En una declaración en su sitio web, la compañía señaló que la junta directiva había aprobado un “acuerdo de reestructuración”. La deuda de la compañía se reducirá de 300 millones de dólares a 135 millones, y sus acreedores aportarán 70 millones en capital fresco en un intento de cambiar la suerte de la atribulada empresa minorista. Apparel declaró que sus operaciones continuarían como siempre en sus más de 260 tiendas en 19 países.
La directora ejecutiva de American Apparel Paula Schneider, quien asumió el cargo después de que Dov Charney, el fundador de la compañía, fue despedido entre acusaciones de mala conducta, afirmó que la reestructuración “permitirá que American Apparel se convierta en una compañía más fuerte y más vibrante.”
La compañía nunca ha estado lejos de la controversia desde que fue fundada en 1989 por Canadian Charney. Al iniciar su vida como una empresa mayorista de camisetas, la compañía se distinguió por sus artículos sencillos y de un solo color, y por su distintivo sabor estadounidense. American Apparel se enorgullece de manufacturar todas sus prendas en Estados Unidos y promociona sus productos como “no producidos en fábricas de explotación”. Este minorista de estilo hipster afirma que sus costureros ganan en promedio 25,000 dólares al año, o 12 dólares por hora.
Sin embargo, otro aspecto distintivo de la marca de American Apparel ha demostrado ser menos atractivo en épocas recientes: la naturaleza altamente sexualizada de sus campañas publicitarias. En septiembre de 2014, American Apparel fue reprendida por la Autoridad de Estándares Publicitarios (ASA, por sus siglas en inglés), el organismo regulador británico, debido a dos imágenes utilizadas en una campaña de estilo “Volver a la escuela”, la cual, según la ASA, “tiene el efecto de sexualizar inadecuadamente a las chicas de edad escolar”. La notificación, que American Apparel impugnó, explicando que la modelo tenía 30 años, fue la sexta vez en dos años y medio que la ASA había prohibido los anuncios de la empresa.
En el ámbito financiero, la notificación de quiebra no es necesariamente una sorpresa. La BBC informó que la compañía de modas no ha obtenido ganancias desde 2009. En 2010, Deloitte & Touche, auditores independientes de American Apparel renunciaron, señalando que existían debilidades en la presentación de informes financieros de la empresa. En agosto de este año, la cadena registró pérdidas por 19.4 millones de dólares en el segundo trimestre de 2015.
En ese momento, American Apparel dijo que había “una duda sustancial” respecto a si la compañía tenía suficiente liquidez para continuar en operación. Neil Saunders, de Conlumino, la empresa de análisis de minoristas, dijo a la BBC que la protección de quiebra “es, en nuestra opinión, la única alternativa viable para American Apparel.” Aún está por verse si el minorista podrá sobrevivir con un capital limitado al tiempo que enfrenta varios desafíos legales sin resolver.
Uno de los principales retos que American Apparel habrá de enfrentar en un futuro próximo es el litigio presentado por su antiguo jefe Charney. El polémico fundador fue despedido oficialmente en diciembre de 2014 después de una serie de acusaciones de mala conducta, que incluían varias acusaciones de acoso sexual presentadas por antiguas empleadas de la empresa. Desde entonces, Charney presentó una demanda por difamación por 30 millones de dólares contra la empresa.
La decisión de solicitar la protección de quiebra no presagia nada bueno para Charney, quien verá cómo se evaporasu participación de 42 por ciento en la empresa como resultado de esa situación. Sin embargo, los procesos legales en curso y la controversia que rodea a Charney, quien recibió una orden de restricción en junio, la cual le prohíbe hacer declaraciones negativas sobre la compañía en la prensa, pesarán como una rueda de molino alrededor del cuello de American Apparel mientras la empresa busca revertir su suerte.