Susana Harp atraviesa la plaza de Coyoacán, en la Ciudad de México, hermosa y vestida como una reina, con huipil amarillo y falda negra de encaje. Así dice sentirse: “Yo no estoy diciendo que todo el mundo ande todo el tiempo con huipil y rebozo, pero yo el día que me lo pongo me siento una reina porque son cosas hermosísimas y cada quien decide si las valora”.
Lo cierto es que no hay mejor atuendo para acompañar su voz y su investigación sobre las raíces de la música mexicana que interpreta y que ha llevado por lo alto al mundo. En la celebración de 20 años de carrera desde la grabación de su primer disco, comparte con Newsweek en Español sus últimos planes y proyectos.
—¿Cuándo fue la última vez que sentiste esa chispa que hace nacer tus proyectos?
—Yo creo que cuando haces un proyecto que te nace desde una necesidad profunda es el proyecto el que va dictando la directriz, su propia verdad. Uno lo que va haciendo es compartir lo que escucha, descubriéndolo, siendo parte. Cuando inicié me fui sorprendiendo de cómo el proyecto fue tomando una fuerza como un ente vivo: por supuesto, yo quería cantar, me vine a México; no se dieron las cosas por seis años y estuve ahí intentando, y cuando ya no me lo esperaba, pude hacer la primera producción y fue como un regalito.
—¿Cuál fue el último de tus proyectos que agarró su propio camino y te sorprendió con sus resultados?
—Hay proyectos que tienen esa fuerza; cada proyecto va teniendo su espíritu, unos un poco más locos y guerrilleros, porque así lo tuvieron que ser, porque eso es con lo que te vas topando en la vida y en la realidad. Misterios gozosos, mi última producción, definitivamente tiene esa característica de mucha emoción. Pero en los 11 discos creo que ha habido varios momentos, por ejemplo, cuando hice el primer disco con la banda de Oaxaca, para mí fue muy emocionante poder explorar todas estas piezas tan tradicionales y significativas de mi tierra; el segundo momento fue cuando me metí a hacer el proyecto con el afroméxico, ese México vivo tan desconocido, con estos mexicanos negros, felices, con una cultura más que viva y con ganas de compartirla pero que, paradójicamente, son invisibles en nuestro país en el mejor de los casos.
—Y este vínculo con la comunidad también lo abordas desde una perspectiva social…
—Claro, la música suele ser un gran pretexto para poder compartir estas historias de vida. Primero me metí en un mundo enorme en el que me emocionó encontrar los ritmos: el son de Artesa, las chilenas, los boleros de Álvaro Carrillo, la música de la región de la Costa Chica de Oaxaca y de Guerrero, y después me metí en un mundo social y prácticamente político. A los afromexicanos de entrada los clasifican como centroamericanos y entonces hablé mucho de lo que están viviendo todos estos paisanos que ni siquiera pueden venir a la capital de su país por miedo a que los metan en un separo y los hagan confesar que son de un lugar del que no son.
—¿Cuál fue la última vez que usaste la música para dar voz a esas comunidades o causas sociales?
—Todos los discos que hago tienen de alguna manera esa especie de sublimación por decirlo así, porque simplemente cantar en idiomas indígenas en este país ya es así, una cuestión medio rara. De alguna manera siempre estoy poniendo el dedo en los renglones de poder compartir cosas infinitamente más profundas. Más que si la canción va a pegar o no, me gana el impulso de la investigación.
—¿Cuándo fue la última vez que sentiste que había una política cultural propicia para la música tradicional?
—Fue un poco complicado en mis inicios porque eran caminos andados por gente que tenía una clara convicción política y no solamente estaban haciendo una propuesta musical. Me costó mucho trabajo salirme de ese prejuicio, de que me calificaran como comunista o socialista o de si yo ingería alguna sustancia psicotrópica por el simple hecho de ponerme un huipil; más que la política cultural, yo creo que en la sociedad no estábamos en un momento de poder abordar este tipo de música y apreciarla por su belleza, porque son joyas que uno va encontrando y después de encontrarlas lo que quieres es compartir esta estética increíble.