la gente. El problema aquí no son los propietarios de armas que respetan la
ley. Sino los terroristas islámicos”.
Entre tanto, el
tiroteo Orlando ha reavivado el debate entre republicanos y demócratas en
cuanto al uso de los términos “terrorismo islámico” e “Islam radical” para
describir la ideología que subyace a la violencia. Los republicanos, incluido
Trump, han exigido, en repetidas ocasiones, que el presidente Barack Obama utilice
el segundo término, cosa que el presidente se ha negado a hacer, argumentando
que no dará legitimidad religiosa a los extremistas violentos. Pero el lunes,
Hillary Clinton, la candidata presidencial demócrata, rompió su alineación con
Obama.
“Desde mi
perspectiva, lo que importa es qué hacemos, no lo que decimos”, declaró en el
programa Today Show de la NBC. “Lo
que importa es que hayamos acabado con bin Laden, no cómo lo llamábamos. Pero
si [Trump] se atreve a sugerir que no estoy llamando a esto por lo que es, no
ha estado escuchando. He dicho, claramente, que estamos enfrentando enemigos
terroristas que utilizan el Islam para justificar la matanza de personas.
Tenemos que detenerlos, y lo haremos. Tenemos que derrotar al terrorismo
yihadista radical, y lo haremos”.
Y añadió: “Para
mí, yihadismo radical e islamismo radical significan lo mismo. Me da igual
decir cualquier cosa”.
Las
declaraciones de Clinton del lunes marcaron un cambio en lo que la candidata
considera un lenguaje aceptable para describir la amenaza de los extremistas.
Hasta ahora, había utilizado el término “yihadismo radical”, evitando hablar de
“Islam radical” porque le parecía que condenaba a toda la religión.
En un tweet,
Trump se declaró victorioso en la batalla del lenguaje. “He estado golpeando
duro a Obama y a Corrupta Hillary por no usar el término Terror Islámico Radical.
Hillary se quebró –dijo que lo usaría ahora”, cacareó.
Tal vez. En
cualquier caso, los demócratas podrían tener muchas más dificultades para
lograr que los republicanos rompan con la Asociación Nacional del Rifle en
cuanto a un mayor control de armas.