Una investigación nueva sugiere una base genética para este tipo de comportamiento: los machos que tienden a tener aventuras comparten ciertas características genéticas, dice Steve Phelps, investigador de la Universidad de Texas. Especialmente, los machos con menor memoria espacial parecen ser más proclives a tener apareamientos con parejas extras, según un estudio que describe el hallazgo, publicado el 10 de diciembre en la revistaScience.
Aun cuando los investigadores solo pueden especular por qué las dos parecen estar conectadas, tienen una buena suposición de lo que sucede. Los machos con mejor memoria espacial podrían ser mejores en vigilar a su hembra, recordando exactamente dónde estaban cuando se dieron varias interacciones sociales y, críticamente, podrían ser mejores en evitar la intrusión en el territorio de otro macho, dice Phelps.
Para aparearse con otra hembra, un campañol macho debe abandonar su territorio para hallar un campañol hembra receptivo, pero ello también podría involucrar invadir el territorio de otro macho, explica Phelps. Si un macho siente que otro está traspasando su territorio, lo ahuyentará e incluso lo morderá si tiene la oportunidad, dice él. Los machos con buena memoria recordarán las consecuencias negativas de tener aventuras. Pero aquellos con mala memoria podrían olvidar dónde se dieron los encuentros de este tipo y por lo tanto tienen más probabilidades de, literalmente, desviarse y entrar en contacto con otras hembras y aparearse con ellas.
La memoria espacial está vinculada con la cantidad y ubicación de receptores neuronales de una hormona llamada vasopresina. El estudio halló que aquellos con más receptores para esta hormona tenían mejores memorias espaciales. La diferencia en la cantidad de receptores de vasopresina en los campañoles podría rastrearse a un solo par base de ADN en uno de los genes del animal. En otras palabras, una diferencia diminuta en el genoma del campañol significa peor memoria espacial, explica Larry Young, investigador de la Universidad Emory que no estuvo involucrado en el estudio.
Young dice que es asombroso como una sola y aparentemente diminuta diferencia genética podría tener efectos de amplio rango, influyendo en “cuán fiel es un animal, y cuán bueno es para proteger a su pareja, y cuántas posibilidades tiene de ser un casquivano”.