El miércoles por la mañana, New York Times informó que “The Snake”,
como llamaban afectuosamente a Stabler, sufría de encefalopatía traumática
crónica o CTE, enfermedad cerebral degenerativa muy común entre los jugadores
de fútbol americano.
“Tenía una enfermedad
moderadamente grave”, reveló al Times
la Dra. Ann McKee, jefa de neuropatología en el Sistema de Atención Médica V.A.
de Boston, quien realizó el estudio del cerebro de Stabler. “Bastante típico. Podría
ser sorprendente, porque era mariscal de campo, pero ciertas lesiones se habían
diseminado, y eran bastante graves, afectando varias regiones del cerebro”.
La gravedad de CTE se
clasifica con una escala de 1 a 4, con 4 como la condición más grave. El caso
de Stabler estaba clasificado como Etapa 3. Junior Seau, defensa de los
Chargers de San Diego, inscrito en el Salón de la Fama, quien se suicidó en
2012 a los 46 años de edad, padecía de un caso de CTE en Etapa 2, igual que Tyler
Sash, ex profundo de los Giants, quien fue hallado sin vida en septiembre, a
los 27 años. Aunque Sash murió de una sobredosis accidental de analgésicos, su
familia informó que padecía de “confusión, pérdida de memoria, y pequeños
arranques de ira”, después que regresó a Iowa al concluir su carrera como
jugador.
Aunque CTE no puede
diagnosticarse hasta que se estudia el cerebro en la autopsia, no hay duda de
que Stabler sufría la enfermedad. “El cáncer se lo llevó, pero su mente,
definitivamente, había caído en una espiral descendente”, dijo su hija, Kendra
Stabler Moyes. Times y ESPN detallan informes de Stabler
deteniéndose ante semáforos con luz verde, irritado por ruidos intensos, y
padeciendo intensos dolores de cabeza, ruidos, desorientación general y
olvidos.
“Estaba seguro de que sufría
las consecuencias de haber jugado fútbol”, dijo a ESPN su pareja de muchos años, Kim Bush. “Se lo pregunté
directamente, ‘¿Qué opinas de donar tu cerebro a la investigación y la
ciencia?’. Y esa noche me dijo, ‘Sí, definitivamente debo hacerlo, es lo que
considero correcto’”.
Los síntomas de Stabler
recuerdan los que el ex receptor de los Steelers, Antwaan Randle El, describió
a Pittsburgh Post-Gazette cuando
habló de su perturbada vida después del fútbol. Randle El solo tiene 36 años,
pero se le dificulta bajar por la escalera y recordar datos básicos.
“Le pregunto a mi esposa las
cosas una y otra vez, y ella responde, ‘Pero, si acabo de decírtelo’”, comentó.
“Se lo pregunto tres veces la noche anterior y lo olvido por la mañana. Cosas
así. Trato de anotarlo si estoy ocupado, lo hago constantemente, pero termino
de rodillas, rogándole a Dios que me quite estos problemas y me dé una vida
larga. Quiero ver crecer a mis hijos. Quiero ver a mis nietos”.
Es imposible saber cuántos ex
futbolistas sufren síntomas similares a los de Randle El, o cuántos han tenido
vidas difíciles después de practicar el deporte, y han muerto sin que CTE haya
sido considerado la causa de su dolor. Hoy está creciendo la conciencia, y
jugadores como Stabler, Seau y Sash están tomando la decisión de donar sus
cerebros para estudios científicos después de su muerte. Por desgracia para la
liga y sus jugadores, la ciencia obtiene el mismo resultado una y otra vez.
PIE:
CTE no es un problema creciente
de la NFL; siempre ha sido un problema.
MIKE SEGAR / REUTERS