En todo el cosmos, fanáticos de la Guerra de las Galaxias aguardan ansiosos el estreno decembrino de El despertar de la fuerza, séptima entrega de la saga de ciencia ficción. Pero en Turquía la fuerza tiene un efecto distinto, al menos para algunos musulmanes conservadores.
En agosto, la revista oficial del Diyanet —autoridad religiosa del gobierno turco— publicó un artículo sobre el poder de la pantalla grande, donde argumenta que la industria cinematográfica de Turquía representa al islam bajo una luz negativa. El reportaje causó revuelo en los medios nacionales porque hizo énfasis en el “jediismo”, una “religión” o estilo de vida fundamentado en los caballeros espaciales místicos de la Guerra de las Galaxias. “El cine incluso puede crear una religión ficticia”, acusa Bilal Yorulmaz, profesor asistente de teología en la Universidad Marmara de Estambul y autor del artículo.
Desde 2001, cientos de miles de personas —sobre todo en Reino Unido y Australia— han respondido censos nacionales asentando como religión la del “jedi”. De hecho, en algunos países (incluidos Reino Unido y Estados Unidos) existen “iglesias” de jediismo, doctrina que toma elementos del taoísmo, budismo y catolicismo. Al principio, el fenómeno fue descartado como irónica protesta de grupos ateos, pero los creyentes insisten en que es una filosofía legítima.
La población turca es 99 por ciento musulmana, y si bien Yorulmaz no considera que el jediismo sea una amenaza para los valores islámicos, analistas afirman que el artículo apunta a un temor generalizado en la élite religiosa. “El jediismo es una banalidad, por supuesto, aunque considero que refleja inquietudes del islamismo turco conservador ante la posibilidad de que religiones de la Nueva Era puedan desplazar al islam entre los jóvenes musulmanes”, comenta Mustafa Akyol, autor de Islam Without Extremes, libro sobre las raíces del islam liberal.
No es la primera vez que el jediismo causa controversia en Turquía. En abril, un estudiante de la Universidad Dokuz Eylül, en Izmir lanzó una petición en línea exigiendo la construcción de templos jedi. La petición, que ha recibido más de 8400 firmas, fue una respuesta satírica al proyecto gubernamental de construir ochenta mezquitas en universidades turcas para fines de 2015. “Algunos se creen que somos tontos”, dice Akin Cagatay, el estudiante de ciencias computacionales que inició la petición jedi. “[Pero] el jediismo es un buen instrumento para que un movimiento de protesta [luche] contra las políticas del gobierno turco.”
La separación de mezquita y Estado es un tema contencioso en Turquía. Según la Constitución, el país es seglar y, por ello, las dictaduras militares reprimieron la religión durante muchos años. Pero desde su elección, en 2002, el Partido AK ha tomado medidas para dar al islam un papel más prominente en la vida cotidiana. Hace dos años, el gobierno derogó una ley contra el uso de pañoletas en dependencias públicas. Y el año pasado hizo lo mismo para las niñas que asisten a la escuela primaria. En 2013, Turquía prohibió también la venta de alcohol a altas horas de la noche, argumentando que protegía a los jóvenes de los efectos dañinos de la bebida.
Akyol, el autor turco, dice que sus compatriotas tienen hoy mucha más libertad religiosa que durante el régimen militar. No obstante, considera que el discurso gubernamental sobre “segmentos sociales distintos de los conservadores musulmanes sunitas, es irrespetuoso e intimidante”.
Sea o no una religión real, el jediismo es lo de menos. Lo que las autoridades religiosas de Turquía quieren asegurar es que la fuerza esté con el islam.
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek.