En noviembre,
Chatham House publicó el informe“Changing Climate, Changing
Diets: Pathways to Lower Meat Consumption” (Clima cambiante, dietas cambiantes: vías para reducir
el consumo de carne). El documento afirma que el apetito mundial de carne es un
importante motor del cambio climático, y concluye diciendo que si adoptamos una
dieta más saludable y más basada en plantas, podríamos reducir en 25% la brecha
entre los planes globales de emisiones propuestos actualmente y lo que se
necesita para prevenir un cambio climático “peligroso”.
“Ahora que los
gobiernos buscan estrategias para cerrar la brecha de emisiones en París, de
manera rápida y barata, deberían incluir el cambio de dieta como primer punto en
su lista”, dice Laura Wellesley, una autora del informe seminal. El documento asegura
que migrar a dietas más basadas en plantas no solo mejoraría la salud pública
general, también reduciría en 50 por ciento el costo de combatir el cambio
climático en los restantes sectores económicos, lo que –en palabras de
Wellesley-, sería “una verdadera victoria para la salud y el clima”.
El consumo de
carne es excesivo en algunas partes del mundo industrializado, donde las
personas comen casi el doble de lo que los expertos consideran saludable. El
creciente ingreso de los países en desarrollo ya está disparando la demanda de
carne. Y si no se controla, el consumo de carne podría aumentar 76 por ciento
para 2050, incremento que podría elevar las emisiones agrícolas en 80 por
ciento. De no restringirse el crecimiento de la demanda de carne, las emisiones
del sector ganadero aumentarán al extremo de que será inevitable un cambio
climático insostenible.
El informe
atribuye la disyunción entre la creciente demanda mundial de productos animales
y la insostenibilidad de su producción a fracasos de mercado que requieren de
acción política para corregirlos. Descrito como uno de los hallazgos clave, el
informe concluye que, “el sobreconsumo global resultará en costos crecientes
para la sociedad y el ambiente”. También señala que, “sin intervenciones
gubernamentales de nivel nacional e internacional, las poblaciones no podrán
reducir el consumo de productos animales, y no hay suficientes incentivos
comerciales para reducir la oferta”.
El documento
agrega que la inacción política en este tema deriva, en parte, del temor de
represalias de los constituyentes. Por ello, hace la recomendación de que, a
fin de generar apoyo para la acción política, los gobiernos inviertan en
iniciativas de concienciación pública que resalten los impactos climáticos y de
salud resultantes del consumo excesivo de carne.
“Changing
Climate, Changing Diets: Pathways to Lower Meat Consumption” es el primer estudio multinacional de
su tipo. Incorpora datos y análisis recogidos en 12 países, a lo largo de un
periodo de 14 meses, incluyendo grupos de enfoque en Brasil, China, Reino Unido
y Estados Unidos. El análisis de Chatham House demuestra que, una vez que se
establece una relación consciente entre los productos animales y el cambio
climático, los consumidores de todo el mundo aceptan la necesidad de la acción
gubernamental para incentivar una menor ingesta de carne.
Con tanto en
juego, es necesario que todas las opciones estén sobre la mesa. Y eso incluye
lo que se pone en la mesa.
Samuel Lee-Gammage es director de investigaciones en
Food Choice Taskforce (FCT), grupo ambiental cofundado por James Cameron. Contribuyó
a la investigación de Chatham House en el tema de agricultura animal y sus
impactos ambientales, y participó en el proceso de revisión externa del
informe.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek.