Visto desde la cabeza de los empresarios y políticos, Noria de la Sabina es perfecto, no sólo por estar habitado por un puñado de campesinos miserables, sino por su ubicación estratégica. En General Cepeda convergen redes ferroviarias provenientes de cinco puntos fronterizos y una red carretera que bifurca a esos mismos puertos con Estados Unidos, además de que por ahí cruza un gasoducto. La única inversión de vía que hará SEMSA es la pavimentación del trecho que los ejidatarios vendieron a Javier Calderón cuando les organizaba carnes asadas y regalaba juguetes a sus hijos.
SE VIOLENTAN LOS INDUSTRIALES
El grupo de ejidatarios abre paso al obispo de Saltillo, Raúl Vera, después de que han roto el candado de la cerca que prohíbe el acceso a las quinientas hectáreas propiedad de Calvert. El obispo va acompañado por una pareja de reporteros de la televisión suiza, que trabajan en un perfil sobre la figura del fraile defensor de los derechos humanos. Durante meses, Vera ha fustigado los propósitos del proyecto por la opacidad con la que se condujeron empresarios y autoridades. Ese jueves 8 de octubre, los ejidatarios quieren mostrarle a él y a los periodistas que la Semarnat y la Congua mienten, porque el agua no se encuentra a quinientos metros de la superficie. Atan un candado como peso a la cuerda y la bajan. La cuerda se moja a trece metros.
Los días posteriores SEMSA reacciona por la vía penal y lo demanda por allanar una propiedad privada. La versión más beligerante, sin embargo, proviene de la Canacintra Saltillo, que lo tilda de delincuente y de representar los intereses de grupos de Nuevo León y de la delincuencia organizada que, de acuerdo con un comunicado de prensa emitido la última semana de octubre, se oponen al confinamiento porque ello estropea la ordeña del gasoducto. Vera responde durante una homilía que encabeza en Monclova, la cuna de Montemayor y de Calvert. Si hay que ir a la cárcel por defender los derechos humanos, dice, con gusto irá.
Daniel Calvert presidió la Canacintra entre enero de 2011 y febrero de 2014, los años en que inició gestiones para adquirir el predio en Noria de la Sabina y emprendió gestiones ante la Semanart y la Conagua. Fue el tiempo en el que también Montemayor armaba el clúster Minero-Petrolero, del que los industriales adheridos a la cámara son parte.
En junio de 2015, Jesús González Schmal promovió un recurso de amparo ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Es la última carta en juego, y parece que llevan la mano. El recurso mantiene paralizado el arranque de las obras de construcción del confinamiento, pero sobre todo señala la posibilidad de que la Semarnat haya incurrido en irregularidades, como la farsa que imposibilitó la consulta ciudadana y la ausencia de rigor científico en los estudios sobre impacto ambiental, dice González.
“Al final de cuentas yo aún creo que lo debemos ganar, porque es tan aberrante, tan absurda la autorización que se les da, que no resiste el menor análisis”, confía el abogado de los ejidatarios. “Aun creo que entre todos estos intereses involucrados, aún existen patriotas en el sistema judicial”.