1. Uno de los principales errores al comunicarnos frente a una o cientos de personas es que invertimos mucho tiempo en pensar qué decir, cuando nuestra atención debería centrarse en la forma en la que lo(s) queremos hacer sentir. ¿Qué emoción quiero transmitir? Una vez elegido esto, el enfoque del mensaje cambiará exponencialmente.
¿Por qué es tan importante? Si no cuidamos los sentimientos de la gente entonces promoveremos una comunicación egoísta, agresiva y, lo más importante, ineficiente. ¿Por qué? Porque al comunicarnos regularmente buscamos influir en la conducta de otra persona en busca de un bien común, pero si la otra persona nos percibe como agresivos, entonces cerrará sus canales de comunicación y, junto con ellos, la disposición a escuchar y actuar en consecuencia.
2. Otro error radica en pedir lo que no queremos. Ejemplo: “No vayas a olvidar decirle a Juan lo que te pedí”. “No te vayas a equivocar en esta tarea”. “No estés nervioso”. ¡Mejor enfócate en lo que sí quieres! Dirigir la atención de la gente a lo que sí deseas hará que su esfuerzo y recursos estén bien enfocados.
3. La ambigüedad es el enemigo acérrimo de la comunicación. Pedirle a alguien que “mejore su actitud” solamente hará que esa persona modifique los aspectos que identifica en la palabra “actitud” según su propio contexto, pero probablemente disten mucho de lo que realmente deseas. Esto genera malentendidos, frustraciones y tiempo perdido. Sé específico, di lo que quieres, pero de forma definida.
4. Redundar. No tener un mensaje claro hará que redundes en tus ideas, volviéndolas tediosas y difíciles de recordar.
Hazte las siguientes preguntas: ¿Cuáles son mis puntos o mensajes clave? ¿Cuál es mi objetivo, a dónde quiero llegar? ¿Qué quiero lograr en la otra persona?
Dicen que menos es más, también en la comunicación. Pero ser concreto es de los retos más grandes de cualquiera que se jacte de ser un buen comunicador, así que practica y domina este arte. Serás el rey de las negociaciones, de las redes sociales, de las juntas y reuniones de negocios; hasta tu pareja e hijos te escucharán con más atención y disposición. Te lo aseguro.
5. Dar poca importancia al contexto cultural, ideológico y educativo de aquel con quien hablas. Si siempre usas los mismos términos porque son los que conoces, si usas palabras domingueras o rimbombantes, si eres esclavo de las expresiones o argot de tu profesión, pregúntate: ¿esto que estoy diciendo es fácil de comprender para la persona con quien platico?
Sé claro y pensarán que eres un experto, no lo seas y dudarán de tu capacidad, a pesar de tu experiencia, títulos y credenciales. Háblale a la gente en su idioma, en su propio lenguaje. Ser claro es también tener estructura. Piensa antes de hablar.
6. La falta de asertividad. Ser asertivo es saber cuándo, en dónde, cómo, incluso quién debe transmitir un mensaje. Toma decisiones deliberadas en torno a estos cuatro aspectos.
Errores por falta de asertividad:
Cuándo. Decir las cosas en el momento en que una persona está alterada emocionalmente es mala idea. Recuerda que cuando las emociones dominan, la razón dormita. Si tus argumentos son valiosos, asegúrate de que tu interlocutor esté en un estado de ánimo lo más ecuánime posible, pues de esta forma será receptivo.
En dónde. ¿Hay gente a tu alrededor? ¿Cómo se va a sentir esa persona si la expones frente a los demás? Recuerda que en presencia de otros tendemos a ser territoriales y dominantes, queremos defender nuestra postura para ganarnos el respeto de los demás.
Cómo. ¿Estás alterado? Busca tu estado de ánimo propicio, ya que las emociones se contagian. Cuida tu lenguaje no verbal (imagen, características de la voz, lenguaje corporal, gestos, proxémica) y asegúrate de que son congruentes con aquello que dices y que quieres transmitir en forma de sentimientos e ideas.
Quién. ¿Eres tú la persona con mayor autoridad moral, jerárquica o intelectual en el tema? ¿En qué concepto te tiene la otra persona? ¿Qué creencias se tienen de ti? Puedes ser el autor intelectual del mensaje, pero debes decidir quién sería el más indicado para transmitirlo.